La ley del horizonte

Aaron_Swift

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Había advertido García Pimienta, en la previa del partido, que había que ser muy precavidos en la visita a Olot. Además de curarse en salud, el catalán, que está curtido en el pastoreo de las categorías inferiores, quería dejar claro que no hay contrincante fácil en la competición del K.O. Cuando habló, el Girona y el Villarreal aún no habían sido eliminados. En este contexto pisaba el Sevilla el campo del equipo de La Garrocha.Fue Leibniz quien acuñó el perspectivismo como doctrina filosófica. Lo que percibimos depende de nuestro punto de vista. En el cine, el cómo cuenta tanto como el qué: los planos que elige el realizador determinan nuestra forma de mirar. Es célebre la historia del fugaz encuentro entre un jovencísimo Spielberg y el maestro John Ford. El director de E.T. acudió al despacho de Ford buscando algún consejo iluminador sobre cine. Ford tenía colgado un cuadro en el que se veía una escena de indios y vaqueros. ¿Qué ve en el cuadro?, preguntó el director. Spielberg contestó lo evidente: «Indios y vaqueros peleando, señor». Desabrido y antipático, como solía ser, Ford contestó: «Cuando entiendas por qué el horizonte está arriba o abajo de la imagen, y no en el centro, puede que seas un muy buen cineasta. Y ahora vete al carajo».Se trata de la conocida ley del horizonte, que John Ford seguía a rajatabla: cuando se graba un horizonte, siempre debe ubicarse o bien en la línea inferior, para darle prioridad al cielo, o en la línea horizontal superior, para darle prioridad a la tierra. Las dos perspectivas determinan el tono de la historia: o la espiritualidad del cielo o la materialidad de la tierra.En las retransmisiones de los primeros cruces de la Copa del Rey, el punto de vista siempre da prioridad a la tierra. Por pura imposibilidad física (no hay zonas altas en los campos modestos que permitan una perspectiva más aérea), la cámara se sitúa normalmente casi a ras del campo, como si viéramos el partido en grada baja. Una experiencia que, en cierto modo, nos acerca aún más al encuentro, nos introduce en el terreno de juego de manera más inmersiva, como si estuviéramos allí mismo, pasando frío y comiendo pipas. Ese tipo de retransmisiones son pura Copa del Rey. Continente y contenido se funden de forma perfecta, dando como resultado una vivencia completamente popular y amateur. Ayuda también el sonido ambiente, bullicioso y gritón, y el propio comportamiento relajado de la afición.Todo en la retransmisión transmite modestia. En el saque de un córner del Olot, un empleado del club camina junto al terreno de juego portando una caja de cartón y se detiene a un palmo del jugador para sacarle una foto. En uno de los goles, al fondo, se distinguen varios aseos portátiles, instalados para hacer frente a las necesidades miccionales de una concurrencia multiplicada. En un momento determinado del juego, el árbitro se ve obligado a detener el partido porque algunos aficionados están arrojando piedras.La competición de los modestos, en estas primeras rondas, es también la competición de las oportunidades. Durante la primera parte, el Olot tuvo varias bastante claras, incluyendo el penalti que Álvaro Fernández logró detener. Pero también fue una oportunidad para que algunos jugadores del Sevilla con pocos minutos en La Liga pudieran resarcirse y enseñar la patita. Es lo que tienen las oportunidades: se aprovechan o no. Así, por ejemplo, Barco reparó su aciaga semana personal derrochando nervio por la banda izquierda, e Idumbo demostró que es un jugador a tener muy en cuenta. Otros, como Marcao o Suso, evidenciaron una vez más que su forma y actitud no les da para formar parte de este Sevilla.Ahora toca visitar al Atlético de Madrid. Después de haber superado la ley del horizonte terrenal de la fase de la Copa del Rey, ¿por qué no soñar con un poco de cielo en La Liga?

 

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