wtromp

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Ando estos días en asombro constante por una circunstancia clínica: la operación de cataratas que te rescata de un mundo desenfocado, de aristas inexactas, multiplicadas, y de distancias inciertas y amenazantes. Un mundo emborronado por rostros casi reconocibles, como pintados por Bacon . Y de pronto y con suerte vuelves al reino de la nitidez y ocurre algo muy extraño, que bien podría compararse con una iluminación, o un deslumbramiento (gafas de sol aparte): llegas a la conclusión de que la exactitud está directamente relacionada con la emoción. Hay una sincronía matemática de los sentimientos exactos, porque si son abstractos gastan paletas imprecisas, queman menos y te conmueven tanto como billetes bien falsificados. No existe sólo la agudeza de la mirada, también pueden ser exactos los sonidos y los olores, y llevarte de cabeza al sitio donde perdiste el corazón y te recuerdas, palacio o tugurio. Sin embargo, por esta circunstancia clínica me rindo ante la exactitud del mundo, sin ella incluso la realidad más caótica resulta menos grácil. Te acuerdas, cómo no, estos días de la claridad, cantada por Claudio Rodríguez , que dijo que siempre viene del cielo (y miras las nubes nítidas). Y del asombro juanramoniano : ‘la transparencia, dios, la transparencia’ (que te lleva algo más lejos). La nitidez permite observar mejor los defectos, propios y extraños, y también las emociones que concita lo que no es bello ni esperanzador (no quiero hablar de política), nuestra frágil realidad de lazarillos. Lo veo ahora. Nítido.

 

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