La subida de costes asfixia a las empresas más pequeñas con una escalada del 28% desde la Covid

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Pagar sólo por abrir el cierre, pero sin garantía de que las ventas acompañen. La incertidumbre que tradicionalmente marca la jornada en las pymes se ha agravado los últimos años a raíz de la concatenación de crisis tras la pandemia de coronavirus (la de suministros, la energética, la inflacionaria...) y con el endurecimiento de las condiciones de financiación, que está remitiendo sólo en parte a raíz de la rebaja de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE). La subida de los costes operativos ha sido considerable desde entonces y las que más lo están padeciendo son las empresas más pequeñas.

De media, los costes operativos se han disparado un 26,8% para el conjunto de las pymes entre el tercer trimestre de 2020 y el mismo periodo de este año. En el caso de las más pequeñas, que son las que cuentan también con menos margen de maniobra y menos recursos para hacer frente a las dificultades, el alza ha sido del 28%. Sólo el gasto en insumos (que incluye los bienes intermedios, los productos energéticos, los bienes de equipo y los de consumo) se ha incrementado un 34,2% en apenas cinco años.

Son algunas de las conclusiones del 'Indicador Cepyme sobre la Situación de las Pymes Españolas', informe que elabora el Servicio de Estudios de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa, con datos de julio a septiembre. Ni el hecho de que la inflación se haya moderado, sobre todo la de la energía (cuyos precios se han reducido de media un 10,2% en el tercer trimestre con respecto al mismo periodo de hace un año) ni el alza de las ventas sirven para compensar los sobrecostes acumulados.

El estudio constata que la productividad de las pymes encadena siete trimestres de caídas interanuales, por lo que está lejos aún de recuperar los niveles prepandemia. Al mismo tiempo, la rentabilidad de las pymes se mantiene un 12% por debajo de los niveles de 2019. Desde Cepyme señalan, además, el esfuerzo que ha supuesto para sus asociados hacer frente al alza de los costes laborales.

Mientras los costes laborales nominales han atenuado su ritmo de incremento, los costes laborales reales (ajustados por la inflación) lo han acelerado. Desde la patronal advierten de que esto responde a que los precios de venta de las pymes se han desacelerado más deprisa. Así, los costes laborales de las pymes ajustados de las variaciones en los precios han crecido un 3% sólo en el tercer trimestre, en lo que supone su mayor aumento desde junio de 2021.

Si para el conjunto de las pymes los costes laborales escalaron un 18,1% en el tercer trimestre respecto al mismo periodo de 2019, los de las empresas más pequeñas acumulan un rally del 19,3%, mientras que los de las compañías medianas se elevan un 15,3%. Desde Cepyme atribuyen el mayor incremento de los costes laborales en las empresas pequeñas a la rápida subida del salario mínimo interprofesional (SMI). Aseguran, así, que el salario promedio de las empresas más pequeñas es menor dada su productividad media más reducida. Esto implica que un mismo incremento del salario mínimo tiende a impactar proporcionalmente más cuanto menor es el tamaño de la empresa.

Un entorno de incertidumbre que lastra la inversión​


El escenario sigue plagado de incertidumbre tanto para las empresas -al margen de su tamaño- como para los hogares. El Banco de España (BdE) constataba hace solo unos días que los beneficios de las empresas españolas se estancaron entre enero y septiembre con respecto al mismo periodo de 2023, en un contexto en el que la economía tiró con fuerza (el PIB creció un 0,8% en el tercer trimestre) y cuando el BCE ya había recortado en dos ocasiones los tipos de interés, que permanecen en niveles elevados.

Los datos de la última Central de Balances, que recopila información de 7.000 empresas no financieras, muestran cómo este resultado está muy influenciado por la situación de las empresas energéticas y de la industria en general. Las tensiones geopolíticas y la falta de visibilidad sobre la política económica (que afecta a España, pero también a otras grandes economías del euro) también empañan el día a día de las empresas y afectan a una variable clave para el crecimiento económico, la inversión.

Desde BBVA Research inciden en que si hay un componente de la demanda que es sensible a la incertidumbre sobre la política económica este es la inversión. Pese a que su previsión es que el año que viene se eleve alrededor del 5,2%, advierten de que seguirá sin recuperar lo perdido en ejercicios anteriores -sin cerrar, por tanto, la brecha que se ha abierto-. Decisiones como los cambios en las indemnizaciones por despido improcedente, determinados impuestos que se anuncian y no se aprueban... coartan a las empresas y se traducen en un retraso de esta variable que, como insiste el BdE es clave para garantizar el crecimiento a medio y largo plazo de la economía.

 

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