La danza de ‘Firmamento’, de La Veronal, llena de público joven el Mercat de les Flors de Barcelona

qcrooks

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Hermoso, poético, trepidante y cinematográfico resulta Firmamento el último espectáculo de Marcos Morau, (Valencia 1982) para su compañía La Veronal. Hablar de este grupo de danza contemporánea y de su director es hablar de danza con mayúscula. Primero por los excelentes bailarines que forman el grupo, todos poseen una sólida técnica y una fuerte presencia escénica y principalmente por la fuerza y originalidad creativa de su director, sin duda, el artista con mayor proyección internacional del panorama de la danza contemporánea española. Solicitado por numerosas compañías europeas acaba de ser nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia.

Firmamento estrenado en el pasado festival Grec de Barcelona llega al Mercat rodado y más cohesionado. En este espectáculo Morau bucea en la adolescencia, en aquel momento de la vida en que empieza el duelo por la pérdida del mundo infantil y empieza una renovación emocional. La noche del estreno el numerosos público que llenaba este espacio escénico estaba compuesto por espectadores muy jóvenes, había un grupo de niñas de 12 años que quedaron fascinadas por las sorpresas escenográficas del montaje, obra de Max Glaenzel.

Morau sitúa la acción en una especie de estación espacial intemporal donde sus habitantes parecen salidos de una viñeta de animes orientales, hombres y mujeres que bailan con una gran fluidez, las frases coreográficas se entrelazan a un ritmo vertiginoso y se ejecutan con una gran nitidez. Ese momento en el que el movimiento comienza y no para, semejante a un torbellino humano, es embriagador. Àngela Boix, Jon López, Núria Navarro, Lorena Nogal, Marina Rodriguez y Valentín Gonoit (este último sustituyó al bailarín Shay Partush que estaba enfermo) realizaron una impecable interpretación, con toques de humor y nostalgia que reforzaron la fuerza humana que emana de la obra. Morau penetra en la mente adolescente mostrando sus dudas, miedos, juegos y sueños, además del enfrentamiento ante la cruda realidad de la vida. Su batuta creadora le lleva a componer un mundo mágico que junto a la belleza de los efectos visuales deja clavado al espectador en su butaca. Este aluvión de emociones llega al público a través de unos textos que recita un personaje, un muñeco que los bailarines convierten en un intérprete más. Los bailarines tienen varios escenarios por donde moverse: en un fragmento del espectáculo lo hacen en un espacio diáfano con dibujos a bolígrafo que se proyectan en blanco y negro sobre una pantalla o por espacios terráqueos, y en otros parecen dirigirse hacia otras galaxias. Realidad y fantasía se funden en una atractiva combinación. No quiero descubrir las sorpresas pero me permito una: el esquimal que sale del subsuelo es enternecedor.

Otro de los aciertos de este cinematográfico montaje es su banda sonora: en escena en directo hay percusión y un acordeón que se unen a melodías de Wagner, Strauss, David Bowie y Laurie Anderson que también se entrelazan con la música original de Juan Cristóbal Saavedra. Ir a ver Firmamento al Mercat de les Flors de Barcelona es un buen regalo para estas fiestas. Hay funciones los días 6, 7, 12, 13 y 14 de enero.

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