glover.nathanael
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Actualmente, en España hay más canales y plataformas televisivas que nunca… y menos música en televisión que nunca. El público más joven ha cambiado sus preferencias de consumo audiovisual hacia internet y las redes, y la música se descubre fundamentalmente a través del streaming. Sin embargo, si preguntamos a los representantes de los artistas y a los responsables de comunicación de las discográficas, nos encontramos con otro punto de vista: la televisión sigue siendo fundamental a la hora de promocionar a los músicos. Y, a estas alturas de 2024, en que no existe ni un solo programa dedicado específicamente a la música, el foco está puesto en un lugar muy determinado: la aparición de La revuelta (TVE1) y su competición con El hormiguero (Antena 3)
De entre los 50 personajes que han aparecido más veces en el programa de Pablo Motos (el denominado Club Platino), 19 son cantantes: Alaska, David Bisbal, Melendi, David Bustamante, Laura Pausini, Alejandro Sanz, Dani Martín, Pablo Alborán, Mario Vaquerizo, Edurne, Chenoa, Sergio Dalma, Mónica Naranjo, Estopa, Pablo López, Miguel Bosé, Rosario Flores, Malú y Antonio Orozco. Son todos ellos nombres consolidados, pero también se han producido casos de artistas en su momento desconocidas que, tras salir en el programa, dispararon su popularidad. El ejemplo más recordado es el de la cantautora indie Russian Red, quien, tras aparecer en 2008, acabó encabezando todos los festivales de aquel año y, en gran medida, se pudo profesionalizar gracias a aquellos minutos de máxima audiencia en televisión.
La llegada de La revuelta también ha supuesto una pequeña revolución en la promoción musical, especialmente por parte de las discográficas y mánagers que, hasta ahora, nunca habían ni soñado con tener un hueco en el prime time. Un ejemplo reciente es el correo que el pasado 27 de noviembre envió a los medios la agencia de management Holy Cobra Society, con el titular “Biznaga arrasa en La revuelta”. El comunicado subrayaba que la banda madrileña de indie punk había aparecido “ante una audiencia récord de más de 2.5 millones de espectadores, con un 17% de share y líder absoluto de audiencia” y que “se transformó en todo un acontecimiento en la historia de la televisión donde Biznaga puso voz a toda una generación y sus reivindicaciones”.
Nacho Cabrera, responsable de la agencia, confirma que “sin duda esto ha supuesto un antes y un después en muchos aspectos para Biznaga. Más allá de que durante el primer minuto de actuación subieran más de 10.000 seguidores en Instagram o que obtuvieran unos picos de Spotify absolutamente locos, han aparecido de la nada muchos gigantes con todo tipo de propuestas”. Según el representante de la banda, que ha publicado cinco álbumes desde 2014, “gente que antes los consideraban demasiado punk para ser mainstream, ahora de repente piensan que ya no lo son porque su entrevista y su actuación han superado en audiencia a Bisbal, que a la misma hora estaba en otra cadena haciendo bailecitos y cantando villancicos”.
Pero, ¿puede ser esto indicativo de un cambio de tendencia o se trata de una mera casualidad? Cabrera, que también lleva la representación de Maika Makovski, Bala, Toundra y otros grupos de rock alternativo, reconoce que “al no haber mucho espacio en televisión para la música, esta nunca ha sido una prioridad para nosotros. Los pocos espacios que hay con verdadera repercusión, que solían ser los informativos, están copados por el mainstream y el acceso a ellos para determinado tipo de artistas es una utopía. El fan de la música ha aprendido a moverse en sitios distintos a la televisión, porque ahí no hay nada que hacer. Entonces, cuando uno de los suyos invade ese espacio, la gente lo celebra y lo ve como una victoria colectiva”.
Sí habían hecho varios intentos de salir en el programa conducido por David Broncano “sin demasiadas esperanzas, pero se dio la circunstancia de que la temática de las letras de Biznaga (su álbum de este año, ¡Ahora!, gira en torno al problema de la vivienda) va muy unida a debates que ahora mismo están copando las calles y los informativos. Eso, y el haber hecho muchísimo ruido previo en otros medios, unido a una ya larga trayectoria, ha hecho que su popularidad haya crecido exponencialmente y que cuando se puso en la mesa su nombre a la hora de seleccionar invitados del programa, una gran mayoría del equipo se declararan fans de su música y su discurso”, afirma.
Se puede entender, en cierto modo, que la batalla cultural entre Broncano y Motos también ha planteado a los promotores musicales cuál es la puerta a la que tienen que llamar con más ímpetu. Si El hormiguero sigue siendo el lugar donde las multinacionales se postulan para colocar a sus artistas más comerciales, su rival de La 1 parece más abierto a sorprender con músicos menos evidentes. “Salir en La revuelta es la mejor promo que se puede hacer ahora”, afirma Paula Julián, del sello Sonido Muchacho. “La tele sigue siendo una herramienta muy poderosa, solo hay que fijarse en el impacto que está teniendo La revuelta que, por cierto, le da bastante cancha a la música; porque además de la emisión en directo está la opción de verlo a la carta, así como la réplica en tiempo casi real que se da en las redes sociales. Al final se retroalimentan los contenidos en los medios tradicionales y en las redes”, apunta Carlos Barral, de El Cohete Internacional, agencia que lleva la representación de Rodrigo Cuevas y de artistas de folk y world music como Teresa Salgueiro, Bewis de la Rosa, Oysterband o Alan Stivell.
En términos parecidos se manifiesta Luismi Fernández, productor y asesor musical en televisión. “Obviamente, la gente, y sobre todo la gente joven, ve mucha menos televisión que antes, pero la consume indirectamente, ya sea en programas enteros o en fragmentos, a través de internet. A nivel público no tenemos los datos reales de esa audiencia, pero es enorme. Y, al final, es evidente que cualquier aparición de un artista en televisión hoy todavía implica un protagonismo mayor que el de aquel que no aparece”.
En realidad, es importante recordar que el fenómeno de La revuelta no proviene de la nada, sino que tuvo su precedente en La resistencia, el primer late show de Broncano, que se emitió en Movistar Plus+ entre 2018 y 2024, y donde ya aparecían músicos con mucha frecuencia, y con un abanico de popularidad muy variado: desde Alejandro Sanz, Dani Martín, Maná o Leiva a C. Tangana, Bizarrap, Nacho Vegas, La Zowi, Bad Gyal, Rojuu o Los Punsetes. La repercusión de estas apariciones, además, puede ser directa o indirecta. Recuerda, por ejemplo, Gema del Valle, responsable de comunicación del sello Subterfuge, que “cuando Amaia recomendó a La La Love You en La resistencia, en esa semana el grupo metió siete canciones entre lo más streameado de España. Se dio esa magia de poder tener una gran exposición y de que ese público masivo descubriera al que iba a ser su grupo favorito. Medio año después publicaron su gran éxito, El fin del mundo. Pero también podría haber pasado que a la gente no le hubieran gustado o que simplemente se hubiera quedado en una anécdota que subiera y bajara como la espuma, como ha pasado en tantas ocasiones”, matiza Del Valle.
Nacho Cabrera recuerda que salir en La resistencia ya supuso un buen impulso para Bala y Toundra. “Notamos que, al día siguiente de aparecer Bala, nos llamaron de un montón de sitios para tenerlas en sus programaciones, especialmente de Galicia. Me parece curioso que se enteraran por ese medio de que tenían en su tierra una banda que había ido de gira por todo el mundo, y que había salido en el panel luminoso de Spotify en Times Square. Con Toundra”, añade, “también fue muy grande la repercusión e hizo que un montón de gente los descubriera. Incluso, hablando con ellos hace poco, me decían que cada vez que se emitía el programa en el canal temático que tiene La resistencia en Movistar Plus+, donde ponen programas en bucle, notan un pico de pedidos de discos y merchandising. Todo esto siendo La resistencia ni una décima parte de lo que es ahora La revuelta”.
“Antes de internet, aparecer en televisión suponía llegar al último rincón de España y era fundamental para que el público pudiera descubrir otras propuestas más allá de la de las radios comerciales. Ahora la televisión y las redes se potencian entre ellas”, indica Gema de Subterfuge. La suya, por cierto, es una de esas discográficas independientes nacidas en el bum de comienzos de los años noventa y que fue pionera en el uso del entorno audiovisual para multiplicar la visibilidad de sus artistas. Como las demás, han tenido que adaptarse a un entorno en rápida transformación. “Ahora está el público tan fragmentado que todo suma, así que invertimos ingentes esfuerzos en todos los canales. Y, dentro de eso, los medios convencionales siguen siendo importantes. Hay que cuidar el cómo y el dónde, claro, pero la oportunidad de actuar o ser entrevistado en un programa de prime time es oro para cualquier artista y, aunque no tengan tanta audiencia, también los programas culturales ayudan mucho”, sostiene ella.
En realidad, el valor promocional de los programas especializados, de popularidad mucho más reducida, es relativo. Rodrigo Cuevas apareció, por ejemplo, en el segundo capítulo de Un país para escucharlo, de La 2, en 2018, poco antes de su explosión popular. Según su representante Carlos Barral “sí que tuvo impacto, no tanto como la entrevista con Jordi Évole, que sí que supuso un antes y un después, pero siempre ayuda”. Un artista mucho más minoritario que está renovando el folk, en este caso el de Castilla-La Mancha, es Vicente Navarro, quien también apareció en Un país para escucharlo, en 2021. “Tuvo mucha importancia para él, y mucha gente le descubrió ahí”, afirma David Aguado, su mánager y responsable de la discográfica El Tragaluz.
Luismi Fernández, veterano del medio, recuerda que, desde los años sesenta siempre hubo en la televisión española “o bien programas exclusivamente musicales o bien espacios de variedades con mucho protagonismo de la música. Con la llegada de las cadenas privadas, en 1990, eso empezó a cambiar porque decían que la música no vendía en televisión. Pero los programas que se hacían también tenían menos rigor, eran una chapuza, juntaban cosas que tenían poco que ver, y eso creo que dio lugar a que la gente perdiera el interés”. De ahí a la ausencia total de programas musicales de hoy. “Las televisiones están ahora en un estado en que todo es consumo de contenido social y del corazón. Si hay un programa musical, tiene que ser un concurso donde se introduzcan otros elementos a los que la música acompañe”.
Es el paradigma que inauguró Operación triunfo en 2001 y que ha ido viviendo actualizaciones periódicas, como La voz o, más recientemente, el Benidorm Fest. Esta fue la ventana que propulsó las carreras de Tanxugueiras y Rigoberta Bandini, pero también de artistas como Karmento, quien, al igual que Vicente Navarro, graba para El Tragaluz. Según David Aguado, “el mes de las galas del Benidorm Fest, Karmento llegó a tener 99.000 oyentes. En realidad, el número de conciertos no subió mucho, pero sí pudimos elevar el caché a más del doble. Y lo que sí notamos también es que generaba más interés de cara a los medios. Este año, cuando sacamos su nuevo álbum, La serrana, pudimos hacer una comunicación de medios más grandes y generalistas”, concluye Aguado. Así que aquello que cantaba Aviador Dro a mediados de los años ochenta en La bola de cristal, puede ser válido todavía: “La televisión es nutritiva”.
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De entre los 50 personajes que han aparecido más veces en el programa de Pablo Motos (el denominado Club Platino), 19 son cantantes: Alaska, David Bisbal, Melendi, David Bustamante, Laura Pausini, Alejandro Sanz, Dani Martín, Pablo Alborán, Mario Vaquerizo, Edurne, Chenoa, Sergio Dalma, Mónica Naranjo, Estopa, Pablo López, Miguel Bosé, Rosario Flores, Malú y Antonio Orozco. Son todos ellos nombres consolidados, pero también se han producido casos de artistas en su momento desconocidas que, tras salir en el programa, dispararon su popularidad. El ejemplo más recordado es el de la cantautora indie Russian Red, quien, tras aparecer en 2008, acabó encabezando todos los festivales de aquel año y, en gran medida, se pudo profesionalizar gracias a aquellos minutos de máxima audiencia en televisión.
La llegada de La revuelta también ha supuesto una pequeña revolución en la promoción musical, especialmente por parte de las discográficas y mánagers que, hasta ahora, nunca habían ni soñado con tener un hueco en el prime time. Un ejemplo reciente es el correo que el pasado 27 de noviembre envió a los medios la agencia de management Holy Cobra Society, con el titular “Biznaga arrasa en La revuelta”. El comunicado subrayaba que la banda madrileña de indie punk había aparecido “ante una audiencia récord de más de 2.5 millones de espectadores, con un 17% de share y líder absoluto de audiencia” y que “se transformó en todo un acontecimiento en la historia de la televisión donde Biznaga puso voz a toda una generación y sus reivindicaciones”.
Nacho Cabrera, responsable de la agencia, confirma que “sin duda esto ha supuesto un antes y un después en muchos aspectos para Biznaga. Más allá de que durante el primer minuto de actuación subieran más de 10.000 seguidores en Instagram o que obtuvieran unos picos de Spotify absolutamente locos, han aparecido de la nada muchos gigantes con todo tipo de propuestas”. Según el representante de la banda, que ha publicado cinco álbumes desde 2014, “gente que antes los consideraban demasiado punk para ser mainstream, ahora de repente piensan que ya no lo son porque su entrevista y su actuación han superado en audiencia a Bisbal, que a la misma hora estaba en otra cadena haciendo bailecitos y cantando villancicos”.
Pero, ¿puede ser esto indicativo de un cambio de tendencia o se trata de una mera casualidad? Cabrera, que también lleva la representación de Maika Makovski, Bala, Toundra y otros grupos de rock alternativo, reconoce que “al no haber mucho espacio en televisión para la música, esta nunca ha sido una prioridad para nosotros. Los pocos espacios que hay con verdadera repercusión, que solían ser los informativos, están copados por el mainstream y el acceso a ellos para determinado tipo de artistas es una utopía. El fan de la música ha aprendido a moverse en sitios distintos a la televisión, porque ahí no hay nada que hacer. Entonces, cuando uno de los suyos invade ese espacio, la gente lo celebra y lo ve como una victoria colectiva”.
Sí habían hecho varios intentos de salir en el programa conducido por David Broncano “sin demasiadas esperanzas, pero se dio la circunstancia de que la temática de las letras de Biznaga (su álbum de este año, ¡Ahora!, gira en torno al problema de la vivienda) va muy unida a debates que ahora mismo están copando las calles y los informativos. Eso, y el haber hecho muchísimo ruido previo en otros medios, unido a una ya larga trayectoria, ha hecho que su popularidad haya crecido exponencialmente y que cuando se puso en la mesa su nombre a la hora de seleccionar invitados del programa, una gran mayoría del equipo se declararan fans de su música y su discurso”, afirma.
Se puede entender, en cierto modo, que la batalla cultural entre Broncano y Motos también ha planteado a los promotores musicales cuál es la puerta a la que tienen que llamar con más ímpetu. Si El hormiguero sigue siendo el lugar donde las multinacionales se postulan para colocar a sus artistas más comerciales, su rival de La 1 parece más abierto a sorprender con músicos menos evidentes. “Salir en La revuelta es la mejor promo que se puede hacer ahora”, afirma Paula Julián, del sello Sonido Muchacho. “La tele sigue siendo una herramienta muy poderosa, solo hay que fijarse en el impacto que está teniendo La revuelta que, por cierto, le da bastante cancha a la música; porque además de la emisión en directo está la opción de verlo a la carta, así como la réplica en tiempo casi real que se da en las redes sociales. Al final se retroalimentan los contenidos en los medios tradicionales y en las redes”, apunta Carlos Barral, de El Cohete Internacional, agencia que lleva la representación de Rodrigo Cuevas y de artistas de folk y world music como Teresa Salgueiro, Bewis de la Rosa, Oysterband o Alan Stivell.
En términos parecidos se manifiesta Luismi Fernández, productor y asesor musical en televisión. “Obviamente, la gente, y sobre todo la gente joven, ve mucha menos televisión que antes, pero la consume indirectamente, ya sea en programas enteros o en fragmentos, a través de internet. A nivel público no tenemos los datos reales de esa audiencia, pero es enorme. Y, al final, es evidente que cualquier aparición de un artista en televisión hoy todavía implica un protagonismo mayor que el de aquel que no aparece”.
En realidad, es importante recordar que el fenómeno de La revuelta no proviene de la nada, sino que tuvo su precedente en La resistencia, el primer late show de Broncano, que se emitió en Movistar Plus+ entre 2018 y 2024, y donde ya aparecían músicos con mucha frecuencia, y con un abanico de popularidad muy variado: desde Alejandro Sanz, Dani Martín, Maná o Leiva a C. Tangana, Bizarrap, Nacho Vegas, La Zowi, Bad Gyal, Rojuu o Los Punsetes. La repercusión de estas apariciones, además, puede ser directa o indirecta. Recuerda, por ejemplo, Gema del Valle, responsable de comunicación del sello Subterfuge, que “cuando Amaia recomendó a La La Love You en La resistencia, en esa semana el grupo metió siete canciones entre lo más streameado de España. Se dio esa magia de poder tener una gran exposición y de que ese público masivo descubriera al que iba a ser su grupo favorito. Medio año después publicaron su gran éxito, El fin del mundo. Pero también podría haber pasado que a la gente no le hubieran gustado o que simplemente se hubiera quedado en una anécdota que subiera y bajara como la espuma, como ha pasado en tantas ocasiones”, matiza Del Valle.
Nacho Cabrera recuerda que salir en La resistencia ya supuso un buen impulso para Bala y Toundra. “Notamos que, al día siguiente de aparecer Bala, nos llamaron de un montón de sitios para tenerlas en sus programaciones, especialmente de Galicia. Me parece curioso que se enteraran por ese medio de que tenían en su tierra una banda que había ido de gira por todo el mundo, y que había salido en el panel luminoso de Spotify en Times Square. Con Toundra”, añade, “también fue muy grande la repercusión e hizo que un montón de gente los descubriera. Incluso, hablando con ellos hace poco, me decían que cada vez que se emitía el programa en el canal temático que tiene La resistencia en Movistar Plus+, donde ponen programas en bucle, notan un pico de pedidos de discos y merchandising. Todo esto siendo La resistencia ni una décima parte de lo que es ahora La revuelta”.
¿Audiencias en ‘prime time’ o programas culturales especializados?
“Antes de internet, aparecer en televisión suponía llegar al último rincón de España y era fundamental para que el público pudiera descubrir otras propuestas más allá de la de las radios comerciales. Ahora la televisión y las redes se potencian entre ellas”, indica Gema de Subterfuge. La suya, por cierto, es una de esas discográficas independientes nacidas en el bum de comienzos de los años noventa y que fue pionera en el uso del entorno audiovisual para multiplicar la visibilidad de sus artistas. Como las demás, han tenido que adaptarse a un entorno en rápida transformación. “Ahora está el público tan fragmentado que todo suma, así que invertimos ingentes esfuerzos en todos los canales. Y, dentro de eso, los medios convencionales siguen siendo importantes. Hay que cuidar el cómo y el dónde, claro, pero la oportunidad de actuar o ser entrevistado en un programa de prime time es oro para cualquier artista y, aunque no tengan tanta audiencia, también los programas culturales ayudan mucho”, sostiene ella.
En realidad, el valor promocional de los programas especializados, de popularidad mucho más reducida, es relativo. Rodrigo Cuevas apareció, por ejemplo, en el segundo capítulo de Un país para escucharlo, de La 2, en 2018, poco antes de su explosión popular. Según su representante Carlos Barral “sí que tuvo impacto, no tanto como la entrevista con Jordi Évole, que sí que supuso un antes y un después, pero siempre ayuda”. Un artista mucho más minoritario que está renovando el folk, en este caso el de Castilla-La Mancha, es Vicente Navarro, quien también apareció en Un país para escucharlo, en 2021. “Tuvo mucha importancia para él, y mucha gente le descubrió ahí”, afirma David Aguado, su mánager y responsable de la discográfica El Tragaluz.
Luismi Fernández, veterano del medio, recuerda que, desde los años sesenta siempre hubo en la televisión española “o bien programas exclusivamente musicales o bien espacios de variedades con mucho protagonismo de la música. Con la llegada de las cadenas privadas, en 1990, eso empezó a cambiar porque decían que la música no vendía en televisión. Pero los programas que se hacían también tenían menos rigor, eran una chapuza, juntaban cosas que tenían poco que ver, y eso creo que dio lugar a que la gente perdiera el interés”. De ahí a la ausencia total de programas musicales de hoy. “Las televisiones están ahora en un estado en que todo es consumo de contenido social y del corazón. Si hay un programa musical, tiene que ser un concurso donde se introduzcan otros elementos a los que la música acompañe”.
Es el paradigma que inauguró Operación triunfo en 2001 y que ha ido viviendo actualizaciones periódicas, como La voz o, más recientemente, el Benidorm Fest. Esta fue la ventana que propulsó las carreras de Tanxugueiras y Rigoberta Bandini, pero también de artistas como Karmento, quien, al igual que Vicente Navarro, graba para El Tragaluz. Según David Aguado, “el mes de las galas del Benidorm Fest, Karmento llegó a tener 99.000 oyentes. En realidad, el número de conciertos no subió mucho, pero sí pudimos elevar el caché a más del doble. Y lo que sí notamos también es que generaba más interés de cara a los medios. Este año, cuando sacamos su nuevo álbum, La serrana, pudimos hacer una comunicación de medios más grandes y generalistas”, concluye Aguado. Así que aquello que cantaba Aviador Dro a mediados de los años ochenta en La bola de cristal, puede ser válido todavía: “La televisión es nutritiva”.
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