‘La mujer del presidente’: jocosa sátira política que revitaliza la figura de la esposa de Jacques Chirac

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27 Sep 2024
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En España ha sido rebautizada como La mujer del presidente, pero el título original francés es simplemente Bernadette. En su país no hace falta más, pese a compartir nombre con la mítica pastora y religiosa de las apariciones marianas de Lourdes. Sus 13 años como primera dama al lado de su marido, el expresidente Jacques Chirac, la avalan. También el vuelco en su imagen, del que da cuenta la película de la novel Léa Domenach, una simpática sátira política que deja al mandatario y a algunos de sus ayudantes prácticamente por los suelos, mientras defiende la figura de una mujer con fama de añeja, hosca, gélida y con mal humor, que logró dar la vuelta a las encuestas no solo como cohabitante del Palacio del Elíseo sino también como política local.

Otro símbolo francés, Catherine Deneuve, es la encargada de dar vida a Bernadette Chodron de Courcel, llamada Chirac tras su matrimonio, actual viuda del expresidente a sus 91 años, y, según detalla con sorna esta ficción “ligeramente inspirada” en la realidad, ninguneada por el círculo del poder ya desde el primoroso gag con el que se inicia la película. Chirac, que ya había sido primer ministro en dos mandatos y alcalde de París durante ocho años, es elegido presidente de la República a mediados de mayo de 1995. Con sus espigados 1,89 centímetros de estatura y subido a un pedestal saluda desde un balcón a sus seguidores, con la pequeña barandilla casi a la altura de sus rodillas. Su esposa, a la que nadie hace ni caso, se acerca a cámara lenta hacia el griterío y los olores del triunfo. Domenach, con buen criterio, utiliza imágenes reales de la televisión de la época para ilustrar a la enfervorizada ciudadanía. Pero cuando llega al balcón, minimizada física, sentimental y políticamente, su marido, con expresivos brazos abiertos de incredulidad, le incrusta una frase trapera: “¿Qué haces aquí, Bernadette? ¡Que te vas a caer!”.

Catherine Deneuve, en la película 'La mujer del presidente'.

Desde ahí, la película cuenta sus iniciales deslices públicos (las improcedentes críticas por televisión a su primer ministro, Alain Juppé); la contratación de un asesor de comunicación como ayuda para intentar salir de su reducto de mujer florero; las acertadas intuiciones sobre el ascenso de la ultraderecha en las sucesivas elecciones; y su propia carrera política como concejal y teniente de alcalde del departamento de Corrèze. Domenach no se guarda una, aunque algunos de los temas tienen más desarrollo que otros dependiendo quizá de que los personajes estén ya fallecidos o no, y en ese sentido sobresale la atenta denuncia, siempre en modo jocoso, de las infidelidades de Chirac con variadas mujeres, pero la falta de concreción respecto de una de ellas, “famosa actriz italiana”, cuando toda la prensa y el público sabe que se trataba de Claudia Cardinale.

En este siglo XXI, y siguiendo el modelo estadounidense, al cine francés hay que agradecerle la mirada poliédrica a su más reciente historia del poder, con abundantes películas políticas que analizan las andanzas de algunos de sus grandes nombres (entre ellas, Presidente Mitterrand, dirigida por Robert Guédiguian, en 2005). La mujer del presidente abarca más de una década, hasta las presidenciales de 2007, y en su recorrido, entre verdades y medias verdades, bromas y reflexiones, sin grandes aspavientos formales, pero manteniendo un nivel medio de comicidad más que digno, se toma la libertad de empequeñecer a algunos intocables. El más importante, el propio Chirac, al que se dibuja como un hombre bastante más lelo de lo que su imagen parecía transmitir. Y también a Dominique de Villepin, sempiterno asesor del presidente y primer ministro entre 2005 y 2007, al que se retrata poco más que como un estirado y bobo galán que va de intelectual, pero que nada aporta a la política real.

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