La rebelión de las brujas de Pinto: "Vamos a demandar al Ayuntamiento por vulnerar nuestros derechos religiosos"

Norene_Bruen

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Las tres brujas se sientan en torno a la mesa y comienzan a relatar su historia. Dos de ellas, Paloma Luna y Paloma Palma, se conocieron hace más de 40 años. Entonces eran solo unas aficionadas a lo esotérico, atraídas por el tarot y la hechicería aun siendo ellas católicas, como casi todo hijo de vecino en la España postfranquista. La tercera, Annais Ganhao, es una portuguesa que, tras haber probado incluso en el Opus Dei, contactó con estas entonces aprendices de bruja para tratar de llenar ese vacío espiritual que la acompañaba desde siempre.

Ahora conforman el Consejo de sumas sacerdotisas de la religión neopagana Wicca Celtibérica junto al fundador del culto, que fue registrado oficialmente en España en 2011. Pero sobre todo son conocidas por todos en su pueblo natal, Pinto, una localidad de 50.000 habitantes ubicada al sur de Madrid, simplemente como las brujas. Su trayectoria les avala. Llevan 31 años organizando el mayor evento público pagano de España. El Solsticio de Verano o Vernisolia se lleva a cabo cada 23 de junio en el auditorio municipal que les ha cedido siempre el Ayuntamiento ante más de 5.000 personas.

"En Pinto nos adoran, a las brujas. La Guardia Civil, cuando va alguien con un problema, les dice: 'Iros a las brujas que os van a ayudar'", declara, sin atisbo de sarcasmo, Palma, de 63 años y una de las cofundadoras de los dos coven o círculos de brujas que existen en el municipio, no en vano, el centro neurálgico de la Wicca Celtibérica en la Península. "Hasta que no ha llegado este alcalde no hemos tenido problemas, con otros, nunca jamás, somos muy queridas y apreciadas".

El alcalde en cuestión es Salomón Aguado, del Partido Popular, que formó gobierno de coalición con el partido municipalista Pinto Avanza en 2023 en lo que había sido un feudo tradicional de la izquierda desde la Transición salvo por los dos mandatos de la también popular Miriam Rabaneda. Desde la llegada del nuevo Ejecutivo, lamentan las brujas, la relaciones se han deteriorado hasta el punto de máxima fricción del pasado 1 de noviembre.

"Dependerá del juez, está claro, pero como tenemos a los dioses de nuestra parte será el mejor, eso te lo aseguro"​


La otra gran celebración pública de los neopaganos pinteños, el Año Nuevo celta, no pudo llevarse a cabo en esa fecha porque, según denuncian, el Ayuntamiento no les autorizó el uso habitual de varias calles para su procesión ni se les dotó de agentes de seguridad. El Consistorio niega que prohibiera ningún acto, pero el conflicto ya está servido y las brujas van a acudir a los tribunales denunciando lo que consideran una vulneración de sus derechos religiosos.

"Tenemos un abogado y, nada, vamos a interponer una denuncia por esa vulneración de los derechos fundamentales y las libertades religiosas y allí, en los tribunales, nos veremos las caras. A ver qué contesta este hombre cuando le digan lo que ha hecho", declara la más veterana de las tres brujas, Luna, de 65 años. "Dependerá del juez, está claro, pero como tenemos a los dioses de nuestra parte será el mejor, eso te lo aseguro".

Un pueblo de brujas​


El punto de inflexión en la vida religiosa de las brujas de Pinto fue la aparición de Fernando González, un estudioso de las tradiciones religiosas precristianas en la Península Ibérica que puso su nombre como fundador de la religión Wicca Celtibérica en el registro de religiones del Ministerio de Justicia en 2011. La Wicca, que tiene equivalentes en varios países de Europa y fue fundada en el Reino Unido en los años 50, intenta recuperar las viejas tradiciones paganas y de brujería de la cultura celta.

"Al principio estábamos en preescolar y, cuando Fernando entró en nuestra vida, ya entramos en la facultad", declara Luna. A su lado, Annais, de 59, recuerda cómo entró ella en el grupo bajo las enseñanzas del brujo. "Entré directamente al aprendizaje de Fernando y aprendí a separar lo que era la hechicería de lo religioso", declara la bruja portuguesa, que lleva 25 años viviendo en Pinto. "Supe que había llegado al hogar. Había encontrado el lugar que yo venía anhelando desde que vivía en Portugal".

Fundaron entonces el coven al que se irían incorporando otros miembros hasta los siete actuales -seis brujas y un brujo- y al que llamaron Cuniebles, en referencia a una cueva localizada a las afueras de Pinto donde se han encontrado vestigios de tiempos prehistóricos. La tradición mística del municipio queda acreditada también por otro accidente geográfico conocido aún hoy día como el cerro de Las Brujas.

"En este pueblo tiene que haber esa memoria, memoria del pasado, genética o como queramos llamarle", declara la bruja Luna. En las afueras del pueblo, en un santuario secreto, las brujas de Cuniebles celebran también sus ritos privados, en los que solo participan los miembros del círculo: cada cambio de estación y media estación y los trece aquelarres correspondientes a las lunas llenas anuales. Lo que allí ocurre es también un misterio para los que no pertenecen al coven: "No se puede saber porque somos un culto mistérico, hermético e iniciático", afirma Luna con el asentimiento cómplice de las otras dos brujas.

Más allá de los no muy numerosos fieles de esta religión neopagana, el Año Nuevo celta y sobre todo el Solsticio de Verano que organizan las brujas pinteñas se han convertido en eventos conocidos por muchos de los habitantes de esta localidad, que los consideran ya parte de sus tradiciones y folklore.

"Voy todos los años, es algo muy de ser pinteño. Si eres de Pinto, conoces el solsticio de las brujas, es algo que nos une a todo el pueblo", declara Elisabeth V., una pinteña de 30 años que se trasladó a vivir a la capital, pero sigue yendo puntualmente a la cita cada mes de junio. "No recuerdo cuando empezó porque quizás era tan pequeña que siempre he estado allí. Al principio iba con mis padres y después he ido con amigas y he ido enseñando a la gente que me importaba este evento. Forma parte de la cultura del pueblo es una tradición arraigada que es característica de Pinto".

Conflicto abierto​


Durante las tres décadas de actividad del círculo de brujas de Cuniebles, su relación con las distintas corporaciones municipales ha sido, en palabras de las brujas, cordial. Todo cambió, siempre según su relato, tras el triunfo electoral del alcalde Aguado, en mayo de 2023. "Por alguna circunstancia, supongo que por su fundamentalismo, tan pronto como entra dice: 'Aquí, el rito de la brujería, fuera'", declara Luna.

Las celebración tanto del solsticio de verano como del 1 de noviembre de ese se desarrollaron sin problemas por estar ya plenamente organizadas cuando se produjo el cambio de Gobierno. Sin embargo, en las primeras reuniones para organizar el solsticio del verano pasado, empezaron las tiranteces hasta el punto de que la misma celebración del evento estuvo en el aire hasta unos días antes. La recogida de más de 3.000 firmas entre los vecinos del pueblo en tan solo una semana, aprovechando las fiestas patronales, terminó por desbloquear la situación y el solsticio se llevó a cabo con una asistencia incluso mayor a la de años anteriores.

"Le decíamos a la gente joven en el pregón que nos querían quitar la fiesta y nos decían: 'Mi madre me llevaba cuando era pequeña en la sillita, me cago en la hostia, chicos firmad, que les quieren quitar la fiesta a las brujas'", recuerda Luna. Palma, por su parte, recuerda entrar a un bar y que los parroquianos lanzaran el grito que ellas repiten durante la celebración del solsticio al reconocerla: "Me dijeron que ellos iban desde pequeños con sus hermanos y empezaron a pasarse los papeles y firmando todos, diciendo que ese año iban a traer incluso a más gente".

Los problemas volvieron, al acercarse la fecha de la otra gran celebración pública de las brujas, la de noviembre. Tras solicitar los permisos y el despliegue habitual de policía local, el Consistorio respondió que no era "posible la concesión de los medios tanto materiales como humanos (...) dado que el Ayuntamiento precisa de dichos medios para la celebración de distintos eventos y actividades". Las brujas interpretaron esto como una prohibición de facto del evento y, por primera vez en una década, a excepción del año de la pandemia, la diosa celtíbera Ataecina no salió a procesionar por las calles de Pinto.

"Imagínate que yo, con el traje de sacerdotisa, me tengo que poner a cortar calles la se puede liar, con 500 o 1.000 personas detrás, y que se lie el del coche al que le has cortado el tráfico a gritos y a pitadas... No, es que no", declara Palma. "Nos han pisoteado impunemente, que ya no es por nosotras, nosotras hacemos nuestro acto privado, es por todos esos fieles que esperan ese momento. Es un ritual que tiene mucha menos gente que el solsticio, pero es con una devoción… es que son los difuntos, son tus seres queridos que se han marchado, entonces, hay una devoción tan grande, que se te parte el corazón".

"Nos han pisoteado impunemente, que ya no es por nosotros, nosotros hacemos nuestro acto privado, es por todos esos fieles que esperan ese momento"​


Fuentes municipales declaran a 20minutos que ese día había distintas actividades municipales programadas que imposibilitaban destinar medios al evento wiccano, pero subrayan que "el Ayuntamiento no ha prohibido la celebración de eventos ni nunca lo ha pretendido. Tampoco se le ha comunicado nunca ninguna prohibición. Lo único que se les trasladó es que no era posible la concesión de los medios tanto materiales como humanos en la fecha de la solicitud".

El conflicto se resolverá ahora en los tribunales, con la congregación religiosa preparando ya una demanda por vulneración de sus derechos fundamentales que presentará en las próximas semanas. Está por ver, en primer lugar, si el proceso judicial tiene recorrido. Rafael Palomino, catedrático de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, aclara que "el hecho de que se trate de una confesión religiosa registrada no implica ninguna obligación para el Ayuntamiento de conceder algo".

No obstante, las brujas wiccanas tienen la posibilidad de recurso contencioso-administrativo de protección de los derechos fundamentales, un recurso previsto en la Constitución, más ágil, para amparar a los ciudadanos y a las organizaciones en las que se integran contra las infracciones de los derechos fundamentales cometidas por la administración. Si este prosperara, según Palomino, "el Ayuntamiento estaría obligado a facilitar los espacios y, en su caso, la confesión religiosa perjudicada podrá exigir las responsabilidades derivadas de los daños causados con esa denegación".

El sacrificio necesario​


De momento, las brujas se concentrarán este domingo "frente a la discriminación religiosa" y "en contra el equipo de gobierno de Pinto" en la Plaza de la Fraternidad del municipio madrileño. La frustración por la procesión sigue viva, pero las brujas esperan que haya sido un sacrificio necesario para que sus derechos religiosos queden blanco sobre negro.

"Al campo de batalla siempre hay que ir porque si no, no te ganas el proceso", afirma Luna. "Esto tenía que ser porque, si no, viene otro alcalde y nos lo vuelve a quitar. Vamos a una denuncia para que quede en firme que la Wicca Celtibérica es una confesión religiosa y tiene sus derechos fundamentales de hacer los ritos públicos".

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