La sostenibilidad informa a la ciudad

marianna23

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La Fundación Alternativas acaba de hacer público su Informe sobre Sostenibilidad en España 2024. Se ocupa fundamentalmente de la tarea de construir unas ciudades sostenibles. Lo desarrolla con las ideas y esperanzas expresadas por un conjunto de colaboradores de reconocida trayectoria científica y social, que no vamos a citar por sus nombres, pero queremos exponerles nuestra gratitud. En el enlace al informe se pueden encontrar quienes sostienen las referencias de vida que aquí incluimos –al final del informe se detallan las características profesionales de cada una de las personas que han elaborado los diferentes capítulos-. Aquí vamos a traer especialmente, a veces copiada textualmente, la caracterización global de las ciudades actuales y las deseadas; se detalla en el primer artículo del informe, firmado por D. López Garrido y J.L. de la Cruz. También incluiremos los títulos del resto de los artículos. Tan sugerentes son que seguro que quienes lean esta entrada de La Cima 2030 buscan en el enlace por qué y cómo se sustenta lo que se dice. También hemos de señalar, algo que sería de obligada lectura y debate en los plenos municipales, la puesta en valor de las alianzas entre los gestores administrativos y la ciudadanía, con representación especial de las Asociaciones de barrios y ONG ambientalistas y ecosociales del municipio. Sepamos que una problemática global solamente se resuelve en el marco de alianzas estables y valorativas.

Comienza el informe con una ilusión largamente esperada y marcadamente colaborativa: Generando ciudades circulares y resilientes al cambio climático. En la justificación a este artículo se manejan datos que apremian a intentarlo: más del 55% de la población mundial vive en entornos urbanos, y se espera que esta cifra aumente a un 68% para el año 2050. Pero además, las ciudades son responsables de aproximadamente el 70 % de las emisiones globales de CO₂ que aceleran el cambio climático. Tanto es así que algunas ciudades ya desarrollan planes de reducción de las emisiones -buscan la eficiencia energética y el uso de energías renovables- y reordenación de la movilidad ciudadana. Pero estas ciudades no serán resilientes si no llevan a cabo al mismo tiempo una transición hídrica global. La cual deberá contemplar tanto la gestión hidráulica como el hecho de que el agua no es solamente un bien mercantil del que disfrutan más o menos personas y actividades productivas, sino un recurso ecosocial esencial que, necesariamente, debe ser entendido (regenerado en su caso, conservado y gestionado) de manera sostenible.

Otro de los vectores esenciales de la vida ciudadana es la salud de las personas. La “no salud” del aire urbano, su contaminación, puede ser causante de alrededor de cuatro millones de muertes prematuras anuales en todo el mundo. Lo cual es especialmente dramático en las áreas urbanas, sometidas a altos niveles de tráfico, industria y actividad comercial. Por otra parte la urbanización intensiva también contribuye al fenómeno de isla de calor en los episodios tórridos cada día más frecuentes y con mayor magnitud, lo cual afecta de manera muy especial a quienes ya padecen problemas de salud y a las personas mayores. Poco a poco las ciudades van previendo estas situaciones con refugios climáticos, buscan que la ciudad sea amigable para quienes la habitan, pero falta mucho camino por recorrer.

Para todo ello se recomienda la necesidad de la participación ciudadana. ¿Cómo llevar a cabo sin ella una verdadera transición urbana? Se necesitan cómplices en esta ilusionante, ahora mismo imprescindible, tarea. ¿Alguien duda que la implicación activa de la ciudadanía es fundamental en la toma de decisiones y en la gestión de sus entornos urbanos construye políticas más adaptadas a las necesidades locales? Pero además, y esto sería lo más importante si se hace permanente, fomenta el desarrollo de competencias de corresponsabilidad en la reducción de la huella ambiental urbana.

Si se logra esta conjunción de intereses y esperanzas, seguro que surge enseguida la necesidad de implicarse en la restauración de espacios urbanos –especialmente barrios o zonas urbanas castigadas por el olvido- y periurbanos degradados por la desatención municipal o la utilización de la ciudadanía como basureros. Hasta aquí la introducción a las interesantes aportaciones que vamos a relacionar. Cada persona que se acerque con interés al informe 2024 de la Fundación Sostenibilidad encontrará análisis de casos, justificaciones documentadas, ejemplos de ciudades en marcha hacia la resiliencia, enlaces a proyectos globales, recomendaciones de acciones progresivas, y muchas más cosas que empujan a construir ciudades más amigables. Pues en cada uno de los epígrafes señalados se justifican los motivos, se desarrollan posibles transiciones y se aportan una serie de recomendaciones; también se adjunta una cuidada bibliografía específica y enlaces. Estas no son quimeras, pues se ajustan a situaciones concretas de las cuales aprender y salir, depende del holograma/imagen que podamos representar en nuestra ciudad. Resaltaremos:

  • El derecho a la ciudad. Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU).
  • Las ciudades en el centro de la gobernanza ambiental.
  • Atender la problemática de los barrios desfavorecidos desde el marco de la regeneración urbana. Avanzar hacia una política para las ciudades.
  • Una organización política y técnica municipal por propósitos. La experiencia de Sant Boi de Llobregat.
  • Reflexiones sobre el rol local en la acción energética.
  • Ciudades con atmosferas saludables.
  • Ciudades Adaptadas al Cambio Climático: Patrimonio Cultural Inmaterial, refugios y refugiados climáticos.
  • Construyendo Ciudades Circulares.
  • Presente y futuro de la (re)naturalización de las ciudades.
  • Ciclo Urbano del Agua. ¿Avanzamos hacia la autosuficiencia hidráulica?
  • Los desafíos de la movilidad sostenible y nuestra capacidad de acción. Racionalidad limitada y procesos de gobernanza. Consideraciones aplicables al caso de las ZBE.

Solamente nos resta animar a que la sostenibilidad sea una fuente de información permanente a la que la ciudad acuda, como nos proponen los autores de todos los capítulos, copiamos casi textualmente la parte final del primero: esperamos que el análisis e información ofrecida en el informe – destinado a presentar cómo las ciudades pueden liderar la transición ecológica y convertirse en entornos donde la sostenibilidad, la equidad y la salud son interpretados como los cimientos del desarrollo urbano- ayude a conseguir una sociedad y un sistema productivo adaptados y resilientes antes los grandes retos y desafíos ambientales.

 

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