La ley talibán vaciará Afganistán de doctoras

[irving.jerde]

Cada vez que se habla de las mujeres de Afganistán es para contar que vuelven a ser objeto de prohibiciones del fundamentalismo islámico. La vuelta del régimen talibán, en agosto de 2021, sumió en el ostracismo a la mitad de la población del país y hoy la lista de vetos y leyes para invisibilizarlas podría ocupar todo el reportaje. He aquí unos pocos ejemplos: no pueden estudiar más allá del sexto grado (a partir de los 12 años); no pueden trabajar en la mayor parte de lugares; tampoco pueden acceder a lugares públicos como parques, gimnasios o salones de belleza; no pueden viajar si no es en compañía de un hombre de su familia; no pueden salir de casa si no están cubiertas de pies a cabeza... Además, se prohíbe que el sonido de su voz se escuche fuera del hogar... Un listado de vetos que esta semana se ha hecho aún más grande e insufrible: ya no pueden formarse como médicas, odontólogas, enfermeras o investigadoras. El líder supremo de los talibanes , Haibatullah Akhundzada, ordenó prohibir a las mujeres asistir a facultades de Enfermería y Obstetricia. Lo comunicó al Ministerio de Salud Pública el lunes, y poco después a los institutos privados de formación médica. «Este nuevo decreto provocará dolor, miseria, enfermedad y muerte innecesaria para las mujeres obligadas a prescindir de atención sanitaria», denunciaba nada más conocer la nueva medida Sahar Fetrar, activista e investigadora de Human Rights Watch. Desde Médicos Sin Fronteras también lamentaron esta nueva medida. «No hay sistema sanitario sin profesionales de la salud que sean mujeres formadas», afirmaba Mickael Le Paih, representante de MSF en Afganistán. «En MSF, más del 50% de nuestro personal médico y paramédico son mujeres. La decisión de prohibir a las mujeres estudiar en escuelas de Medicina las excluirá aún más, tanto de la educación como de la prestación imparcial de atención sanitaria».Noticia Relacionada reportaje Si Mil días sin poder estudiar en Afganistán Carlota Pérez En septiembre de 2021, el Gobierno talibán prohibió a las chicas ir a clase. Se cumplen mil días desde aquellas ley que condena a la mitad de la población en el país al ostracismoLos mensajes y comunicados condenando este nuevo veto se han sucedido a lo largo de esta semana. Pero para conocer la verdadera dimensión de esta nueva medida, hablamos con dos estudiantes de Medicina afganas, una profesora y una doctora que sufren en primera persona los horrores de los fundamentalistas.«Servir a mi pueblo»«Me llamo Masoma . Tengo 25 años y estudio o, mejor dicho, estudiaba Medicina. Desgraciadamente los talibanes cerraron las escuelas«. La joven, que reside en Kabul, la capital afgana, está desolada. A pesar de los continuos decretos de los talibanes anunciando prohibición tras prohibición contra las mujeres, ella aún podía seguir asistiendo a una pequeña escuela médica. »Sabíamos que este día iba a llegar«. ¿Por qué elegiste esta carrera? »Deseaba, de esta manera, servir a mi pueblo y a la humanidad. Quería aportar por el progreso, pero desgraciadamente ya no tenemos esta oportunidad«. Aunque el mensaje es poco alentador, dice: »Todavía tengo esperanza de que pueda terminar mi carrera«.Que Masoma quisiera ser médica era algo vocacional. Sin embargo, otras chicas, como Najiba , no encontraron más opción que entrar en la facultad de Medicina para tener una titulación superior. De 22 años, Najiba quería estudiar Economía y de hecho aprobó el examen de acceso a la Universidad. Pero los talibanes le cerraron las puertas: sólo podía optar a carreras sanitarias, como Medicina o Enfermería. «Era extraño, pero era mi única salida para seguir estudiando. Ahora no sé qué voy a hacer», explica por Whatsapp la joven.Peligro para la saludEsa desolación se multiplica con Zahara, profesora de inglés en cursos de Medicina. «Es una tristeza inmensa no poder enseñar a estas jóvenes. Nosotras pudimos hacerlo, con mucho esfuerzo; pero ver que volvemos a los años oscuros me causa un dolor y una rabia increíbles». Zahara se ha quedado sin trabajo. Las políticas de los talibanes contra muchas formas de empleo de las mujeres han contribuido a agravar la crisis, al violar su derecho a un nivel de vida adecuado y privarlas a ellas y a sus familias de los ingresos necesarios.La prohibición de que las mujeres estudien este tipo de especialidades llama aún más la atención si cabe que cualquier otra. Durante la primera etapa talibán, en los años 90, considerada más extremista que la actual, se permitía a las mujeres estudiar algún curso de Medicina. Ahora ni eso, y las consecuencias pueden ser devastadoras. Este país es uno de los lugares más peligrosos del mundo para dar a luz. Según una declaración de diciembre de 2023 de Stéphame Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, una afgana muere cada dos horas por complicaciones en el parto.Faltan matronasPocas son las mujeres que siguen trabajando en hospitales. El Fondo de Población de la ONU, que monitorea la atención médica de las mujeres a nivel mundial, informa que el país necesita al menos 18.000 matronas capacitadas más, para garantizar una atención materna básica. Una de ellas es Humaira, doctora del Hospital Emergency de Kabul. «Es muy difícil trabajar en estas condiciones. Estamos siendo perseguidas y no sé en qué va a acabar esto». Lo avisó también la directora Ejecutiva de Unicef, Catherine Russell : «Sin la presencia de mujeres proveedoras es menos probable que las afganas busquen atención prenatal durante el embarazo y que den a luz de forma segura y en clínicas».Lo que más preocupa son las consecuencias que tendrán para la salud de las mujeres. «Si un hombre no puede atender a las jóvenes embarazadas y no hay nuevas doctoras formadas, la tragedia médica que puede ocasionar es increíble», explica la médico. Las mujeres y las niñas se han visto desproporcionadamente afectadas por la crisis sanitaria, en particular debido a los abusos de los talibanes. «El desastre que se viene para las jóvenes es impredecible», asegura Fereshta Abbasi, experta en derechos humanos de las mujeres afganas de HRW.

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