Rosamond_Lesch
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Tras el confinamiento provocado por la pandemia, muchos de los jóvenes que pasaron por la consulta de Silvia Álava (psicóloga, autora y experta en educación) le confesaban que “echaban de menos jugar con sus padres”, una costumbre que muchas familias adquirieron durante los meses de reclusión forzada. “Ya se nos ha olvidado que estuvimos muchos meses metidos en casa; parece casi como de otra vida. Entonces las familias rescataron los juegos de mesa porque no quedaba otra, pero eran momentos muy divertidos”, sostiene. “Lo que ocurre es que el adolescente necesita que tú le invites, y aunque al principio pueda sentarse sin muchas ganas, luego se va a ir picando, se lo llegan a pasar muy bien y además aprenden cosas”. Porque, para esta experta, hay una verdad que es universal: nunca se es demasiado mayor para jugar (ni para aprender jugando).
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