Ya instalada en este territorio de lo olvidado y lo moderno, no quisiera dejar de celebrar, al filo del final, los 125 años del nacimiento de Hitchcock. Y qué mejor que hacerlo hablando de sus inseparables rubias; en este caso, de una que nunca salió en pantalla: Patricia Highsmith . Hay talentos inalcanzables, envidiables, inigualables, impredecibles (creo que estos estarían en las mentes científicas), y luego están los talentos mutantes que son o suelen ser los de la creación. Pero en un raro aparte, se encuentran aquellos (muy pocos) que reúnen todos esos adjetivos en una mezcla caótica, de manera que, cuando se sientan a escribir, exudan un líquido letal, como el de los cartuchos de dinamita, llamado literatura. Así era el de la Highsmith, aquella ‘Beautiful Shadow’; un talento único y obsceno; el talento de los elegidos. Por eso Hitchcock la eligió. Al leer ‘Extraños en un tren’, que Pat escribió con 28 años, el director, identificado con esta historia de falso culpable y los conflictos con el progenitor, se empeñó en llevarla a la gran pantalla, pero no encontró guionista de prestigio que quisiera en ese momento hacerse cargo del «primer librito de una joven escritora desconocida». No se rindió, claro. Llamó a Hammett, pero este rehusó. Entonces se dirigió a Chandler. Ambos se profesaban un profundo desprecio. Al leer ‘Extraños en un tren’, el director, identificado con esta historia, se empeñó en llevarla a la gran pantallaLa respuesta de este no se hizo esperar: «Si mis libros fueran peores, no me habrían llamado de Hollywood, y si fueran mejores, yo no habría acudido a tu llamada». La historia de este guion, como un ‘ménage’ de tres genios irreconciliables, daría para un artículo aparte; un juego envenenado de egos, engaños, odios, traumas personales y talentos fuera de lo común. Afortunadamente, la historia tuvo tres finales separados, pero felices: Hitchcock logró rodar este inolvidable filme (con otro guionista). Chandler escribió poco después ‘El largo adiós’, una de las obras cumbres del género; y Patricia Highsmith, en apenas cinco años, dio a luz a su personaje más logrado, el mítico Mr. Ripley, convirtiéndolo en protagonista de una de las más brillantes y psicológicamente complejas sagas negras de la literatura. La escritora no volvió a cruzarse en los guiones del director inglés, pero quedó para la posteridad una obra maestra: desde Agatha Christie, nadie había hecho tanto por los trenes, la literatura y el misterio como esta rubia de Hitchcock
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