weissnat.celia
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Una larga ovación cerró la que fue una presentación mágica en la Riviera Maya. Bajo la coordinación del coreógrafo inglés Christopher Wheeldon y al ritmo de la batuta de la directora mexicana Alondra de la Parra, los asistentes al Festival Paax GNP disfrutaron de una maratón de danza que incluyó clásicos del ballet como Giselle, Don Quijote o La bella durmiente, papel principal representado por la bailarina argentina Marianela Núñez, figura imponente del Royal Ballet de Londres. Fue un menú delicioso, con cada plato en escena arrancando gritos de satisfacción de un público encandilado y completamente entregado.
El banquete, que fue titulado El mundo de Wheeldon, contenía nueve piezas de danza y comenzó con Joyas, Diamantes, de George Balanchine y al ritmo de la Sinfonía número tres de Tchaikovski y la dirección de de la Parra. La obra es un homenaje a la belleza y a la feminidad y a la coquetería. Los bailarines Unity Phelan y Ben Rudisin, actualmente principal del National Ballet de Canadá, se apropiaron del escenario del Salón Diego del Hotel Xcaret Arte, la sede del festival. Ambos mostraron con delicadeza y brillo su destreza, tan llena de desenvoltura como de sensualidad, en un paso a dos sobre el entarimado que sirvió para abrir el apetito de un público ataviado con sus mejores galas tropicales. Si la tormenta que se fortalece a varios kilómetros de este paraíso de playas de cocoteros y cuentos de piratas preocupaba en algún momento a alguien del público, quedaba completamente de lado ante el ciclón artístico que se comían sus ojos.
La directora mexicana había advertido minutos antes de lo que disfrutarían. De la Parra se congratuló por contar con la coordinación del inglés Wheeldon, figura predominante del mundo internacional de la danza y el teatro. La mexicana calificó el maratón dancístico como “uno de los momentos más emocionantes” del festival y alabó a su invitado, formado en la escuela del Royal Ballet de Londres y cuyas producciones se han representado en los grandes escenarios del mundo. “El mundo de Wheeldon es un mundo vastísimo, hermosísimo, lleno de fantasía, creatividad, logros, emociones y esfuerzo”, dijo de la Parra, quien contó que conoció al coreográfo hace 15 años, cuando este había fundado apenas su compañía de baile, Morphoses, en Nueva York. “Fue alguien que cambió mi vida”, aseguró. “Es uno de los artistas más importantes hoy en día. Es alguien que realmente tiene una voz única en el mundo del ballet y de la coreografía. Christopher aprendió ballet desde niño y yo digo que él es el verdadero Billy Elliot, porque creció bailando, a muy corta edad entró al Royal Ballet y de ahí fue a bailar a Nueva York”, relató de la Parra. “Es el gran genio de la coreografía actual, con un lenguaje tan de él que mezcla la técnica clásica con un lenguaje moderno, con una capacidad narrativa como no he visto nunca. Christopher es capaz de contar cualquier historia con ballet”, aseguró la directora.
El ganador de dos Premios Tony por la coreografía del Musical MJ, basado en la vida de Michael Jackson, se mostró agradecido por la “maravillosa oportunidad” de presentar a un elenco increíble de artistas de todo el mundo “en esta pieza del paraíso”, un espectáculo centrado en el ballet clásico con un guiño a lo moderno, en un lugar más acostumbrado a las salsas y las cumbias. Aquí estaban, dijo Wheeldon, “algunos de los más finos intérpretes del ballet de todo el mundo”. El público pudo presenciar ese “talento sin límite” que de la Parra mencionó sobre Wheeldon con las siguientes obras del programa, que incluyeron Cenicienta, también a paso dos y con la coreografía del inglés. Sobre el escenario se lucieron Anna Tsygankova, bailarina principal del Ballet Nacional de Holanda, y Giorgi Potskhishvili, de la misma agrupación. La Bella durmiente, con la delicada música de Tchaikovski y la enérgica interpretación de Maricela Núñez, llevó al éxtasis al público, que dedicó un gran aplauso a la argentina, recién llegada de triunfar en la Ópera de París.
La noche cerró con una brillante presentación del acto tercero de Don Quijote, con música del austriaco Ludwig Minkus, en ese sueño entre hadas en el que el caballero alocado sueña con su Dulcinea. Tsygankova y Potskhishvili se mostraron estupendos en el escenario, ella ataviada a la española, abanico en mano, arrancando suspiros de un Quijote extasiado, volando sobre el escenario con una destreza de acróbata olímpico. Y esa fue precisamente la impresión que expresó uno de los asistentes a la gala: “Parecen dioses del Olimpo”, dijo sobre los guapísimos bailarines que como ciclón tropical arrasaron en el escenario del Festival Paax PNG. Si había miedo por un huracán real, quedó completamente disipado tras la larga ovación de un público encandilado.
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El banquete, que fue titulado El mundo de Wheeldon, contenía nueve piezas de danza y comenzó con Joyas, Diamantes, de George Balanchine y al ritmo de la Sinfonía número tres de Tchaikovski y la dirección de de la Parra. La obra es un homenaje a la belleza y a la feminidad y a la coquetería. Los bailarines Unity Phelan y Ben Rudisin, actualmente principal del National Ballet de Canadá, se apropiaron del escenario del Salón Diego del Hotel Xcaret Arte, la sede del festival. Ambos mostraron con delicadeza y brillo su destreza, tan llena de desenvoltura como de sensualidad, en un paso a dos sobre el entarimado que sirvió para abrir el apetito de un público ataviado con sus mejores galas tropicales. Si la tormenta que se fortalece a varios kilómetros de este paraíso de playas de cocoteros y cuentos de piratas preocupaba en algún momento a alguien del público, quedaba completamente de lado ante el ciclón artístico que se comían sus ojos.
La directora mexicana había advertido minutos antes de lo que disfrutarían. De la Parra se congratuló por contar con la coordinación del inglés Wheeldon, figura predominante del mundo internacional de la danza y el teatro. La mexicana calificó el maratón dancístico como “uno de los momentos más emocionantes” del festival y alabó a su invitado, formado en la escuela del Royal Ballet de Londres y cuyas producciones se han representado en los grandes escenarios del mundo. “El mundo de Wheeldon es un mundo vastísimo, hermosísimo, lleno de fantasía, creatividad, logros, emociones y esfuerzo”, dijo de la Parra, quien contó que conoció al coreográfo hace 15 años, cuando este había fundado apenas su compañía de baile, Morphoses, en Nueva York. “Fue alguien que cambió mi vida”, aseguró. “Es uno de los artistas más importantes hoy en día. Es alguien que realmente tiene una voz única en el mundo del ballet y de la coreografía. Christopher aprendió ballet desde niño y yo digo que él es el verdadero Billy Elliot, porque creció bailando, a muy corta edad entró al Royal Ballet y de ahí fue a bailar a Nueva York”, relató de la Parra. “Es el gran genio de la coreografía actual, con un lenguaje tan de él que mezcla la técnica clásica con un lenguaje moderno, con una capacidad narrativa como no he visto nunca. Christopher es capaz de contar cualquier historia con ballet”, aseguró la directora.
El ganador de dos Premios Tony por la coreografía del Musical MJ, basado en la vida de Michael Jackson, se mostró agradecido por la “maravillosa oportunidad” de presentar a un elenco increíble de artistas de todo el mundo “en esta pieza del paraíso”, un espectáculo centrado en el ballet clásico con un guiño a lo moderno, en un lugar más acostumbrado a las salsas y las cumbias. Aquí estaban, dijo Wheeldon, “algunos de los más finos intérpretes del ballet de todo el mundo”. El público pudo presenciar ese “talento sin límite” que de la Parra mencionó sobre Wheeldon con las siguientes obras del programa, que incluyeron Cenicienta, también a paso dos y con la coreografía del inglés. Sobre el escenario se lucieron Anna Tsygankova, bailarina principal del Ballet Nacional de Holanda, y Giorgi Potskhishvili, de la misma agrupación. La Bella durmiente, con la delicada música de Tchaikovski y la enérgica interpretación de Maricela Núñez, llevó al éxtasis al público, que dedicó un gran aplauso a la argentina, recién llegada de triunfar en la Ópera de París.
La noche cerró con una brillante presentación del acto tercero de Don Quijote, con música del austriaco Ludwig Minkus, en ese sueño entre hadas en el que el caballero alocado sueña con su Dulcinea. Tsygankova y Potskhishvili se mostraron estupendos en el escenario, ella ataviada a la española, abanico en mano, arrancando suspiros de un Quijote extasiado, volando sobre el escenario con una destreza de acróbata olímpico. Y esa fue precisamente la impresión que expresó uno de los asistentes a la gala: “Parecen dioses del Olimpo”, dijo sobre los guapísimos bailarines que como ciclón tropical arrasaron en el escenario del Festival Paax PNG. Si había miedo por un huracán real, quedó completamente disipado tras la larga ovación de un público encandilado.
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