La cultura coreana: Han Kang en la cima de una ola que no para

annetta00

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El premio Nobel de Literatura concedido a Han Kang confirma una tendencia innegable e imparable: el poder blando surcoreano no para de crecer y la cultura del país no deja de marcar nuevos hitos.

La ola coreana abarca todo tipo de sectores culturales. El primer filme de habla no inglesa en recibir el Oscar a la mejor película fue Parasitos. BTS y Blackplink están entre los grupos de música pop más populares a nivel mundial. El Juego del Calamar y otras series surcoreanas se encuentran entre las más vistas en Netflix. Los webtoons, originarios de Corea del Sur, tienen millones de seguidores por todo el mundo. Ningún restaurante de moda que se precie puede evitar el tener un plato que incluya kimchi.

¿A qué se debe el brutal éxito de la cultura de un país que hasta hace apenas tres décadas no se podía considerar como desarrollado y que tiene un idioma de difícil aprendizaje? Por encima de todo, el éxito surcoreano demuestra las ventajas de dejar a los artistas que desarrollen los productos culturales que crean adecuados. Hasta la década de los 80 del siglo pasado, Corea del Sur era una dictadura que practicaba la censura sobre sus artistas. No es de extrañar que su cultura fuese una gran desconocida, incluso entre sus vecinos asiáticos.

En los años 90, la transición democrática trajo unas libertades similares a las que España comenzó a disfrutar tras su propia transición. A mediados de la última década del siglo pasado la cultura surcoreana ya había comenzado a conquistar China, Japón, Taiwán y el Sudeste asiático. Los artistas coreanos podían utilizar su poder creativo para tratar cualquier tipo de asunto, temas tan universales como el amor, la desigualdad o el feminismo. La ola coreana había comenzado.

A día de hoy, muy poca gente tiene conocimiento alguno sobre la cultura china contemporánea. Ya no digamos la cultura de Corea del Norte, que es objeto de ridículo debido a sus excentricidades y manifestaciones propias de una dictadura comunista. El contraste entre estos dos países y su vecino Corea del Sur no podría ser mayor.

Asimismo, el empuje actual de la cultura surcoreana también se debe al trabajo del Gobierno en promocionar a los artistas y productos culturales del país. Estamos hablando de una política de Estado centrada en la inversión en el sector cultural, la educación en las artes y humanidades o la promoción en el extranjero a través de ferias, conciertos y otro tipo de eventos. Los artistas y el sector privado dominan y lideran el sector cultural en Corea del Sur. Pero el empuje del Estado es de una ayuda indudable.

Pongamos el ejemplo de la literatura surcoreana. Los escritores surcoreanos comenzaron a tratar todo tipo de temas tras la transición democrática de su país. ¿Pero quién iba a leer libros escritos en coreano? Poca gente fuera del país. Así que el Gobierno se puso manos a la obra. En 1996, abrió el Instituto de Traducción Literaria de Corea para facilitar la traducción de la literatura surcoreana a idiomas extranjeros. Asimismo, los centros culturales coreanos que el Ejecutivo comenzó a abrir alrededor del mundo organizan charlas de autores surcoreanos de manera frecuente. Y el Ministerio de Cultura surcoreano lidera campañas para intentar que festivales literarios alrededor del mundo tengan a Corea del Sur como país invitado.

El premio Nobel de Han Kang viene a confirmar que el talento de los artistas surcoreanos para tratar temas con los que todos nos sentimos identificados triunfa. Y una política de Estado de apoyo a la cultura ayuda a universalizar la cultura de un país.

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