Cassie_Kuphal
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Gimlet era el nombre del cóctel favorito de Philip Marlowe, detective de Raymond Chandler. También de una coctelería histórica de Barcelona, ciudad en la que transcurre la ópera prima de José Luis Acosta, titulada así, Gimlet. Se estrenó en 1995 y sobre todo le cayeron palos. Pero este policiaco patrio, una rareza que se puede encontrar en la web de RTVE, tiene un curioso aliciente: ver a un Viggo Mortensen balbuceante en su primera película española convertido en un psicópata obsesionado con Ángela Molina. La actriz interpreta a Julia Rojas, la sofisticada dueña de una coctelería, Baba, a la que un desconocido sigue y graba. Julia, hija de un famoso coctelero madrileño, aprendió los secretos del alcohol observando a los camareros de su padre. El dato será importante. Ahora, lejos de Madrid, ella regenta su propio local mientras en su casa escucha tangos antiguos como Envidia, de Ada Falcón: “Envidia, envidia que me condena a vivir con esta pena, porque no hay mayor dolor que la envidia por amor”.
La mujer solitaria esconde cicatrices que la película nunca muestra. El primer muerto es un amante suyo al que encuentran con el corazón arrancado. El personaje de Molina encaja bien con el porte elegante y misterioso que siempre ha tenido la actriz, con su inimitable timbre de voz y su aire ensimismado y tímido. Julia vive en un piso de suelos hidráulicos y paredes rojas donde recibe las cintas de vídeo del loco que la persigue. El ambiente retronoir de la película remite más a los ochenta que a los noventa: las persianas venecianas y esas cintas de VHS como ubicuos fetiches de aquel tiempo. Molina está especialmente radiante, su personaje va siempre impecable: abrigos de piel, collares de azabache y los labios rojos. Julia es el tipo de mujer que viaja, aunque sea por un día, con el secador de pelo en la bolsa. El Gimlet es un combinado de ginebra con lima. Julia se lo recuerda a un policía que se hace pasar por camarero y al que ilustra, con su dulce distancia, así en la materia: “Era el favorito de Philip Marlowe, un detective de novela, un tipo muy duro y muy listo que estaba siempre rodeado de personas que le mentían continuamente”.
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La mujer solitaria esconde cicatrices que la película nunca muestra. El primer muerto es un amante suyo al que encuentran con el corazón arrancado. El personaje de Molina encaja bien con el porte elegante y misterioso que siempre ha tenido la actriz, con su inimitable timbre de voz y su aire ensimismado y tímido. Julia vive en un piso de suelos hidráulicos y paredes rojas donde recibe las cintas de vídeo del loco que la persigue. El ambiente retronoir de la película remite más a los ochenta que a los noventa: las persianas venecianas y esas cintas de VHS como ubicuos fetiches de aquel tiempo. Molina está especialmente radiante, su personaje va siempre impecable: abrigos de piel, collares de azabache y los labios rojos. Julia es el tipo de mujer que viaja, aunque sea por un día, con el secador de pelo en la bolsa. El Gimlet es un combinado de ginebra con lima. Julia se lo recuerda a un policía que se hace pasar por camarero y al que ilustra, con su dulce distancia, así en la materia: “Era el favorito de Philip Marlowe, un detective de novela, un tipo muy duro y muy listo que estaba siempre rodeado de personas que le mentían continuamente”.
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La mujer solitaria esconde cicatrices que la película nunca muestra
‘Gimlet’. La película de José Luis Acosta, protagonizada por Ángela Molina, presenta a una mujer solitaria que esconde unas cicatrices que jamás muestra
elpais.com