Nedra_Bradtke
Active member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 66
Hay mucho que reconstruir tras el paso de la destructiva DANA por España. No solo las ciudades, pueblos y vidas de miles de familias que perdieron el futuro en una tarde lluviosa. También la desconfianza generalizada en las administraciones y sus gestores, que se ha resquebrajado como las casas de Letur cuando llegó la fatal riada. España es distinta desde el 29 de octubre. Junto al dolor de las víctimas, la angustia por los desparecidos y la generosa respuesta solidaria de la ciudadanía se ha instalado una incómoda y extraña sensación de orfandad. Una molesta decepción, igual que aquella mañana de Reyes que sigue a la madrugada que pillaste a tus padres colocando regalos. Esa mañana triste fue el 30 de octubre descubriendo que el Estado somos solo nosotros y no nuestros impuestos. Un olor a descomposición y una mirada recelosa antes desconocida recorre un país con la espalda ancha en tragedias y desafíos. En los municipios valencianos arrasados intentan iniciar esa costosa reconstrucción que puede que se prolongue durante años. Todavía con los pies enlodazados y, según cuentan los jóvenes ejemplares armados con escobas, asumiendo la mayor parte de toda esa limpieza urgente los ejércitos de voluntarios que cada día cruzan a pie los puentes se separan la Valencia de la normalidad de la Valencia del caos. Hay que recuperar las calles, las farolas, las tiendas, el agua corriente, la luz, la cobertura y las infraestructuras. Amontonar los coches ahogados, los muebles anegados y la hoy basura que hasta hace poco resumía familias enteras. Hay que encontrar a los desparecidos y enterrar los muertos para avanzar en un duelo inconsolable que solo conocen aquellos a los que la vida se les ha puesto salvaje y ha hecho pedazos lo que hasta ayer llamaban destino.Pero hay otra reconstrucción necesaria. La emergencia de la DANA ha evidenciado, quizá como nunca antes, una falta de respuesta inmediata del Estado que ha sido una revelación (o bofetón de realidad) para una población atónita ante el penoso espectáculo de falta de previsión, competencias, réditos partidistas y malabaristas del relato. El relato devoró la política y con ella la eficacia de unas administraciones que pierden todo sentido si no son capaces de dar los servicios que necesitan sus ciudadanos. Este desastre ha roto la percepción del Estado como la red de seguridad de la población. Los valencianos se hundieron pero todos los españoles caímos al vacío ante unos gestores incapaces de gestionar. Esta es una consecuencia realmente peligrosa para la estabilidad y la paz social de un país. La desesperanza abona a los radicales y oportunistas. Es imprescindible dedicar todos los esfuerzos a la par a ambas reconstrucciones. Reconstruir Valencia y la confianza en nuestras instituciones.
Cargando…
www.abc.es