La falsa superioridad moral de la izquierda

[Melyna_Hansen]

Estos días asisto a un nuevo episodio que me produce vergüenza al escuchar las declaraciones de miembros de la élite sanchista. Algunos golfos como el señor Aldama, seguro que para defenderse, dicen mentiras contra dirigentes socialistas. Entonces los voceros del sanchismo piden que si alguien tiene pruebas de algo ilícito vaya al juzgado. Eso mismo me dijeron a mí cuando denuncié prácticas corruptas en el gobierno de Abel Caballero y en la agrupación socialista. Fui al juzgado y el Tribunal Supremo sentenció que en el gobierno de Caballero se produjo un empleo ficticio de la cuñada de la presidenta del PSdeG y senadora Carmela Silva, que hubo malversación de caudales públicos del ayuntamiento de Vigo y que hubo falsificación de documentos.Un dirigente del comité nacional de ese partido fue a la cárcel, había sido nombrado por designación directa, sin concurso ni oposición. La historia del señor Lobato ahí está . A mí tras la denuncia me pusieron fuera de mi partido de más de 30 años.La historia pequeña y grande de la humanidad está llena de horrores que no salva ni a derechas ni izquierdas. Holocausto, Gulag, hambruna de Ucrania, Revolución Cultural, dictaduras unas y las otras, con careta de izquierdas o derechas, se llamen Franco o militares argentinos, tras el telón de acero o en Chile. En España Filesa, Gürtel, Bárcenas, familia Pujol, caso ERE… No hay vacuna ideológica para evitar el mal, el horror y la corrupción. El factor humano -es decir, los individuos- son los que cometen delitos y también son individuos libres los que denuncian y combaten esos delitos. No hay más canallas en la derecha que en la izquierda, pero solo con un estado democrático, ese que construimos tras la denostada Transición, se puede reparar y defender el interés público y la verdad.Creerse superiores moralmente, despreciar moralmente al adversario o perseguirlo no son prácticas exclusivas del sanchismo, pero es el camino seguro para hacer una peor sociedad y será una tentación permanente para las personas que detentamos algún día posiciones de poder. Al final solo nos defiende el factor humano, no la ideología, ni la bandera, ni la raza, ni la religión.

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