La hoja de ruta de Espadas para llegar a las elecciones de 2026 se torció tras el Congreso Federal

lakin.raphael

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El pasado 1 de diciembre, tras el Congreso Federal celebrado en Sevilla, Juan Espadas anunció la convocatoria del Congreso Regional en Granada y abrió el proceso de primarias con los mensajes de que iba a presentar su candidatura , de que era capaz de obtener más apoyos que un sector crítico andaluz que seguía (y sigue) dividido en distintas corrientes y de que Ferraz no se iba a oponer a su continuidad. Esta reflexión no fue un salto al vacío . Juan Espadas llevaba meses planteando una estrategia para reforzar su posición de cara a 2026 en la que había encontrado la complicidad de Pedro Sánchez . Entre otras cuestiones, le nombró portavoz en el Senado y eligió Sevilla como sede de su Congreso Federal. Pero en un mes la estrategia se fue torciendo. El caso andaluz no es similar al de Castilla y León o Madrid. Espadas nunca se enfrentó a Ferraz ni la dirección andaluza se convirtió en un problema . Todo lo contrario. Ha sido probablemente la federación más leal a la Ejecutiva Federal incluso en los momentos más complejos como el debate de la amnistía o la financiación singular. Esa fue de hecho la gran baza que presentó Espadas en el Congreso Federal a Pedro Sánchez : podía haber voces críticas con su gestión, pero ninguna con las políticas desplegadas por el Ejecutivo central. Pero la realidad es que los resultados electorales de los últimos tres años del PSOE en Andalucía han sido malos para la federación. Y, al mismo tiempo, crecían las dudas en torno a las posibilidades de remontar en el nuevo ciclo que se abre precisamente en la comunidad autónoma en 2026. Estas dudas que existían en la dirección federal y en Andalucía llegaron a Pedro Sánchez. Pese a esto, Juan Espadas siempre quiso seguir adelante. Principalmente por una razón: defendió que no había ninguna alternativa disponible objetivamente con más posibilidades que la suya. Este análisis era compartido por Ferraz q ue exploró distintas opciones sin que le convenciera ninguna de ellas. Incluso se analizó hace meses la posibilidad de María Jesús Montero. Pero ni la ministra tenía voluntad ni parecía acorde con su papel en el Gobierno como vicepresidenta y responsable de Hacienda mientras se negociaban cuestiones como los Presupuestos o la financiación. También tenía sus aristas por su papel en debates como la financiación autonómica o por el material que podía acumular el PP sobre su gestión, especialmente en la Consejería de Salud . Su momento podría llegar, pero no aún. En apenas cuatro semanas, todo se precipitó. Las voces críticas fueron creciendo, las estructuras provinciales se fueron agrietando, las dudas se extendieron. Y el PSOE andaluz empezó a ser un problema. Se pusieron encima de la mesa nombres alternativos a Espadas, como Juan Francisco Serrano, adjunto a la secretaría de Organización de Santos Cerdán, pero ni despertaban un consenso que garantizaran unas primarias sin sobresaltos ni elevaban las expectativas electorales para 2026. En ese contexto, sólo quedaba una salida. Sólo había un nombre que garantizara consenso entre la militancia y que pudiera verse como una alternativa reforzada para Andalucía: María Jesús Montero. Él mismo Juan Espadas lo asumió y lo verbalizó en determinados círculos: si Ferraz enviaba a María Jesús Montero, él daría un paso al lado . Si no era así, estaba dispuesto a mantener el pulso con un sector crítico muy variado pero cada vez más amplío. Y así se precipitaron los acontecimientos en Navidad. Y una vez que lo hubieron asumido tanto María Jesús Montero como el propio Juan Espadas se hizo público el giro de guion , el cierre de la etapa del exalcalde de Sevilla y el regreso de María Jesús Montero a Andalucía.

 

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