Pierce_Tillman
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 45
Los dos motores económicos de la Eurozona, Alemania y Francia, están gripados y a la debilidad que viene afectando a su actividad desde la salida de la pandemia se suma ahora una crisis política cuyo alcance es imprevisible. No ha podido llegar en peor momento, con la región pendiente de la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y su más que previsible endurecimiento de la política comercial, y con una brecha de competitividad con respecto a la propia Estados Unidos y a China, que no hace sino crecer. Los desafíos pendientes de la UE en ámbitos como la inversión en Defensa tampoco ayudan.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, aceptó el jueves la dimisión del primer ministro, Michel Barnier, después de que la izquierda y la ultraderecha secundasen una moción de censura en la Asamblea Nacional que supuso la caída del Gobierno. El propio Macron solicitó a Barnier que continúe como primer ministro en funciones hasta que se forme un nuevo ejecutivo. La prioridad inmediata de este pasará por lograr un mínimo consenso político para sacar adelante los Presupuestos y evitar la prórroga de los de 2024. Esta podría agravar aún más el déficit en el que ya incurre el país, al que Bruselas ha abierto este año un procedimiento por déficit excesivo -del que se ha salvado España-.
El Gobierno galo había previsto, en un primer momento, despedir el año con un desfase entre los ingresos y los gastos públicos que rondaría el 4,4% del PIB. Ese cálculo se revisó después al alza hasta el 5,6% y ahora se espera que supere, incluso, el 6%. Dado que las estimaciones oficiales apuntaban a un crecimiento superior al 1% en 2025, cualquier riesgo de incumplir este objetivo "podría aumentar el déficit, lo que resultaría en un mayor deterioro de la relación deuda/PIB, superando el objetivo inicial del 114,9%", advierten desde Allianz Global Investors.
Dado que la inestabilidad política en Francia puede prolongarse, las empresas galas se encontrarán con más dificultades para tomar sus decisiones de inversión, lo que podría lastrar la economía. La industria lleva casi dos años en crisis, y el sector servicios también muestra signos de frenazo y los indicadores macro no permiten vislumbrar un cambio en el corto plazo. "En Francia, la recuperación económica parece improbable, ya que la actividad de las nuevas empresas y de las empresas en activo disminuye a un ritmo acelerado con respecto a octubre", sostiene François Rimeu, estratega senior de la gestora Crédit Mutuel AM, atendiendo a la lectura de los índices PMI o de gestores de compra.
La situación en Alemania también dista mucho de ser tranquila. El próximo 23 de febrero el país celebra elecciones anticipadas, y está sobre la mesa la posibilidad de modificar la norma del "freno de la deuda", que limita el déficit federal al 0,35%. Ese cambio requiere, sin embargo, de una mayoría parlamentaria de dos tercios, un objetivo difícil dada la fragilidad actual de los partidos tradicionales CDU y CSU (Unión Cristianodemócrata) y la posibilidad de que los extremistas AfD y BSW bloqueen cualquier cambio en este sentido si logran el respaldo suficiente en las urnas.
Alemania y su cambio de modelo
La parte positiva es que la 'locomotora' europea dispone de un amplio margen de maniobra, con una ratio de deuda sobre PIB del 59% y sin déficit primario, lo que podría favorecer ese giro en la tradicional ortodoxia presupuestaria germana y sustentar un mayor crecimiento de su economía. Esto supondría un "soplo de aire fresco", ya que Berlín estaría dando carpetazo a un modelo económico en declive desde hace casi una década.
El país va a tener que lidiar el año que viene con la amenaza de una guerra comercial inducida por Estados Unidos, que golpearía a su sector exterior (casi el 10% de las exportaciones alemanas se destinaron a EEUU en 2023, la cuota más alta en más de 20 años), y con la reestructuración en curso del sector manufacturero. Dado que el nuevo gobierno no tomará posesión, en principio, hasta abril o mayo, todo parece indicar que la política fiscal seguirá siendo restrictiva en 2025, lo que limitará de nuevo el avance de su PIB.
Es un nuevo viento de cara para el crecimiento de la zona euro y probablemente contribuirá a que el Banco Central Europeo (BCE) se muestre más pesimista. "La economía de la zona euro se recupera muy lentamente, debido a la baja productividad que limita su crecimiento potencial y a los problemas de países específicos como Francia y Alemania", añade Rosa Duce, Directora de Inversiones de Deutsche Bank en España. La solidez del mercado laboral, las rebajas de tipos por parte del BCE y el aumento de salarios reales deberían permitir una mejora de la actividad económica el próximo año. En sentido contrario, los aranceles o el recrudecimiento del conflicto comercial entre Pekín y Washington podrían amortiguar esa recuperación.
S&P Global Ratings ya advirtió hace unos días de que tras un 2024 en el que la mitad de la población mundial ha acudido a las urnas, el año que viene estará marcado por la incertidumbre política. En su informe anual de perspectivas 'Global Credit Outlook 2025', sostiene que los principales riesgos de cara a los próximos meses son, precisamente, la posibilidad de que las tensiones geopolíticas perturben las cadenas de suministro, el comercio y la confianza de los mercados; el proteccionismo en aumento; que la rebaja de los tipos sea más lenta de lo previsto; que el frenazo de la económica mundial se intensifique o que la tensión en el mercado inmobiliario vaya a más.
La inestabilidad política sacude a Francia y Alemania y pone en jaque la recuperación de la Eurozona
Las dos mayores economías de la región atraviesan una crisis política y económica que impide al área despegar y que mantiene en alerta al Banco Central Europeo, que podría intensificar sus rebajas de tipos desde diciembre
www.20minutos.es