La UME de todos los santos

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vboyer

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27 Sep 2024
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Un hombre con el uniforme lleno de barro se apoya abatido sobre la puerta entreabierta de una furgoneta que reza: Unidad Militar de Emergencias. Sus manos tapan su rostro. Es el gesto de quien se permite respirar durante unos segundos para digerir el contexto en el que está trabajando, para asentar la hecatombe en la que se dedica a salvar vidas. Es el efímero suspiro de quien está mirándole a la cara a la tragedia que ha provocado la DANA. Son los dedos metidos dentro del ojo del huracán. En abril de este año asistí a los premios Sabino Fernández Campo que entrega este periódico. La ceremonia, cosas del macabro destino, estaba fechada para el 23 de febrero, pero se tuvo que postergar a causa del terrible incendio que asoló Valencia el día anterior. En ese dramático suceso, que se cobró la vida de 10 personas, participaron los principales galardonados, por lo que no fue hasta un mes y medio después cuando se ofició el acto. Allí, en el Edificio de Capitanía, se homenajeó a los militares españoles que formaron parte del equipo de rescate en el terremoto de Turquía. Sobre el escenario, erguidos, estaban todos los miembros de la gesta mientras que el Teniente general de la unidad, Francisco Javier Marcos Izquierdo, pronunciaba estas palabras que desde ayer me rebotan en el subconsciente: «¿Saben ustedes qué significa servir a la UME?», tras una larga pausa que dejó colgando al auditorio, se respondió. «Un compromiso diario, a fondo perdido. Nuestra mayor recompensa es la íntima satisfacción del deber cumplido». No eran esas frasecitas huecas llenas de la falsa modestia que tanto se estilan ante los aplausos, era la pura y sencilla verdad de unas personas que encuentran su retribución, el sentido de sudor, siendo ángeles en mitad de los apocalipsis. Así llevan años demostrándolo a lo largo y ancho del mundo, así lo están haciendo en la Capital del Turia durante las últimas horas. Ellos, junto a la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Local, los bomberos, los voluntarios de Protección civil y la participación de toda esa ciudadanía que nos devuelve la esperanza en la especie humana, son la mejor España, el único motivo de orgullo que nos deja este cataclismo. Fuera de ahí, solo se puede sentir vergüenza por esa sociedad mezquina, llena de yonkis del radicalismo ideológico, que ni con los cuerpos calientes de más de 100 compatriotas son capaces de dejar a un lado su vomitivo sectarismo. Asco infinito por ese politiqueo que exprime a los muertos, nuestros muertos, y se dedica mientras tanto a colonizar organismos públicos y a pasar la pelota de un tejado a otro para no tener que asumir las responsabilidades de este fracaso. Ojalá alguna vez estos indeseables estuviesen a la altura de los que hoy se juegan el pellejo en el desastre que ha creado su incompetencia. Frente al humo, la UME.

 

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