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Hace ya un mes desde que la DANA arrasase casi una veintena de municipios (en su mayoría en la Comunidad Valenciana) y, todavía, los trabajos de limpieza y recuperación de las calles, casas y locales afectados por las inundaciones continúan, con la ayuda de miles de voluntarios que siguen visitando las zonas más perjudicadas para echar una mana (que siguen haciendo mucha falta, tal y como recuerdan los vecinos a través de las redes sociales).
Esta catástrofe ha afectado tanto a personas como animales, especialmente a aquellos que vivían en los centros de protección animal en zonas que quedaron totalmente devastadas por la corriente de agua y los fuertes vientos (como ha sido el caso de El Refugio de María o la protectora Modepran).
Sin embargo, el paso de la DANA también está afectando a nuestros animales domésticos, como los perros que, al salir a la calle y mancharse las patas, están expuestos a contaminarse y enfermar, pero también nuestros gatos, quienes han visto completamente rotas las rutinas que tanta paz y estabilidad emocional les proporciona.
Así lo explica el veterinario y profesor Juan de la Cerda, a través de su cuenta de divulgación veterinaria @loquehayquevet, donde ha publicado algunos contenidos relacionados con los cuidados de animales afectados por la DANA: "Los gatos de la zona afectada por la DANA están sufriendo mucho estrés".
"En algunos puede ser más fácilmente perceptible que en otros y, por eso, aquí van unos pequeños consejos para entender como reconocer el estrés, qué podemos hacer para disminuirlo y algunas consecuencias del estrés crónico", añade el veterinario en una publicación en la que ha colaborado con Belén Montoya, experta en Medicina Felina y formadora en del curso Be a Cat Pro.
De la Cerda comienza explicando que los gatos son animales "altamente sensibles al estrés y la ansiedad" y que tras una situación como la DANA "han perdido su previsibilidad y control". "Este estrés agudo puede evolucionar a estrés crónico si no les ayudamos", advierte.
Causas de estrés y cómo lo muestran los felinos
Entre las causas más significativas que pueden producir estrés en los gatos afectados por la casa, el veterinario destaca la pérdida del hogar habitual y los cambios en el hogar como "no tener su arenero o arena habitual" e incluso "el estrés y estado emocional de los tutores".
"También pueden ser causas de estrés los ruidos (ambulancias, sirenas, gente entrando en casa...), los olores diferentes y las pérdidas de sus marcas de olor, así como los cambios de la alimentación (por no tener, por ejemplo, acceso a su dieta habitual)", ejemplifica.
Según el experto veterinario, cuando un gato se encuentra estresado empezará a mostrar cambios en su comportamiento. "Puede no jugar cuando antes sí lo hacía, esconderse (incluso durante la noche o en momentos tranquilos), evitar el contacto, sufrir alteraciones del sueño habitual e incluso mostrar agresividad redirigida", enumera.
Un estrés crónico puede predisponer a algunas patologías severas asociadas como la cistitis idiopática o la lipidosis hepática
¿Y qué podemos hacer al respecto? De la Cerda cuenta que podemos empezar disminuyendo el estrés ambiental. "Por ejemplo, intentar volver a sus rutinas o crear nuevas rutinas donde el gato sienta control, previsibilidad y seguridad", propone.
"También, si es posible, volver a su dieta y arena habitual, así como jugar y cepillarle si le gustaba", agrega. "Por supuesto, hay que dar espacio al animal y no agobiarlo si necesita soledad y, por último, podemos apoyarnos en feromonas felinas".
No obstante, puede que hacer todo esto no sirva y nuestro gato siga teniendo niveles muy altos de estrés. En este caso, De la Cerda aconseja ponerse en contacto con un veterinario y apoyarse en fármacos y una alimentación específica.
"Podemos utilizar nutraceúticos y productos naturales, estimulantes del apetito o fármacos ansiolíticos para disminuir el estrés y la ansiedad, pero siempre con la ayuda de un veterinario que supervise el proceso", recomienda.
Aunque puede parecer que tratar el estrés no es algo importante, la realidad es que un estrés agudo puede convertirse en crónico. "Esto ocurre cuando el gato está expuesto de forma continua o repetida a situaciones que percibe como amenazantes o incontrolables, sin oportunidades de escape o adaptación", expresa el veterinario.
"Un estrés crónico puede predisponer a algunas patologías severas asociadas como la cistitis idiopática o la lipidosis hepática", advierte. "La primera consiste en la inflamación de la vejiga, que provocará que el gato orine fuera del arenero, que le duela e incluso que orine sangre, además de causarle vómitos y diarreas".
En cuando a la lipidosis hepática, se trata de "la acumulación de grasa en el hígado debido a una anorexia prolongada". "Puede provocar ictericia (gato amarillo), anorexia y vómitos, apatía y letargia, entre otros", enumera el veterinario. "Por esto es fundamental estar atento a cualquier cambio en su comportamiento y, ante cualquier duda, llamar o acudir a un veterinario".
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