La Virgen de la Almudena procesiona en su día como ofrenda de Madrid a Valencia

Tyra_Runolfsson

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Niebla de mañana no equivale a mañana tibia de procesión. Aunque el meteoro, el que tanto daño ha hecho a España, no se atrevió este sábado con la Patrona de Madrid que es venerada, también, para luchar contra los elementos. Siglos encerrada en una muralla, con unas velas siempre ardiendo, dan idea de lo que los esnobs conocen por resiliencia y los cristianos por milagro. La mirada se detenía en grupos de la madrileñía más maja y vernácula departiendo, luengas las capas, en ese altozano, el del Palacio Real y la catedral, que es el relicario de la ciudad desde tiempos de los moros. El propio día llevaba, en principio, color de oración silente en contraste con otros 9 de noviembre en que el viejo Madrid parecía vivir un Domingo de Ramos . Desde el alcor de esa explanada rayana al Patio de Armas, con la niebla matutina, «que ya levantará», al decir del personal, no se divisaba la sierra, aunque la nubes bajas prestaban a contrarreloj el encanto de noviembre al día. Alberto, de la Asociación de Amigos de la Capa, pasaba junto a un congregante de la Real Esclavitud con una sonrisa pícara.Noticia Relacionada estandar No La Hermandad Matriz lleva a Las Ventas la exposición 'Otorga lo imposible', sobre la relación de los toros y El Rocío ABC Andalucía En colaboración con el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, estará abierta durante la Feria de Otoño hasta el 20 de octubreEra el epílogo del Viaducto un entrecruce de trajes y épocas. Galas y casticismo en una mixtura que contemplaban, envueltos en su vetusta dalmática, Pedro y Carlos, ordenanzas del Ayuntamiento de Madrid y maceros del Concejo, que sabían que estaban ante un día «especial. Triste pero especial». En lo más prosaico rogaban por que su aliño indumentario «lo restauren pronto», que el tiempo hace mella en los escudos, en los heraldos y en los terciopelos de lo que fuimos. El mural de flores de la Almudena se iba colapsando de promesas floreadas. El cronista, con su escapulario de prensa, colaboró colocando un ramo de una niña llamada Valeria. La voluntaria, encargada de encajar los exornos en la réplica de la muralla 'almudeniense', sonreía. Ayuso se fotografiaba con la buena gente de Ponteareas, que alfombraba con pétalos a una réplica de la Almudena trazada en el asfalto de Bailén y rodeada con los colores de la señera valenciana cuando detrás pasaba el simpecado de la Hermandad del Rocío capitalina.madrid_dia_0703Galicia, Andalucía, Valencia y Madrid en el mismo tiro de cámara. En la ofrenda floral se rogaba donación a la DANA y un exorno, también, recordaba al Levante con minuciosidad, cariño y un número de cuenta. De rocieros a extremeños, de leoneses a murcianos, de 'pichis' y seminaristas, bullía la reja de la puerta de la catedral. Y el sol salió intenso cuando pasadas las diez y media, y en el paso que siempre cede Jesús el Pobre, con sus 43 anderos también venidos de su casa de San Pedro el Viejo, se trasladaba, entre marchas opacadas por las campanas del templo, a la Madre de Dios; el gótico sobre el neobarroco. La armonía en un día de contrastes. Se sentaban las autoridades. Almeida se colocaba la medalla con su colgante blanquiazul para que no se le quedara oculta entre el abrigo y comentaba algún chascarrillo con Álvarez del Manzano. Afuera, en el rezo de la calle, los hermanos Cañas daban lustre a su barquillo y a su parpusa de entretiempo, vendiendo hidratos madrileños como en una película de Edgar Neville.Majas en manga cortaEl final de la Misa, que se vivió al lado de la Patrona, acabó con un mensaje de ánimo y alegría. Ángel Benito, emocionado y firme, era el capataz, el encargado de cuadrar a los anderos para que la sempiterna entrada de la Inmaculada en el Jerusalén 'madridí' por noviembre fuera perfecta. Arriba portaban la creencia de todo un pueblo. Entonces, ya sí, con las campanas otra vez repicando y las notas suaves que salían los músicos de Unidad de Música Militar de la Dirección de Acuartelamiento (DIACU) del Ejército de Tierra, echó a andar la Patrona hasta la esquina entre el Patio de Armas con Bailén. Justo ahí, volviendo a desafiar a las campanas, o en sintonía con ellas, la Agrupación Musical de Jesús el Pobre entonó 'Virgen de las Angustias', con las majas en manga corta y la multitud viendo una rara primavera y una Virgen de otoño.Todo era lo de siempre y lo de nunca. El frente del paso llevaba un lazo negro en recuerdo de lo que todos tenemos tan presente en las portadas y en las oraciones. La Virgen estrenaba, en su festividad, un manto de damasco amaranto con guirnalda de oro que en los inicios del XIX fue donado por la Marquesa de Malpica. Antes, la presidenta de la Comunidad, sabiendo lo solemne del día y de los días pasados, daba el golpe de llamador para elevar aún más a la Virgen. En la calle Mayor, un ciclista llevaba horizontalmente su bicicleta como pidiendo perdón al gentío. Madrid bullía. Su Patrona retornaba a casa uniendo su advocación a la Virgen de los Desamparados de Valencia después del mínimo y sentido itinerario. Atronaba el 'Ave María'. Hubo un principio, una mueca trémula de alegría y la sensación de que lo más arraigado no corre riesgo de perderse.

 

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