La seriedad del alcalde

Casey_Lebsack

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Se ha extendido por Sevilla una crítica al alcalde que en realidad es un elogio. Cuando se habla en un corrillo sobre cómo está gestionando la ciudad José Luis Sanz, siempre hay uno que espeta: «Es que es muy malaje». Yo no recuerdo haber visto sonreír demasiadas veces a Manuel del Valle o al propio Monteseirín, que ha sido el alcalde más duradero de todos, pero en el caso de Sanz su rictus habitualmente serio se ha convertido en una marca. Él mismo había intentado combatirla contando chistes en la radio, pero esta semana en el Foro ABC le ha dado un giro a esta característica suya que puede acabar convirtiéndose en su mejor eslogan: «Sevilla necesita un alcalde serio». Creo que, por ejemplo, pagar 500 euros por un festivo de Navidad a cada policía local no es una medida seria, pero debo reconocer que el alcalde tiene valentía para aguantar esa crítica a la cara y razonarla. Dijo exactamente que Sevilla no se puede permitir semejante exceso salarial, pero que la seguridad está por encima de todo y la plantilla de la Policía está mermada porque no se han convocado oposiciones al cuerpo en años. Por lo tanto, garantizar una buena vigilancia exige llegar a acuerdos descompensados con los agentes para que hagan horas extra. Es difícil que un político hable tan claro, se esté o no de acuerdo con él. Por eso Sanz ofreció una inagotable retahíla de titulares en el Foro, porque tiene el defecto político y la virtud social de hablar sin rodeos. No sabe esconderse en el burladero de las frases vacías. Es demasiado serio como para escaquearse.Su gestión habrá que valorarla en su justa medida al final del mandato, pero ya se puede decir que el sambenito de 'malaje' es injusto. Todos los alcaldes tienen que soportar una pega que les acompaña hasta su retirada. De Espadas se decía que gustaba más a la derecha sevillana que a los suyos. Y ahí está ahora sobreviviendo en el sanchismo. De Antonio Muñoz se hablaba que era un cultureta urbanita que no pisaba los barrios, una mentira como un templo. Pero a veces las etiquetas se quedan pegadas a la espalda y no hay forma de quitárselas. Sanz arrastra la mácula de la severidad y va a ser difícil que se pueda zafar de ella, pero tampoco debe preocuparse mucho de eso. Su misión debe ser limpiar Sevilla, que él mismo admite que aún no está como quiere, mejorar el tráfico y trazar un plan de ciudad que vaya más allá del funcionamiento de los autobuses, los policías, la Feria y la Semana Santa. Sevilla es la capital mundial de la ojana y a veces asocia conceptos que no tienen por qué ir de la mano. Aquí se entiende que los simpáticos trabajan menos (falso), que los serios no gustan a la mayoría (falso) o que los buenos profesionales no van a actos sociales (más falso todavía). Los estereotipos son un atajo para los analistas de chichinabo que ejercen de guardianes de la sevillanía. José Luis Sanz es un señor muy seco con un gran sentido del humor. Un político parco en palabras que detesta los circunloquios. Un sevillano sobrio. Sólo nos queda saber si pasará a la historia como un alcalde serio porque Sevilla no está para muchos chistes.

 

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