Michelle_Bechtelar
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Pasadas las cinco de la tarde de este miércoles, en el cosmopolita barrio porteño de Palermo, las sirenas de coches de policías y de bomberos se anticiparon a la noticia que pocos minutos se propagaría a través de teléfonos, medios y redes sociales: el cantante británico Liam Payne murió al precipitarse del tercer piso de un hotel de Buenos Aires. Decenas de curiosos y de fans de la banda One Direction, a la que perteneció Payne, corrieron hasta allí. Algunos llegaron conmocionados. Otros se acercaron con la esperanza de que no fuese cierto, pero esta se desvaneció al ver el cordón policial que impedía acercarse, las televisiones que transmitían en vivo y la llegada de un grupo de peritos forenses enfundados en batas blancas para reconocer la escena.
Entre los presentes, en su mayoría mujeres jóvenes, hubo más preguntas que lágrimas. Todos conocían la escueta información oficial: Payne murió en el acto de un traumatismo craneal. Cayó desde el tercer piso hasta un patio interno del hotel CasaSur, en el número 6032 de la calle Costa Rica. El encargado del hotel explicó que escucharon “un fuerte ruido” y cuando acudieron al lugar constataron que Payne estaba sin vida. Minutos antes, la policía había recibido un llamado del 911 en el que informaban “sobre un hombre agresivo que podría estar bajo efectos de drogas o alcohol”.
A partir de allí, los rumores entre las más de 200 personas que ocuparon la calle se multiplicaban y diversificaban. El nexo común de todos los relatos era que Payne se encontraba bajo los efectos de alguna sustancia, una hipótesis que se confirmará o se descartará cuando se conozcan los resultados de la autopsia. Sin embargo, algunos sostenían que había entrado solo y se había resistido con violencia a subir a su habitación, mientras que otros aseguraban que llegó acompañado de dos mujeres y que pudo haber peleado con ellas por dinero. Mientras, en las redes sociales, comenzaron a circular vídeos que mostraban la supuesta habitación del cantante destrozada en un ataque de furia.
Una década atrás, One Direction fue la banda de la adolescencia para millones de personas en todo el mundo, también en Argentina, donde aún recuerdan el recital que ofrecieron en el país el 3 de mayo de 2014. “Acampé durante dos noches para verlos”, recordó Martina di Lalla, una fan de 24 años que este miércoles se acercó hasta las puertas de CasaSur, en el número 6032 de la calle Costa Rica. “One Direction fue parte de nuestra adolescencia”, comentó, “Es como que se te muera alguien conocido”.
Desde la disolución del grupo, en 2015, el camino en solitario de sus cinco integrantes fue desigual y el de Payne estuvo entre los menos afortunados. “Escuché mucho a One Direction y aunque yo soy fan de Louis [Tomlinson] y no de Liam, pensar que murió es trágico”, lamentó Victoria, de 18 años. “Me parece terrible la forma en la que se murió”, insistió. Esta fan se enteró por una llamada de su madre cuando estaba en un café con sus amigas y las tres decidieron caminar las cuadras que las separaban del moderno hotel de cuatro estrellas donde ocurrió la tragedia.
Eran las ocho de la tarde y las fans estaban de puntillas detrás del cordón policial, con el móvil en la mano, preparado para grabar si las puertas del hotel se abrían para sacar el cuerpo, que a esa hora seguía dentro. Detrás de ellas, la familia propietaria del supermercado chino de enfrente se había subido a unos cajones de cerveza para tener una vista privilegiada de ese momento.
Las acusaciones de violencia de género contra él realizadas por su expareja Maya Henry hicieron mella en su imagen y sobrevuelan en las horas posteriores a su muerte en Buenos Aires. Hace sólo dos días, Henry contó en una entrevista que Payne le exigió que se sometiera a un aborto sin la ayuda médica adecuada para evitar que la noticia trascendiera. Según su testimonio, tras interrumpir el embarazo, el cantante la abandonó.
Los seguidores de One Direction sabían que Payne se encontraba en Argentina porque el pasado 2 de octubre apareció por sorpresa en el recital que su excompañero Niall Horan dio en el estadio Movistar Arena de Buenos Aires. El público lo reconoció y grabó vídeos en los que se escuchaba a alguna fan gritarle “te amo” y se veía a Payne bailando de manera frenética algunos de los clásicos de One Direction interpretados por Horan. Muchos seguidores pensaban que ya se había ido de la ciudad. Ninguno imaginaba que dos semanas después iba a estar muerto.
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Entre los presentes, en su mayoría mujeres jóvenes, hubo más preguntas que lágrimas. Todos conocían la escueta información oficial: Payne murió en el acto de un traumatismo craneal. Cayó desde el tercer piso hasta un patio interno del hotel CasaSur, en el número 6032 de la calle Costa Rica. El encargado del hotel explicó que escucharon “un fuerte ruido” y cuando acudieron al lugar constataron que Payne estaba sin vida. Minutos antes, la policía había recibido un llamado del 911 en el que informaban “sobre un hombre agresivo que podría estar bajo efectos de drogas o alcohol”.
A partir de allí, los rumores entre las más de 200 personas que ocuparon la calle se multiplicaban y diversificaban. El nexo común de todos los relatos era que Payne se encontraba bajo los efectos de alguna sustancia, una hipótesis que se confirmará o se descartará cuando se conozcan los resultados de la autopsia. Sin embargo, algunos sostenían que había entrado solo y se había resistido con violencia a subir a su habitación, mientras que otros aseguraban que llegó acompañado de dos mujeres y que pudo haber peleado con ellas por dinero. Mientras, en las redes sociales, comenzaron a circular vídeos que mostraban la supuesta habitación del cantante destrozada en un ataque de furia.
Una década atrás, One Direction fue la banda de la adolescencia para millones de personas en todo el mundo, también en Argentina, donde aún recuerdan el recital que ofrecieron en el país el 3 de mayo de 2014. “Acampé durante dos noches para verlos”, recordó Martina di Lalla, una fan de 24 años que este miércoles se acercó hasta las puertas de CasaSur, en el número 6032 de la calle Costa Rica. “One Direction fue parte de nuestra adolescencia”, comentó, “Es como que se te muera alguien conocido”.
Desde la disolución del grupo, en 2015, el camino en solitario de sus cinco integrantes fue desigual y el de Payne estuvo entre los menos afortunados. “Escuché mucho a One Direction y aunque yo soy fan de Louis [Tomlinson] y no de Liam, pensar que murió es trágico”, lamentó Victoria, de 18 años. “Me parece terrible la forma en la que se murió”, insistió. Esta fan se enteró por una llamada de su madre cuando estaba en un café con sus amigas y las tres decidieron caminar las cuadras que las separaban del moderno hotel de cuatro estrellas donde ocurrió la tragedia.
Eran las ocho de la tarde y las fans estaban de puntillas detrás del cordón policial, con el móvil en la mano, preparado para grabar si las puertas del hotel se abrían para sacar el cuerpo, que a esa hora seguía dentro. Detrás de ellas, la familia propietaria del supermercado chino de enfrente se había subido a unos cajones de cerveza para tener una vista privilegiada de ese momento.
Acusado de violento
Las acusaciones de violencia de género contra él realizadas por su expareja Maya Henry hicieron mella en su imagen y sobrevuelan en las horas posteriores a su muerte en Buenos Aires. Hace sólo dos días, Henry contó en una entrevista que Payne le exigió que se sometiera a un aborto sin la ayuda médica adecuada para evitar que la noticia trascendiera. Según su testimonio, tras interrumpir el embarazo, el cantante la abandonó.
Los seguidores de One Direction sabían que Payne se encontraba en Argentina porque el pasado 2 de octubre apareció por sorpresa en el recital que su excompañero Niall Horan dio en el estadio Movistar Arena de Buenos Aires. El público lo reconoció y grabó vídeos en los que se escuchaba a alguna fan gritarle “te amo” y se veía a Payne bailando de manera frenética algunos de los clásicos de One Direction interpretados por Horan. Muchos seguidores pensaban que ya se había ido de la ciudad. Ninguno imaginaba que dos semanas después iba a estar muerto.
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