cary.keeling
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Los Beatles renacen cada vez que una nueva generación descubre su música, y el tiempo ha permitido entender e incluso perdonar algunos de los episodios más dolorosos de la historia de la banda. La casa de subastas británica Dawsons ha puesto este jueves a la venta en su sede de Maidenhead, con un precio de salida calculado de unos 6.000 euros, más de 300 documentos legales y contables, procedentes de los bufetes de abogados y de los tribunales que durante años tuvieron que abordar el complicado entramado jurídico de la separación del grupo.
El legendario productor Brian Epstein, sin el que es imposible entender la historia de los Fab Four, los fabulosos cuatro adolescentes de Liverpool, había muerto en 1967. También John Lennon, asesinado a las puertas del edificio Dakota, en Nueva York. Tanto la viuda de Lennon y heredera de sus derechos, Yoko Ono, como George Harrison y Ringo Starr, habían dejado su representación jurídica en manos de Allen Klein, que no conocía la historia de la banda ni tenía experiencia financiera.
Paul McCartney decidió demandar a sus compañeros y a la discográfica Apple Corps Limited, el sello bajo el que se publicaron todos los álbumes de los Beatles. La banda puso fin a su breve historia a principios de 1970, pero no fue hasta finales de 1974 cuando los tribunales británicos sancionaron oficialmente la separación.
McCartney lleva décadas intentando enderezar un relato agrio, en ocasiones injusto, en el que le toca acarrear con el papel de malvado. “Tuve que pelear del único modo en que podía hacerlo, y era demandando a los otros miembros del grupo, para evitar que acabaran en manos de Klein”, explicó a la BBC en 2021, durante una entrevista. Pasaron meses en los que la banda ya no existía, eso era un hecho incontestable, pero seguía viva legalmente, porque Kein pedía más tiempo para poner en orden las cuestiones financieras. McCartney sospechaba que el representante pretendía más bien apropiarse de la música del grupo.
Los documentos subastados contienen la escritura de sociedad de la banda, con sus correspondientes copias; las notificaciones de demanda que llegaron a los respectivos domicilios de Lennon o Harrison, en Nueva York y Londres; y sobre todo, las minutas detalladas de las reuniones de los abogados, en las que se discutieron los múltiples detalles y dudas surgidas de una historia con aspectos legales muy enrevesados.
“Sería imposible exagerar la complejidad de los diferentes acuerdos legales realizados entre los señores Lennon, McCartney, Harrison y Starkey [Richard Starkey era el nombre real de Ringo Starr] (...) Incluso si los cuatro Beatles no actuaran ya nunca como grupo, no es impreciso afirmar que el propósito de su asociación ya ha desaparecido por completo. La pregunta que hay que hacerse es dónde ha ido a parar el dinero”, dice una de las notas recopiladas en las minutas.
Durante las discusiones legales, surgen dudas variadas. Por ejemplo, sobre la inexistencia de un acuerdo escrito que dejara claro que el batería original del grupo, Pete Best, fue sustituido por Ringo Starr. O las discrepancias de este último sobre el modo en que finalmente fue producido, editado y publicado el legendario The White Album.
Pero, sobre todo, el grueso de las discusiones giró en torno a la incapacidad de Klein y de sus empresas, ABKCO Music y Records Inc, de producir y entregar toda la información contable y fiscal del grupo desde 1966, lo que supuso un grave conflicto con el ministerio de Hacienda británico.
“Me llegó a pasar por la cabeza al leer los documentos”, ha contado Denise Kelly, portavoz de la casa de subastas Dawsons, “que, si yo fuera una guionista, todo este material me bastaría para contar la historia real detrás de la ruptura de una de las bandas de mayor éxito de la historia”.
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El legendario productor Brian Epstein, sin el que es imposible entender la historia de los Fab Four, los fabulosos cuatro adolescentes de Liverpool, había muerto en 1967. También John Lennon, asesinado a las puertas del edificio Dakota, en Nueva York. Tanto la viuda de Lennon y heredera de sus derechos, Yoko Ono, como George Harrison y Ringo Starr, habían dejado su representación jurídica en manos de Allen Klein, que no conocía la historia de la banda ni tenía experiencia financiera.
Paul McCartney decidió demandar a sus compañeros y a la discográfica Apple Corps Limited, el sello bajo el que se publicaron todos los álbumes de los Beatles. La banda puso fin a su breve historia a principios de 1970, pero no fue hasta finales de 1974 cuando los tribunales británicos sancionaron oficialmente la separación.
McCartney lleva décadas intentando enderezar un relato agrio, en ocasiones injusto, en el que le toca acarrear con el papel de malvado. “Tuve que pelear del único modo en que podía hacerlo, y era demandando a los otros miembros del grupo, para evitar que acabaran en manos de Klein”, explicó a la BBC en 2021, durante una entrevista. Pasaron meses en los que la banda ya no existía, eso era un hecho incontestable, pero seguía viva legalmente, porque Kein pedía más tiempo para poner en orden las cuestiones financieras. McCartney sospechaba que el representante pretendía más bien apropiarse de la música del grupo.
Documentos del caos
Los documentos subastados contienen la escritura de sociedad de la banda, con sus correspondientes copias; las notificaciones de demanda que llegaron a los respectivos domicilios de Lennon o Harrison, en Nueva York y Londres; y sobre todo, las minutas detalladas de las reuniones de los abogados, en las que se discutieron los múltiples detalles y dudas surgidas de una historia con aspectos legales muy enrevesados.
“Sería imposible exagerar la complejidad de los diferentes acuerdos legales realizados entre los señores Lennon, McCartney, Harrison y Starkey [Richard Starkey era el nombre real de Ringo Starr] (...) Incluso si los cuatro Beatles no actuaran ya nunca como grupo, no es impreciso afirmar que el propósito de su asociación ya ha desaparecido por completo. La pregunta que hay que hacerse es dónde ha ido a parar el dinero”, dice una de las notas recopiladas en las minutas.
Durante las discusiones legales, surgen dudas variadas. Por ejemplo, sobre la inexistencia de un acuerdo escrito que dejara claro que el batería original del grupo, Pete Best, fue sustituido por Ringo Starr. O las discrepancias de este último sobre el modo en que finalmente fue producido, editado y publicado el legendario The White Album.
Pero, sobre todo, el grueso de las discusiones giró en torno a la incapacidad de Klein y de sus empresas, ABKCO Music y Records Inc, de producir y entregar toda la información contable y fiscal del grupo desde 1966, lo que supuso un grave conflicto con el ministerio de Hacienda británico.
“Me llegó a pasar por la cabeza al leer los documentos”, ha contado Denise Kelly, portavoz de la casa de subastas Dawsons, “que, si yo fuera una guionista, todo este material me bastaría para contar la historia real detrás de la ruptura de una de las bandas de mayor éxito de la historia”.
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