lebsack.alexis
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Si la miseria moral no anegara la esfera pública, de sólo dos cosas se habría hablado tras la catástrofe de Valencia. La primera es cómo actuar para evitar una sola pérdida humana en caso de otra nueva DANA como la que ya tenemos encima. La segunda es qué inversiones hay que acometer para no estar a merced de la climatología. Lejos de debatir sobre eso, lo único que ha interesado es la depuración de responsabilidades. Que es justa y quizás necesaria. Pero que rueden cabezas no arreglará nada. Seguiremos tan expuestos a las riadas como antes. Lo más sorprendente es que, cuando se toca el tema de fondo, que es casi nunca, la solución que se propone es que no hay solución. Todo esto, según parece, es por culpa de la voracidad urbanística e inmobiliaria que ha levantado polígonos y viviendas donde no se debía. Otro gallo hubiera cantado si, en vez de atentar contra la naturaleza, la hubiéramos respetado. En realidad, este es un argumento muy discutible, pues toda nuestra ciudad, por ejemplo, se sitúa en terreno inundable. Si el orden primigenio hubiera sido conservado, este periódico no existiría y usted no estaría leyendo este artículo. Sevilla es posible gracias a los hombres que la levantaron… y a los que levantaron sus defensas frente a las inundaciones. La doble tragedia de la DANA de Valencia no es que hayan muerto más de doscientas personas y ningún dirigente se haya ido a su casa por ello. La doble tragedia es que hayan muerto más de doscientas personas y las políticas hidráulicas vayan a continuar idénticas, dimita quien dimita. Para evitar otro desastre similar, las estrategias que actualmente priorizan el medio ambiente deberían ser sustituidas por otras que protejan a los seres humanos con las obras necesarias. Sí, también esas presas que sirven para almacenar agua y garantizar la actividad agrícola en períodos de sequía. En Andalucía, desde que se entregó la Breña II no se ha ejecutado ni un embalse. Ni siquiera los aprobados en los planes hidrológicos. En los últimos quince años se debería haber empezado ocho, pero sólo hay tres en redacción de proyecto y otro paralizado sine die. Demostración más que evidente de que los partidos han comprado mayoritariamente el relato de que los embalses son el problema y no parte de la solución. Así que aguarden ustedes decenas de sesudos planes de emergencia, centenares de comisiones, miles de reuniones de expertos, todo ello con sesgada exclusión de profesionales independientes y manifiesta sobrerrepresentación ecologista. Pero no esperen una sola obra de regulación para contrarrestar los ciclos de sequía más largos y las precipitaciones más intensas. O más bien esperen sentados. La política actual es tan experta en planificarlo todo como ducha en no hacer nada. Ya se pueden quedar miles de personas sin hogar que seguiremos de brazos cruzados. Con el medio ambiente hemos topado. Y mientras tanto, nada, a seguir discutiendo cuál es la pieza política que esta crisis debe cobrarse.
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