Las memorias de Simón Casas, un triunfador buscavidas, escritor y taurino apasionado y controvertido

Hazle_Lueilwitz

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No ha perdido la cara de cowboy, ha sido un buscavidas y ahora, con razón, se siente un triunfador. Nació en la ciudad francesa de Nimes en una modesta familia de judíos sefarditas, de padre polaco y madre turca. El primer hispano que conoció iba vestido de luces, y quiso ser torero para ser español como los suyos, originarios de Toledo. Y lo consiguió: cortó una oreja en Las Ventas como novillero, tomó la alternativa en su localidad natal, pero se retiró esa misma noche. Cambió el oro por el pantalón vaquero y se reconvirtió en empresario taurino, primero de Nimes, y, después, se empeñó en conquistar España.

Hoy es el empresario de Las Ventas. Ha conseguido salir a hombros de su propio destino. Y dentro de unos días recibirá la nacionalidad española, el DNI en el que figurará su nombre, Simón Domb Cases, —Simón Casas en los carteles— nacido el 2 de septiembre de 1947, taurino y escritor, protagonista de una vida peliculera que ha tratado de resumir en unas memorias, su séptimo libro, de reciente aparición, Pases y Pases, (editorial Demipage). Pero ese texto, más que un puñado de recuerdos biográficos es una faena de aliño o, quizá, una revolera cargada de reflexiones vitales de un taurino poderoso y contradictorio, polémico y criticado, que dice ser artista e intelectual antes que negociante, cansado, reconoce, de ser un personaje público y con ansias de retirarse al anonimato y perderse en el mar a bordo del barco que tiene anclado en Mahón.

“Siempre me consideré español”, afirma Simón Casas, “la tauromaquia ha sido mi vínculo identitario, y ahora creo que ha llegado el momento de solicitar mi pasaporte español, porque he conquistado mi identidad familiar perdida. Ahora que soy empresario de la plaza de Madrid siento que me he ganado los galones de españolidad al cien por cien, y cuando reciba el DNI habré acabado de construir mi destino”.

“Siempre me consideré español, y en unos días recibiré el DNI que supondrá la culminación de mi destino”

Asegura que su vida ha sido “muy dura”, que su infancia transcurrió en unas circunstancias sociales y económicas muy desfavorables, que apenas pisó el colegio y se vio abocado a buscarse la vida. “Mi camino ha sido el de un autodidacta”, añade, “y no solo en el aspecto cultural, sino en la concepción de mi personaje, de mis aspiraciones, de mi vida…”

Cuenta Casas que llegó a Madrid con menos de 20 años, sin oficio ni dinero, que durmió en la calle, que ejerció como pintor callejero de la Virgen María de El Greco en explanadas de iglesias y guía del Museo del Prado para familias francesas. “Me aprendí la historia de cuatro cuadros famosos, contactaba con turistas de mi país, les decía que era estudiante de Bellas Artes y así, entre los dibujos en el suelo y mis armas como seductor artístico, me ganaba unas pesetas”.

Consiguió debutar como novillero con caballos en Las Ventas, recibió el título de matador en Nimes el 16 de marzo de 1975, y cinco años más tarde ganó el concurso para ser empresario de esa ciudad; después la conquista española, empresario de éxito, apoderado de figuras, taurino influyente, respetado y temido… Pero casi nada de todo ese pasado cuenta en el libro de sus supuestas memorias.

“Es verdad que mi editor y yo mantuvimos un intercambio de pareceres sobre este asunto”, explica. “Él me pidió unas memorias, y yo le ofrecí un juego de memoria, no una biografía cronológica, sino unas reflexiones sobre la tauromaquia y la vida”.

“He sido un pícaro por necesidad; ahora soy un aventurero intelectual, un artista”

Pregunta. Defínase usted, al menos. ¿Quién es Simón Casas? ¿Un pícaro, un vividor, un tipo listo, un taurino con suerte…?

Respuesta. He sido un pícaro y un aventurero por necesidad, no por deseo. No sabría definirme, pero sé lo que he llegado a ser. Me apasiona entender el sentido de mi vida, me interesa la política, la filosofía, la literatura; tengo un apetito constante de conocimiento. He leído mucho para suplir mi falta de formación escolar. Soy un aventurero intelectual, un artista…

P. Y quiso ser torero para alcanzar la cima del arte…

R. Sí, pero también por identidad; si no hubiera nacido en Nimes, sería el mismo personaje, pero me habría dedicado posiblemente a la literatura.

P. Porque como torero dejó usted mucho que desear…

R. Entonces, no había escuelas taurinas, y a los franceses no nos permitían torear sin caballos en España. De hecho, debuté con picadores en Madrid sin preparación alguna. Pero le digo una cosa: si hubiera tenido la oportunidad de una formación técnica, hubiera sido un buen torero. Me queda esa esperanza.

Pero no fue así. Optó, entonces, por el mundo de la empresa taurina, y en 1980, tras una controversia con el Ayuntamiento comunista de Nimes, (él mismo era votante de esa opción política), consiguió que la plaza saliera a concurso y desde entonces, y han pasado ya 44 años, es el gestor del coso nimeño.

La suya fue la primera alternativa que se concedió en su ciudad natal, y cuenta con orgullo que ha conseguido que figuras como El Juli, Jesulín o Roca Rey también se hicieran matadores de toros en esa tierra francesa.

Tarde de toros en la plaza francesa de Nimes a finales de la década de los años 80.

Posteriormente, el político socialista Enrique Múgica le ayudó para abrirse camino en España, y le presentó al presidente de la Diputación de Valencia, quien le concedió la gestión directa de la plaza en 1985. Y ahí empezó una carrera que le ha llevado a Las Ventas tras pasar por las de Málaga, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Zaragoza, Castellón y Albacete, entre otras.

P. ¿Pero es o no es usted empresario de Madrid, porque el único que aparece como tal es Rafael García Garrido?

R. Claro que sí. Formamos una UTE entre Simón Casas Production y Nautalia, y ambas empresas ganaron el concurso. Mi socio posee más y mejores cualidades empresariales que yo, y le estoy muy agradecido por su importante labor. Y como no tengo necesidad de presumir, me da igual que se me vea o no. Rafael es responsable de la parte empresarial y yo de la creativa, y ambos damos lo mejor de nosotros mismos para gestionar lo mejor posible la plaza de Madrid. Rafael y yo somos muy diferentes, pero complementarios.

P. Y se supone que ha sido y es usted un hombre feliz.

R. La mía ha sido y es, más bien, una vida apasionada. ¿Feliz? Me quedo con mi vida, que ha tenido mucho contenido. Espero encontrar la felicidad cuando abandone la problemática comercial y mediática que me rodea y me retire a acumular conocimiento en el absoluto anonimato.

P. Usted anuncia en su libro de memorias que se jubilará pronto.

R. Sí, el penúltimo capítulo se titula ‘Hacer las maletas’, y cuento que dentro de poco dejaré este gran universo de la tauromaquia, todos mis malentendidos y todo este jaleo, y me pasearé por Madrid sin necesidad de saber quién soy.

“¿Que yo tengo mala imagen? Eso lo dirá usted; es la leyenda negra que ha inventado mi competencia, porque soy un profesional absolutamente honesto”

P. Luego, ¿no se presentará al próximo concurso de Nimes ni al de Las Ventas?

R. Bueno… sí me presentaré a la renovación en Nimes, pero quiero retirarme del negocio y continuar como consejero artístico, y así lo estoy reorganizando. Respecto a Madrid, no le contesto; dependerá de lo que suceda en los próximos meses.

P. Ha alcanzado usted sus objetivos profesionales, como empresario de éxito, taurino poderoso e influyente, pero no ha conseguido usted tener buena imagen personal y profesional…

(Este es el único momento de la entrevista en el que Casas manifiesta una profunda incomodidad; le ha molestado el comentario, y no lo disimula).

R. Eso lo dirá usted. Salgo a la calle y me piden fotos y autógrafos y me agradecen lo que aporto a la tauromaquia. O sea, que no sé de qué me habla. A lo peor, tengo mala imagen entre unos pocos aficionados, integristas, a los que todo les parece mal.

P. Pues existe la impresión de que es usted un hombre poco fiable que no ha pagado en tiempo y forma a los toreros que ha apoderado, por ejemplo…

R. ¿Y usted lo cree? Esa es una leyenda negra que ha inventado mi competencia para intentar que yo no conquiste el mercado. Todos los toreros, apoderados y ganaderos están entregados conmigo. Una prueba de lo que le digo es que yo puedo anunciar la Feria de Nimes sin negociar con los toreros. ¿Cree que podría hacerlo si no contara con la confianza de los profesionales?

P. Es usted, entonces, un profesional honesto…

R. Absolutamente. Y no lo soy por vocación, sino por mi condición de artista. A mí me motivan las ilusiones y los sueños. Hay gente en el mundo del toro que solo piensa en la pasta, la maldita pasta, pero yo no. Y le digo más: los que han pretendido atribuirme esa mala imagen de la que usted habla han aspirado a ser empresarios de Madrid y no lo son y nunca lo serán, porque son unos mediocres.

Tampoco cuenta en el libro que ha apoderado a 53 toreros, y ahora anda muy ilusionado con Talavante, quien le llama durante el encuentro periodístico y Casas lo anima a demostrar su alto potencial artístico.

El empresario, extorero, apoderado y escritor, el artista Simón Casas no tiene claro si algún día escribirá sus memorias de verdad. Será la historia de la vida de la de cowboy con la cara salpicada de cicatrices, un pícaro buscavidas, aventurero y triunfador, con buen concepto de sí mismo que no todos comparten, aunque a él le saque de sus casillas.

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