Jermain_Connelly
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Desde el 29 de octubre, cualquier persona en España que oye hablar de "la DANA" probablemente pensará de forma automática en las lluvias torrenciales que ese día devastaron la provincia de Valencia. Esta DANA no tiene precedentes pero tampoco nombre, porque no cumple los requisitos oficiales para recibir una nomeclatura al estilo, por ejemplo, de la borrasca Filomena. Así lo acordaron los servicios de meteorología de cinco países europeos, entre los que el español, la AEMET, que ahora quiere impulsar un cambio y que fenómenos como el de octubre en España también tengan apelativo. El cambio llegará tarde, sin embargo, para una DANA que se habría llamado Caetano.
La DANA de Valencia provocó 227 fallecidos, 78 municipios anegados y pérdidas económicas que la Cámara de Comercio de la Comunitat Valenciana eleva a 22.000 millones de euros. Pero también, en los días posteriores, hizo correr como la pólvora entre expertos y aficionados a la meteorología la reclamación de que se le diera un nombre para que no que no quedara asociada simplemente a un fenómeno que no tiene por qué ser siempre tan devastador.
"Hubo bastante debate porque cuando se desplazó al Golfo de Cádiz llegó a tener características de borrasca y hubo una alerta por viento", explica uno de los participantes en esta discusión, el investigador de la Fundación por el Clima (FIC) César Paradinas. "En los foros la gente decía 'que se le ponga ya nombre'", recuerda de aquellos días. El motivo era que DANA hubo antes del 29 de octubre y las ha habido después. No todas son tan graves pero que la de Valencia se haya quedado con el nombre del fenómeno induce a pensar que todas provoquen los mismos devastadores efectos. Así lo explicaba hace unos días Paradinas, justo en un momento en el que había un aviso por DANA en Canarias, más leve pero que estaba provocando una inquietud excesiva entre la población.
Acuerdo entre el suroeste europeo
De acuerdo al orden alfabético que emplean la AEMET y otros servicios meteorológicos europeos para dar nombre a las borrascas, a la DANA de Valencia le habría correspondido el de Caetano, un apelativo que a Paradinas le parecía muy adecuado. "La gente no se iba a olvidar", dice semanas después de que se le pusiera ese nombre a una borrasca que el 20 de noviembre se acercó sin tocar de lleno a España por el norte y este de la Península procedente de Francia.
Ponerle un nombre a una borrasca es algo más pautado de lo que pueda parecer y aunque suceda aquí ni siquiera depende solo de la AEMET y de España, sino de los criterios acordados, en este caso, por cinco países del suroeste de Europa y que de momento dejan fuera la posibilidad de que una DANA tan excepcional como la del 29 de octubre merezca ser llamada por un nombre en particular. La DANA, señala el investigador de la FIC, "se va a quedar asociado a Valencia, pero es una borrasca".
Según explica a este periódico el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, España forma parte del Grupo Suroeste del Consejo de Organismos Meteorológicos Europeos junto con otros cuatro países, Portugal, Francia, Bélgica y Luxemburgo. Cuando nació "el programa de nombramientos de borrascas" entre ellos cinco acordaron qué criterios deberían tener para recibir un nombre. De manera general, lo tendrían las "borrascas clásicas" entre las que no se encuentran las DANAS. Uno de los criterios clave eran las rachas de viento que debía acompañarlas. Hasta ahora también es determinante si las presiones son altas o bajas y medias.
Una borrasca clásica es "un área de bajas presiones en todos los niveles de la atmósfera, bajos, medios y altos" y "dejan lluvias de manera generalizada en amplias zonas y vienen acompañas muchas veces de viento fuerte". "En cambio, las DANAs son sistemas de bajas presiones, pero solo en las zonas medias y altas de la atmósfera", señala Del Campo. Como indica su acrónimo, una DANA es una "depresión aislada en niveles altos", que destaca además por que "no suelen tener vientos muy intensos asociados", aunque "en ocasiones sí suceda", admite Del Campo. Esto era precisamente lo que argumentaban los expertos que pedían un nombre para lo que había sucedido en Valencia, porque a su paso por Cádiz ya iba acompañada de alerta naranja y roja por viento. A Paradinas, por ejemplo, le "bastaba" con estas circunstancias y recuerda que en otras ocasiones se ha dado nombre a borrasca en las que la alerta por viento no han superado el nivel amarillo, si iban acompañadas de fenómenos extremos de lluvia o nieve.
Sin embargo, los servicios meteorológicos suroeuropeos fueron implacables en el seguimiento de sus criterios. "Solo se considerarían las borrascas clásicas, las que tienen frentes asociados y bajas presiones en toda la columna atmosférica", puntualiza el portavoz de la AEMET. Sin embargo, la DANA de Valencia ha llevado a la AEMET a pensar en abrirlos más y dar un apelativo también a fenómenos como el del 29 de octubre
"Es evidente que las danas, aunque en ocasiones no vengan acompañadas de fuertes vientos, pueden ser catastróficas. Lo hemos visto por desgracia recientemente y trataremos de impulsar, de convencer, a nuestros compañeros del Grupo Suroeste Europeo de la conveniencia de poner nombre a este tipo de sistemas atmosféricos que pueden provocar grandes daños", explica Del Campo.
Así pues, la AEMET impulsará un cambio para dar un nombre a eventos como del 29 de octubre, aunque tomará un tiempo. "Como siempre, cuando hay que acordar cosas con otros países, el proceso no es rápido".
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