La DANA mata

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El presidente, o como se diga, señor Sánchez, ha dejado caer en la cumbre medioambiental de Bakú, una de sus obviedades características, que suele vestir con la solemne impostura de sus recursos dramáticos de la escuela de María Guerrero. Ha dicho el profeta que la DANA mata. Le ha faltado decir que hay gobiernos que rematan y políticas verdes que son altamente tóxicas y letales. Colaboradores necesarios de la matanza. España vive el puritanismo salvaje de una tiranía ecológica que convierte en tabú la limpieza de cauces y ramblas y la inversión en infraestructuras hídricas. Dicha religión postula el regreso al adanismo medioambiental, al mito de un paraíso primigenio y sacro, donde domesticar la naturaleza o usar sus recursos de forma razonable es motivo de sanción, multa o campaña de desprestigio para el hereje que lo practica. En Valencia se contabilizan más de doscientos muertos, por ahora.En la cumbre de Bakú donde, por cierto, los países más contaminantes rompieron la invitación y la quemaron en sus centrales energéticas más tóxicas, Sánchez ha descubierto el Mediterráneo asegurando que las gotas frías matan, pero olvidando que son más asesinas si se les ayuda desde el radicalismo verde. En España, la nueva religión medioambientalista, de la mano de su gurú máximo Rodríguez Zapatero, eliminó todo un plan hidrológico que se pensó tanto para aliviar sequías cíclicas de la parte más seca de la nación, como para construir infraestructuras de almacenamiento y defensa contra desmadres climáticos como los que se producen, de toda la vida, en el levante y sur mediterráneos. La actual ministra de Transición Ecológica, un título cargado de intenciones y no siempre buenas, Teresa Ribera, fue la suma sacerdotisa del gurú que ahora sirve a la tiranía bolivariana. La semana del desastre estuvo en paradero desconocido, preparando su candidatura europea, pese a que de ella depende la Confederación Hidrográfica del Júcar que tampoco ha dicho ni mú sobre su responsabilidad medioambiental en cauces, arroyos y vaguadas absolutamente abandonados al naturalismo vigente. Reaparecerá en el Congreso para explicar lo que tiene pendiente, que es mucho.La DANA mata pero la ideología remata. Sobra relato verde y falta política que resuelva problemas hídricos y sequías recurrentes. Inundaciones devastadoras y bosques en llamas. Y eso no convierte a nadie en negacionista ni en enemigo de la sostenibilidad. Todo lo contrario. Es el imperio de la razón sobre la locura de una nueva religión que parece exigir, como en la inauguración de la pirámide de Tenochtitlán, más muertes que vida…

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