Nuestro hijo se rompió la pierna la semana pasada y los dispositivos tecnológicos de la familia se han llenado de anuncios de centros de rehabilitación y seguros médicos. Podría ser peor. Si fuéramos militantes de Hezbolá, el ejército israelí analizaría nuestros movimientos con drones invisibles y secuestrando las imágenes de las cámaras de seguridad de las calles o el micrófono del control remoto de la televisión. Como informa Financial Times, Israel ha localizado así a los líderes de la milicia chií que, como Hasan Nasralá, llevaban años viviendo en el subsuelo, yendo de un búnker a otro. Cualquier pieza de información, la imagen de una acera o una pared, el sonido de un coche o un pájaro, es filtrado por un cerebro casi omnisciente de Inteligencia Artificial (IA).
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La moral de los drones
La brutal máquina de matar israelí vive de la tecnología más sofisticada. Y el problema es que, cuanto más sobrehumana es una tecnología, más inhumana es su aplicación
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