La oposición de Feijóo: la calle como bálsamo y ariete contra la debilidad de Sánchez

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Lo primero que Alberto Núñez Feijóo hizo cuando asistió a la investidura de Pedro Sánchez fue advertirle del abismo al que se asomaba: «Cuando el independentismo le falle, cuando hasta a usted le supere la legislatura, y ocurrirá, no me busque». La decepción por no alcanzar La Moncloa, tras una campaña electoral en la que casi todas las encuestas le situaban al frente del Gobierno, hizo que el líder del PP tuviera que cambiar sus planes casi sobre la marcha y diseñar una oposición para la que no estaba preparado. Asumido su rol, Feijóo se encerró con su equipo más cercano para modificar las estrategias, recolocar las piezas dentro del organigrama de Génova y convertir la legislatura en una pesadilla para Sánchez. Un objetivo al que ha contribuido el propio Gobierno con su obligada agenda de concesiones a sus socios nacionalistas y separatistas. Noticia Relacionada Alejar el foco de Mazón estandar No Feijóo reúne mañana a la directiva del PP para devolver la atención a los «escándalos» del Gobierno ABC La cita se produce cuando se cumple un año de la investidura de Sánchez, en el que cree que «España retrocede y la corrupción avanza»La primera y más relevante –a falta de que se consume el cupo catalán pactado con ERC y que aún está en el limbo político– fue la amnistía, cuya tramitación centró buena parte de los primeros meses de legislatura. Un movimiento agresivo e inesperado por parte del Gobierno, que se había cansado de decir que era inconstitucional y que no tenía cabida en el Estado de derecho. Donde dije digo... El Partido Popular aprovechó el enésimo cambio de opinión de Pedro Sánchez para salir a la calle. Un recurso que utilizó por primera vez a finales de septiembre de 2023, aún sin que se hubiera ni siquiera registrado la proposición de ley, y que marcó el devenir de la oposición para los populares. El éxito de aquella convocatoria hizo que el PP reclamara el apoyo popular en varias ocasiones más, todas con una gran afluencia de ciudadanos, algo que dolía especialmente entre la cúpula del PSOE y de Sumar, acostumbrados a ver cómo esas manifestaciones populares solían ser casi siempre favorables a sus intereses. La calle, por primera vez en años, se soldó a la espalda del Partido Popular, curando las heridas que aún quedaban por el zarpazo recibido en la noche de las elecciones generales. Un bálsamo para los populares y un ariete contra Sánchez que el PP ha seguido utilizando y no solo con la amnistía de fondo, sino también con otras cuestiones, como la financiación singular que los socialistas catalanes acordaron con ERC para investir a Salvador Illa como presidente de Cataluña. Más allá de plantar cara a las políticas del Gobierno y a los casos de corrupción que salpican al PSOE, al presidente y a su entorno familiar, el PP ha querido volcar buena parte de sus esfuerzos como partido de la oposición en diseñar políticas sociales. En aparecer, en definitiva, como una formación útil. Así, los populares presentaron allá por el mes de septiembre su EBAU común para todos los territorios en los que gobierna –la gran mayoría de España– y poco después lograban que el Gobierno cediera con la ley ELA que había estado parada en el Congreso toda la legislatura anterior y que el Ejecutivo acabó pactando en los términos que había venido defendiendo el PP y las asociaciones de enfermos. Ambos asuntos, el de la EBAU y la ley ELA, fueron liderados por Ester Muñoz, vicesecretaria de Sanidad y Educación del PP, y una de esas caras nuevas que Feijóo impulsó con su cambio de cromos. Además, en el horizonte aparece también la ley de conciliación que ya está registrada en el Congreso y que debía de haberse unido en los últimos días a la de vivienda, pospuesta por la tragedia de la DANA. En el ámbito internacional, el PP ha liderado también en estos meses la oposición a lo que ellos mismos denominan como golpe de Estado en Venezuela y han aprovechado el incremento de la inmigración ilegal para situar a Feijóo como un líder capaz de aglutinar apoyos en Europa contra este problema. De hecho, la posición firme del PP alrededor de este asunto le provocó uno de los grandes problemas de la legislatura, que fue la ruptura de los gobiernos autonómicos que compartía con Vox tras haber acordado el reparto de una parte de los menores inmigrantes llegados a Canarias entre el resto del territorio nacional. Pero sin duda, el golpe más doloroso para el PP fue el que recibió hace apenas un mes, cuando votó por error a favor de la tramitación de una ley que contenía un enmienda que permitirá a varios etarras salir antes de la cárcel. Un mazazo para los populares, por el alcance que tuvo y porque llegó de manera inesperada. El asunto removió de manera interna al partido, aunque se saldó sin dimisiones. Al igual que ha ocurrido, por el momento, con la DANA de Valencia, en cuya gestión la dirección nacional reconoce errores que nadie ha asumido por el momento. Lunares de una oposición que no cuenta con apoyos suficientes para presentar una moción de censura y que seguirá presionando a Sánchez para lograr el ansiado adelanto electoral.

 

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