Cheyanne_Schneider
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A escasos días de terminar el 2024, la prensa no puede evitar evaluar y catalogar el año como el más convulso y complicado para la Familia Real noruega. El escándalo que todavía protagoniza Marius Borg , el hijo de la Princesa Mette-Marit de Noruega , quien tiene un caso abierto pendiente con la Justicia y un problema de adicción a las drogas y el alcohol que debe sanar, se unía a la polémica de Marta Luisa y su esposo chamán, las denuncias contra este por agresión sexual, la manchada reputación de la Corona y el riesgo que corre la monarquía haciendo frente a los asuntos que le rodean. Como resultado de la decisión de Mette-Marit de mantener ante todo el silencio más absoluto, en el que entraba la no emisión de comunicados y las reapariciones de aparente normalidad sin declaraciones. Sin embargo, esta actitud tanto de la Princesa como del Príncipe Haakon dividían la opinión de la población noruega que consideraba que por una parte el escándalo ha sido gestionado adecuadamente y por otro lado criticó su indiferencia ante los hechos. Pero la apariencia fría de la Princesa de Noruega podría ser solamente una fachada y la emoción que Mette-Marit ha intentado ocultar a los medios no tardaba en aflorar. te recomendamos estandar No Yuyee celebra a lo grande el dinero de Frank Cuesta: barco, baño en altamar, amor y «preluna de miel» A.B. Buendía estandar No Alaska, víctima de un trombo, aparece con un parche en el ojo izquierdo A.B. BuendíaMette-Marit este año no solo ha tenido que enfrentarse a las acusaciones de su hijo , puesto que su complicado estado de salud también le ha jugado malas pasadas. Desde 2018 la 'royal' padece una fibrosis pulmonar crónica que afecta a su capacidad respiratoria y en los últimos meses su agenda se veía limitada por esta afección, necesitando cancelar incluso varios compromisos oficiales. La Princesa reanudaba el tratamiento con notables efectos secundarios en pleno huracán mediático de su hijo. Pero aunque ha intentado mantenerse fuerte emocionalmente, la acumulación de todos los problemas han provocado que con la sensibilidad que caracteriza a la Navidad no pueda evitar estallar en lágrimas. Cuatro meses de tensión y presiones llevaba soportando la Princesa cuando en sus últimas tres apariciones ha denotado que verdaderamente vive un momento delicado al romperse en público. El lunes pasado, Mette-Marit acudía al concierto de un coro navideño en la Catedral de Oslo y, sentada en primera fila y con la atención de los presentes, estos vieron las lágrimas de la Princesa caer al escuchar cantar a los niños en el religioso ambiente. La emoción podía con la 'royal' pero intentó en varias ocasiones que pasase desapercibida secándose el llanto, no se sabe si provocado por la actuación infantil o porque se le agolparon los pensamientos que arrastra durante estos meses. Un día después, los Príncipes se mostraron en otro acto navideño más cómplices que nunca. En una visita a un centro de mayores, mientras escuchaban hablar a los responsables del centro, la Princesa agarró la mano con fuerza del heredero de la Corona. Que no se les viese entrelazar los dedos fue clave para analizar el gesto que, según los expertos, denotó un vínculo protector, de apoyo, entre Haakon y Mette-Marit. El día más emocionante de esta semana llegaba el miércoles con una cita navideña a la que asistía la familia noruega. Sin Marius, pero con Ingrid y Sverre Magnus , los Príncipes actuaron de anfitriones de Navidad en el Palacio Real, donde la Princesa expresó la Navidad significaba para ella «el camino a casa, enciendan una luz en la oscuridad y cuídense unos a otros». La familia dio la bienvenida a los voluntarios y trabajadores sociales y las cámaras de 'NRK' volvieron a captar la emoción en el rostro de la 'royal', quien trató de luchar por contenerse ante el emotivo momento que vivió junto a sus hijos. Una semana sin duda con los sentimientos a flor de piel.
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