orunolfsson
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Bueno, pues ha vuelto a pasar. Otra vez una mujer humillada en redes por su físico. No, no estoy hablando de Lalachus, que también podría ser. Estoy hablando de la actriz Sydney Sweeney. No sé qué tipo de esquema mental tenemos metido en la cabeza para pensar que alguien que sale en pantalla tiene que cumplir con unos estándares estéticos determinados. Vientre plano, por supuesto, piernas sin celulitis, pechos con talla 90, no más…
Un paparazi la pilló hace unos días en bikini. Su cuerpo es un cuerpo absolutamente normal. Tiene 27 años, está sana pero no luce unos abdominales esculpidos ni unos brazos definidos. Su objetivo vital no es ese, o si lo es, no le obsesiona. Pero parece que a sus seguidores sí. Ha recibido todo tipo de críticas, comentarios que hay que leer para entender la empanada mental en la que hemos caído. "Parece una mujer que ha tenido un par de hijos", "lleva a tu novia en la primera cita a la piscina" (supongo que para comprobar cómo son sus curvas y sus kilos de más o de menos), "vuelve al gimnasio"… y lo dejo ahí porque hay más, a cada cual más ofensivo.
Hemos normalizado que los cuerpos de quienes están expuestos en las redes o en las pantallas tienen que ser perfectos. Mujeres con un determinado peso, con una determinada altura, con un vientre plano, con las piernas trabajadas en el gimnasio…
Esto es una locura. Especialmente porque estamos imponiendo una forma de mirar a las mujeres absolutamente limitante. Y no solo me refiero a los que cuelgan esos comentarios. Es verdad que en esto la culpa está muy repartida. Con lo de Lalachus lo hemos vuelto a constatar. Es difícil encontrar a mujeres que se salgan de esos cánones y que tengan una relevancia pública. Me da igual dónde miremos, si a la tele, si a las redes, si a los influencers, si a las publicaciones de moda…
Yo he empezado a quitarme el miedo a los lunes. Los lunes es cuando hago la prueba de vestuario para toda la semana. Me pruebo los cambios del info, a veces ropa que ya me he puesto, otras veces ropa que me han comprado. Pues bien, temía ese momento, temía que la cremallera del vestido subiera o no, si el botón del pantalón me ataría… He decidido vivir el fin de semana como me merezco y como me apetezca. O tumbada todo el finde en el sofá o haciendo deporte o comiendo lo que quiera o dándome un homenaje.
Ya está bien. Ya basta. Normalicemos todo tipo de cuerpos. Todo tipo de medidas. Y abracémoslos como se merecen. Por lo que hacen, por su talento, por su cabeza… No porque hayan pasado hambre a cambio de lucir un vientre plano. Y aquí apelo a todas las mujeres que han hecho bandera de este tipo de ‘atributos’. A todas esas mujeres que han basado o siguen basando sus carreras profesionales en su cuerpo. No somos modelos. Ya vale.
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