eharvey
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Asegura la RAE que la interjección coloquial ojú, propia de esta tierra, se emplea para expresar admiración, sorpresa o alegría. Me permito corregir a la Real Academia para añadir que puede ser todas estas cosas, pero también sirve para subrayar preocupación, mosqueo y coraje. Mucho, mucho coraje.Son dieciséis los años que el Sevilla, ojú, lleva sin ganarle al Atleti a domicilio. No han sido pocas las ocasiones en que, a lo largo de estos últimos años, la victoria en campo colchonero, ojú, se nos escapaba por los pelos. Anoche, además, nos plantamos en el Metropolitano en una situación competitiva no precisamente buena. Todos pensábamos más o menos lo mismo: ojú, la que nos va a caer va a ser de campeonato.Dicen que Nyland está a punto de caramelo para volver a la portería. Álvaro Fernández no es malo, pero es inevitable que genere incertidumbre. El gol encajado contra el Osasuna fue una cantada, y el Atleti, si algo tiene, es gol. También genera muchas dudas la banda izquierda, con un Kike Salas, ojú, que cuando tiene una mala tarde es para echarse a temblar.Ayer debía hacer bastante frío en Madrid. Muchos jugadores habían optado por usar guantes. Todos negros, por cierto. Empezó el partido y Griezmann, ojú, parecía que iba a tener su noche: llevábamos menos de nueve minutos y ya había tenido un par de ocasiones claras. Pero no fue él sino De Paul el que adelantó al Atleti en el marcador, cuando aún no se habían cumplido ni diez minutos.La cosa olía a masacre. Pero apareció el de siempre, don Dodi Lukebakio, para sacarse de la chistera un señor golazo. Ojú qué alegría.Y poco a poco, el Sevilla se metió en el partido. Empezó a creérselo, y nosotros con ellos. Y de repente, los guantes, que seguían siendo negros, se convirtieron en blancos: por qué no soñar con un mangazo elegante, de guante blanco, en casa del intocable Atleti, el equipo menos goleado de esta Liga, invicto en el Metropolitano en esta temporada.Ojú qué grande. Ojú qué gritos. Ojú qué felicidad inconmensurable cuando en el minuto 31 Isaac Romero consigue doblarle la muñeca a Oblak y ver por fin el gol en esta temporada. Ojú qué fatiguitas las que ha pasado el pobre Isaac. Ojú qué contento corría abrazándose a sus compañeros y besuqueándose el escudo.El pase, por cierto -no se nos olvide-, fue de Kike Salas. Un gol bonito, limpio, construido con cuatro pases certeros. Y de repente le íbamos ganando al Atleti. En el minuto 43, Kike Salas cometió un error defensivo que se convirtió en el segundo gol de los colchoneros. Ojú qué suerte: el VAR acabó anulándolo por fuera de juego.Kike Salas fue el hombre ojú del partido. Ojú qué bien con las asistencias, pero ojú qué mal cuando el ataque colchonero le cogía las espaldas. La asistencia del 1 a 3 a Juanlu fue de mucha altura. Tanta, que el nazareno tuvo que perpetrar una patada voladora a lo Street Fighter que ríete tú de Karate Kid.En el minuto 60, el Sevilla ganaba por 1 a 3, en el partido más completo, competitivo y vibrante de los de Nervión en esta temporada. De repente, teníamos la sensación de que, por fin, el Sevilla recuperaba su ADN, ese de la casta y el coraje, ese de la capacidad de dar la campanada ante los grandes. El de las gestas.Pero ahí estaba Griezmann para ponérnoslo difícil. Y Sorloth tuvo hasta cuatro ocasiones que Alvaro Fernández -ojú, que partidazo- consiguió neutralizar. El golazo de Lino en el 79 convirtió el tramo final del partido en un suplicio. Y ya en el descuento, otra vez Griezmann consumó la remontada.Ojú qué coraje. Ojú qué fatiga. Ojú qué difícil es no perder los papeles con los equipos grandes. Ojú qué lejos se ve todavía lo de recuperar nuestro ADN.
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