Las altas ventas de la Feria del Libro Monterrey rompen el estigma del Norte que no lee

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Salvador López hacía el pasado martes caja con la venta de libros en el pabellón que editorial Tilde ha montado en la Feria Internacional del Libro de Monterrey, la gran ciudad industrial del norte de México. López se mostraba satisfecho por las ventas de sus libros, a pesar de que la suya es una editorial pequeña y debe competir con gigantes del ramo como Planeta, Océano o Random House en este espacio que se se abre camino como uno de los principales encuentros literarios del país. El chico está a cargo de la gerencia de la librería de esta editorial que se preocupa por impulsar la literatura norteña, un espacio muy vinculado a la frontera con Estados Unidos. “La feria nos da mucha visibilidad”, ha dicho López. “Hay gente que no conocía nuestra librería ni la editorial y aquí saben que pueden encontrar literatura de calidad”, ha agregado. “Las ventas han estado muy bien, la gente busca nuestros libros, a pesar de que las editoriales de gran talla siempre van a jalar, porque manejan a todos los escritores nuevos, pero estamos contentos con lo que hemos logrado”, ha afirmado López.

El martes era un día libre en México debido a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Los libreros temían que las visitas a la FIL bajaran y con ello las ventas, porque algunos suponían que la gente preferiría pasar el día en casa, con la familia, con los asados tradicionales de esta región. Lo que no esperaban era la locura que se desataría: pasillos repletos, un cardumen humano que hacía difícil moverse entre los pabellones de la feria y enormes colas en las cajas registradoras para comprar libros. Aunque los libreros consultados afirman que la mayoría de las ventas las encabezan libros de autoayuda, editores como López también estaban satisfechos porque hay espacio para un público que se inclina por historias de ficción bien narradas. La FIL de Monterrey es, según sus organizadores, la feria con el mayor gasto en libros por persona de México, 800 pesos (unos 40 dólares) por visitante, mayor que el de Guadalajara, el principal encuentro literario del país y el segundo más importante del mundo.

“Tilde es una editorial que se preocupa por estas historias del norte y fronterizas, la relación de la gente con esta frontera que es un espacio geográfico que nos une. Nos importa promover estas voces en la literatura que posiblemente quedarían ensombrecidas por la literatura que llamamos más canónica”, explicaba López. Tilde ha logrado tener éxitos editoriales propios, como ha ocurrido con La estructura de Andrómeda, una novela de Joaquín Hurtado, cuya edición ha agotado. “Es una novela muy experimental que toca temas muy serios como la sexualidad infantil, el sida o gente que vive al margen de la sociedad. Esta novela ya se nos terminó y vamos a imprimir una nueva edición”, ha explicado el librero. Otro éxito ha sido Las reinas somos gente normal, una recopilación de crónica, ensayo y narrativa de voces de la comunidad LGBT. Tilde sacará también una nueva colección que sus editores han llamado Fronteridades, con libros de poesía, ensayo, crítica y narrativa.

Si una editorial local y pequeña ha logrado ventas satisfactorias en la FIL, las grandes de la industria hacen su negocio del año en esta feria. Pedro Antonio Roque, asesor librero en el pabellón de Editorial Planeta, contaba que desde el pasado fin de semana, cuando abrió el encuentro literario, la gente se ha volcado a la feria y con mucho entusiasmo a los estantes de Planeta. “Ha estado bastante movida, bastante bien las ventas”, ha afirmado Roque. “Esta feria permite que siga creciendo el nivel lector en este Estado [Nuevo León] y que vengan los grandes autores a esta región”, ha agregado.

Monterrey ha reunido en esta edición nombres de la talla de la premio Pulitzer Cristina Rivera Garza, Juan Villoro o el escritor regiomontano David Toscana, quien estuvo a cargo del discurso inaugural de la FIL. “Hemos registrado buenas ventas, somos muy buscados por el público. Hemos vendido más que en años pasados”, ha dicho Roque, aunque las grandes editoriales no presentan cifras oficiales de sus ventas. Lo que busca la gente en este enorme pabellón es principalmente libros de superación personal, títulos como Hábitos atómicos, de James Clear, que da consejos para mejorar el estilo de vida, desde el ejercicio hasta el ahorro. El libro es el más vendido en la plataforma de Amazon. Los libros infantiles y juveniles también están arriba en la lista de ventas de esta editorial.

Los lectores también buscan las obras de los grandes autores mexicanos. Roque ha afirmado que una nueva edición de los libros de José Emilio Pacheco ha tenido un buen recibimiento de sus visitantes en el pabellón, en cuya entrada han colocado una enorme imagen del poeta, novelista y periodista mexicano. “Esta feria es algo imprescindible para que el Estado pueda evolucionar en torno a las artes. Es importante porque ayuda al crecimiento literario en la región. No solo tiene peso en el tema económico, porque es un gran apoyo para nosotros y otras empresas, sino que anima a la gente que no tiene el hábito de lectura a adentrarse en la literatura”, ha comentado Roque.

Otro que se mostraba satisfecho con las ventas era Antonio Solares, de Océano, uno de los grandes pabellones de la feria. “Hay mucho movimiento. Aún no llegamos a mitad de semana y ya estamos muy bien con las ventas, porque la de Monterrey es una buena plaza para la venta de libros, mucha gente se acerca”, afirmaba Solares el martes, aunque no ofrecía el número de obras vendidas. El libro más comprado en este pabellón era Este dolor no es mío, un ensayo psicológico que presenta herramientas para sanar traumas familiares. Aquí triunfa la literatura juvenil e infantil, ha afirmado Solares, aunque en el pabellón también hay un gran espacio para las colecciones de Anagrama, editorial renombrada por el cuidado de los títulos y autores que publica.

Quienes han dado números de sus ventas son los integrantes del equipo del Fondo de Cultura Económica (FCE), la gran editorial pública mexicana. El martes apenas había espacio para moverse en su pabellón, otro de los grandes de la FIL. La gente se arremolinaba al lado de las ediciones de bajo costo que publica la editorial y los niños jalaban a sus padres en el área de literatura infantil. “Es la gran oportunidad de ventas del año para los libreros del norte de México”, ha afirmaba Juan Carlos Ramos, jefe de la delegación de la FCE en Monterrey. “Teníamos expectativas muy buenas y creo que se han cumplido. El primer fin de semana fue excelente y hoy está a reventar”, ha comentado Ramos, quien además informaba que hasta el martes ya habían llegado casi a los 3.000 libros vendidos. “Es un 15% arriba de lo vendido el año pasado”, ha acotado. “Las estadísticas de visita cada vez son mayores. Después de la pandemia hubo un boom extraordinario y se ha mantenido”, ha explicado Ramos en referencia a la pandemia de covid-19 que representó un duro golpe para la industria editorial. “Es una de las plataformas que nos ha ayudado a recuperarnos. Para nosotros la venta mayor del año. El año pasado vendimos más de 10.000 ejemplares y este año esperamos superarlo. No creo que ni el libro ni los lectores se vayan a extinguir”, afirmaba sonriente el librero.

Los organizadores de la FIL de Monterrey han querido impregnar este evento con un toque más internacional, para que se deje de ver solo como un evento local y posicionarlo como uno de los grandes encuentros literarios del año. Detrás de la feria está el apoyo del Tecnológico de Monterrey, una de las grandes universidades privadas de México, y el de las principales empresas de esta ciudad industrial, que ven en esta feria una oportunidad para posicionar su imagen en apoyo a la cultura. La FIL también intenta ser un puente que una a las poblaciones del sur de Estados Unidos y el norte de México, en una amplísima región que es una de las más ricas de esta potencia latinoamericana. Monterrey quiere romper con un prejuicio que carga como una urbe no abierta a las artes y para ello la iniciativa pública y privada ha apoyado la apertura de nuevos museos, centros culturales, festivales de música y esta feria. En la inauguración del evento participó el gobernador del Estado, Samuel García, quien dio un paseo por los pabellones llenos de libros.

“Queremos potencias las industrias creativas a través del libro”, explica a este diario Carmen Junco de la Vega, presidenta de la FIL. “Nuevo León es una un Estado con un potencial industrial muy fuerte y tiene un grupo empresarial muy comprometido con su comunidad, con la educación, la pobreza, erradicar el hambre, con la sustentabilidad. Diseñamos con cada empresa patrocinadora proyectos enfocados a sus áreas de interés”, dice Junco en relación con la relación que mantienen con los fuertes empresarios de la región para mantener viva la feria y crezca cada año. Uno de esos espacios que apoyan empresas como Lego es el Pabellón de la Niñez, un espacio de 2.000 metros cuadrados con áreas para el juego, conciertos infantiles y el fomento de la lectura en niños.

La presidenta de la FIL, que se paseaba orgullosa el martes por ese enorme espacio, comentaba que la Feria también quiere posicionarse como un encuentro para la discusión y la investigación académica, científica y tecnológica, impulsadas desde las facultades del Tecnológico de Monterrey y con relaciones con otras grandes universidades. De hecho, este año la invitada de honor de la feria es la Universidad Autónoma de México (UAM), que cumple 50 años de haber sido fundada. La casa de estudios participa con un pabellón de 200 metros donde se exponen más de 2.000 títulos, entre obras de difusión académica y clásicos literarios, como una hermosa edición de la poesía completa del escritor británico-estadounidense T. S. Eliot.

“Nos sentimos muy halagados”, ha afirmado Yissel Arce, coordinadora general de Difusión de Cultura UAM. “Hay una trayectoria amplísima de la Universidad contribuyendo a diferentes campos del conocimiento y una trayectoria también en términos de cómo la labor editorial de la universidad ha acompañado la docencia, la investigación y la difusión de la cultura”, ha comentado. Arce y su compañero Marco Moctezuma, subdirector de distribución y promoción editorial de la universidad, expresaban satisfacción por el recibimiento de los lectores y la venta de los libros que publican. “Las ferias del libro fueron el elemento detonador más importante para revitalizar la industria editorial en México tras el golpe de la pandemia”, ha afirmado Moctezuma.

“Las ferias son el elemento que soporta y que impulsa el trabajo que se hace desde la industria editorial. Es un hecho que el poder tener acceso a esta cantidad de libros que encuentras en una feria es una enorme oportunidad para los lectores”, ha explicado. Moctezuma ha dicho que en México se editan cada año alrededor de 2.500 títulos y que es difícil para las librerías exhibirlos adecuadamente, por lo que estos eventos son una oportunidad de lujo para los editores. “Para nosotros este año ha sido un estallido de ventas”, ha afirmado el académico. En cuatro días habían vendido más de 1.000 ejemplares de los títulos que publica la universidad, casi el 25% del material que habían llevado a la feria, por lo que a mitad de semana esperaban volver a llenar sus estantes. Nada mal para un espacio enfocado en su mayoría en la difusión académica. “Estamos centrados en la producción académica, pero tratamos de incentivar otras posibilidades narrativas que contribuyan a la gestación del pensamiento crítico, como la poesía, ficción u otros géneros literarios”, ha comentado Arce. Ella y Moctezuma, sonrientes, se mostraban felices de participar en una feria, abierta hasta el fin de semana, con un público entusiasmado y dispuesto a invertir en esa tecnología tan vieja ya que llamamos libro.

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