karolann.kuhn
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La inteligencia artificial (IA) ha entrado de lleno en el mundo empresarial, convirtiéndose en una herramienta clave para potenciar la innovación y la productividad, redefinir y automatizar procesos, y mejorar la interacción con los clientes. Sin embargo, al tiempo que gana peso, persisten preguntas todavía sin responder en torno a su implementación y su impacto real en las organizaciones.
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Un cambio de paradigma
La IA ha desencadenado una transformación en la manera de trabajar de muchas empresas. “La inteligencia artificial es la palanca clave para poder reaccionar ante los tiempos actuales, una palanca que nos va a permitir no solo sobrevivir, sino también ser más eficientes y productivos en el futuro”, afirmó Diego Bodas, de Mapfre.
“Para mí, este es un momento precioso para ser parte de un equipo de tecnología por todo lo que está pasando”, dijo Merce Mariño, de AWS para Iberia. “Los comités de direcciones están entendiendo el valor de la tecnología en sus procesos de negocio”, agregó.
Carlos Méndez Garrido, de Timia, destacó sin embargo que, para que la IA cumpla su potencial, es necesario un entorno organizativo y cultural que fomente su adopción a todos los niveles. “En ese sentido es crítico la formación”, sentenció.
La AI ACT, un avance importante, pero con retos prácticos
La Ley Europea de Inteligencia Artificial, también conocida como ‘AI ACT’, entró en vigor el pasado mes de agosto, y su aplicación se realizará de manera progresiva en los próximos dos años. Con esta, la Unión Europea se ha convertido en la primera región del mundo en regular la utilización de la IA. Entre sus objetivos principales figuran proteger los derechos fundamentales de las personas y minimizar sus potenciales riesgos, aunque hay quienes temen que afecte la competitividad de Europa frente a otras regiones.
Para los expertos que participaron en el desayuno de Cinco Días, la normativa es un instrumento importante para regir el uso responsable de esta tecnología y para potenciar la innovación. Sin embargo, reconocen que su implementación práctica presenta algunos retos. Es el caso de las empresas que operan en diferentes geografías, cada una con una legislación diferente. “La normativa es un buen paso”, señaló Diego Bodas, de Mapfre, pero “sería muy útil una cierta unificación, un acuerdo internacional de mínimos, sobre todo para las compañías multinacionales poder trabajar de una forma más lógica”, añadió.
Merce Mariño, de AWS para Iberia, subrayó que “la regulación es necesaria y tenemos que colaborar todos en adoptarla”, aunque puntualizó que las empresas requerirán expertos con perfiles muy específicos para “poder aterrizar la normativa a sus casos de uso”. Por su parte, Rosa Martínez, de CaixaBank Tech, Rosa Martínez, reconoció que la “regulación es necesaria”, ya que es importante tener un instrumento que proteja a las personas; no obstante, incidió en que habrá que “hacer un esfuerzo por generar capacidades transversales para poder entender la regulación y asegurar su cumplimiento” en las organizaciones.
A su vez, Carlos Méndez Garrido, de Timia, hizo hincapié en que “la regulación debe ser ágil”, ya que la tecnología cambia rápidamente. “De aquí a dentro de seis meses te cambia completamente el panorama”. De lo contrario, Europa puede correr el riesgo de ver su capacidad de innovación lastrada frente a otros países sin ningún tipo de regulación específica para la IA o con marcos normativos más laxos.
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