La reina no es un maniquí

[Lelah_Kassulke]

Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

No me acostumbro a ver entre las noticias de la mayor parte de los medios de comunicación digitales e impresos noticias que se centran exclusivamente en la ropa y complementos que viste la reina en cualquier acto oficial en el que aparece. Supongo que serán informaciones con mucha aceptación y que generarán un buen número de clics, pero quizá deberíamos reflexionar sobre la conveniencia de estas noticias y sobre si nos estamos quedando anclados en el pasado.

El tono siempre es respetuoso, inocente y adulador. No hay mucho espacio para la crítica, ni, por lo general, para la falta de respeto. Existen, sin embargo, unos cuantos argumentos de peso que convendría reflexionar. La preeminencia de lo aparente frente al contenido es el argumento más duro y el más evidente. La reina apoya causas, hace discursos y habla en foros, pero la noticia más relevante parece ser siempre lo que lleva puesto. Sabemos que en Roma ha dado una lección de estilo con su traje blanco, pero no nos hemos enterado de lo que hace allí.

Otra razón evidente es la diferencia de trato con su marido. Ya sabemos que la ropa masculina es más aburrida y no da juego, pero el asunto no termina ahí. Parece que esta costumbre es, como otras, hereditaria y las hijas de los reyes también están expuestas al comentario trivial de pasarela de moda. Esto se hace extraño y, a veces, parece improcedente. Sobre todo en el caso de la infanta Sofía, que es todavía menor de edad.

Quizá el 2025 podría traer una reflexión sobre esta costumbre y dejarla solo para las publicaciones y tertulias especializadas en moda.​

La ropa puede incluir en algunas ocasiones un mensaje, pero no es el centro, ni mucho menos de la actividad de una reina. En nuestro caso, la reina de España es una profesional del periodismo con una carrera contrastada. Su capacidad para expresarse resulta sobresaliente, sus virtudes humanas y su calidad personal están fuera de toda duda. No parece razonable ahogar a la persona en un armario ropero o convertirla en un maniquí.

Quizá el 2025 podría traer una reflexión sobre esta costumbre y dejarla solo para las publicaciones y tertulias especializadas en moda. Quizá podría ser la propia reina la que diera un paso en este sentido y pidiera algo más de respeto a sus excompañeros. Quizá habría que preparar a la siguiente generación de la Familia Real para no tolerar que se hable de las mujeres como maniquíes.

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