La opacidad en un vaso medio vacío

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La primera parte del título es prestada. Es un atrevimiento fílmico de la joven directora de cine Isabel Genis. Su Opacidad del agua –accesible en Vimeo- mereció un reconocimiento unánime del Festival de cine de Fuentes de Ebro (Aragón). Doble galardón: Mejor cortometraje y Mejor dirección. Uno siente que la creatividad expresiva es un mérito de las gentes sensibles, que además no acumulan episodios en sus obras sino que transmiten mensajes. Reconozco que me acerqué al corto por la curiosidad del título, casi para desentrañar lo que quizás suponía un enigma asociado al agua opaca.

¡Mira que llamar opaca al agua de la naturaleza!, cuando la definición antigua del líquido decía que era incolora, inodora e insípida. Es un defecto de los libros escolares que todavía mantiene la enseñanza obligatoria desde hace décadas. En realidad, rara vez es incolora porque en el caso de que no lleve materiales en suspensión se colorea con el cielo, la tierra o la vegetación. Inodora tampoco, porque si se remansa va adornándose del olor que le dan ciertos organismos que crecen en ella. Tampoco insípida, porque hasta las aguas minerales de algunas marcas saben a algo, sales disueltas podría ser; o no saben a nada y por eso no parecen agua cotidiana, de la del grifo. En conjunto, todo percepciones y sensaciones en torno al agua.

Cada cual interpretamos las secuencia de la vida a nuestra manera. Al ver el cortometraje de Isabel siento el agua vivificante que desaparece en algunos tramos. El agua limpia como metáfora de la amistad sincera, que fluye de la fuente solar y vivifica las plantas. Presente en el río sonoro y en la alberca/piscina. Cuando empieza a alumbrar la oscuridad de los sentimientos el agua se vuelve opaca. Los secretos del agua, si se antropiza demasiado, se acercan a las oscuras pasiones, se la utiliza como moneda de cambio, o estrategia de engaño. La luz huye para no ser testigo del agua opaca. Todo lo imaginado quizás no deje espacio para la resiliencia infantil, tan limpia como el agua sin utilizar. El agua que se ve envuelta sin quererlo en un abuso intrafamiliar infantil. Donde más daño hace, allí donde el amor debe fluir a raudales de manera desinteresada. Agua ficcionada en vida, o vida ficcionada en agua.

Quiero entender parte del cortometraje, a la vez que animo a ver el corto y encontrar estas señales, en aquel poema que la chilena Gabriela Mistral dedicaba al agua:

Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca
y haga al río fábula y fábula.

Tenga una fuente por mi madre
y en la siesta salga a buscarla,
y en jarras baje de una peña
un agua dulce, aguda y áspera.

Me venza y pare los alientos
el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla
me vuelva niñas las entrañas!
La segunda parte del título también la he copiado. En esta ocasión, de una publicación del Instituto Elcano. Me gusta relacionar vivencias fílmicas o artísticas con hechos de la vida cotidiana. Mejor si tienen algo que ver con relaciones sociales, si cuestionan lo que somos y queremos ser, si afectan a emociones y perspectivas de futuro. El artículo del Instituto Elcano se pregunta si el agua en España/Europa es un vaso medio vacío. Alude al último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA): El estado del agua en Europa 2024: la necesidad de mejorar la resiliencia hídrica.

El estado de las fuentes europeas no aprueba el examen de calidad. El informe envía un mensaje claro: sin una acción rápida y decisiva, la seguridad hídrica de Europa está en peligro. La adopción de soluciones basadas en la naturaleza, combinadas con mejoras en la eficiencia y una gobernanza más fuerte, serán cruciales para asegurar la resiliencia hídrica a corto, medio y largo plazo. El agua opaca de la película también se aprecia en el sentir de los usuarios. Además, se va escapando del vaso medio vacío. Ese que guarda los sentimientos humanos que sin duda justifican las amistades. Esto pasa en todo el mundo, allí donde el agua (en su infancia gratificante) va perdiendo sus cualidades porque alguien así lo quiso. El riachuelo alegre de las montañas deja de ser el mismo a medida que se encuentra con la gente. Tanto que va despareciendo el agua totalmente vivificante; tampoco será resiliente, como el niño que se supone que pasó por el trance que se sugiere en el cortometraje. En qué condiciones llegarán la una y el otro al año 2030; en el fondo del ser o cerca de la cima colectiva.

El agua como símbolo y metáfora; sin decir palabra sabe decirnos cosas, apuntarnos comportamientos. Me pregunto ¿qué no le hemos hecho al agua? Siendo tan grandiosa se convierte en una criatura indefensa, en cualquier lugar del mundo; también en Europa. Peor aún, en un vehículo para satisfacer nuestras pasiones, o deseos si se quiere ver así. El agua fue antaño un símbolo de la vida y de la purificación, todavía lo es hoy en las contaminadas aguas del Ganges. Presente en muchas religiones. En la película se nos hizo opaca. Ni las relaciones humanas ni el agua son incoloras, inodoras e insípidas. ¿Qué habrá querido decirnos la directora y coguionista del film? Acaso que el agua es bendita como la inocencia; ambas brutalmente agredidas. Vuelve otra vez Gabriela Mistral a alumbrarme la intención:

Esta agua medrosa y triste,
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.
Hablar de agua nos estremece. ¿Quién sabe si será verdad que el cine es un arma de defensa proactiva para cambiar el mundo? Pero debemos mirar de frente al agua: veremos metáfora o realidad, símbolo y contra símbolo, enigma permanente. Para mejorar nuestras percepciones y sacudirnos las complacencias que la contaminan, o la hacen opaca. A sabiendas de que ha habido una caída abrupta de los niveles del agua dulce en el mundo según demuestran los satélites GRACE y GRACE FO de la NASA. ¿Habrá pasado lo mismo en las relaciones intrafamiliares?, que como el agua pueden convocar tragedias como con la reciente DANA.

Al final, no estoy seguro de haber explicado bien mi intención, porque uno entiende poco de cine y de secuencia de escenas. Seguro que la directora encontrará varias carencias. Como quien esto escribe, qué cada persona que vea el cortometraje o lea este artículo entienda que se ha escrito para homenajear a una directora novel, que ha sabido escrutar los mensajes de la vida utilizando para ello los escenarios del agua –la más grande expresión de la vida-, artífices de sueños y esperanzas, pero también con evidentes pesares por ausencias. Vaso medio lleno o medio vacío, agua transparente u opaca; entre lo uno y lo otro fluye la vida.

 

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