lakin.raphael
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Con el mercurio de los termómetros desplomado, Ginebra, la ciudad de Calvino , clave en la Reforma protestante, y enclavada junto al hermoso lago Leman, ofrece a los turistas mucho más que relojes, quesos y postales idílicas. Entre su amplia oferta cultural se halla el Museo de Arte e Historia (MAH) , que hace unos años se puso en contacto con la Fundación La Caixa para traer por vez primera a Suiza una selección de sus más de 1.100 obras de arte contemporáneo, de artistas tanto consagrados como emergentes, que constituyen un relato de los últimos 40 años. El resultado, 'L'image revenante' (La imagen reaparecida) , una reflexión sobre cómo el arte contemporáneo se enfrenta al pasado y a la tradición y los reinterpreta de modos muy diversos. La exposición abre sus puertas del 12 de diciembre al 13 de abril en el Museo Rath , que es parte integrante del MAH como sede de sus exposiciones temporales. Situado en la Plaza Nueva, junto al gran teatro y frente al Parque de los Bastiones, fue el primer museo de Bellas Artes de Suiza. De estilo neoclásico, se concibió desde su origen como un 'templo museo' para albergar arte.Noticias relacionadas reportaje Si Max Ernst, el Da Vinci del surrealismo Natividad Pulido estandar Si Las 30 artistas a las que ayudó Peggy Guggenheim (más una a la que desearía no haber ayudado nunca) Natividad PulidoNo hay lugar más apropiado que Ginebra, donde la Reforma reactivó el debate en torno al poder del arte con furia iconoclasta, para hablar de la batalla y la tiranía de las imágenes, de cómo se ha utilizado la imagen en el arte para venerarla o denostarla. Cobra aquí todo el sentido esta muestra, que reúne 18 obras de otros tantos artistas de la colección de la Fundación La Caixa, españoles e internacionales, y que explora el arte contemporáneo desde el prisma de su relación con el pasado. Los comisarios, Nimfa Bisbe , directora de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación La Caixa, y Carlos Martín , historiador del arte, comisario, escritor y traductor, han dividido la exposición en tres ámbitos temáticos: 'La pervivencia de la imagen', 'La disolución de la imagen' y 'El grado cero de la imagen: la estela de Duchamp'. Una gran instalación de Mike Kelley en la nave central alude a la caverna de Platón y su idealismo visionario, a la capilla de Rothko y su trascendencia espiritual y al perfil de Lincoln y su idealismo burgués. Hay que arrastrarse por el suelo para entrar en este espacio de veneración: el artista pide la sumisión del público ante la obra de arte. En una de las naves laterales, un grupo de artistas se apropian de escenas religiosas y las alteran. Así, la italiana Vanessa Beecroft mira a Pasolini y sus dramas de contenido religioso, al tiempo que 'actualiza' las madonnas renacentistas en una 'Madonna negra con gemelos'; la camaleónica Cindy Sherman , en cuyos autorretratos escenificados se mezcla lo grotesco y lo teatral para subrayar la naturaleza artificial de la imagen, retoma del Antiguo Testamento el relato de Judit decapitando a Holofernes, que ya pintaron con gran dramatismo Caravaggio y Artemisia Gentileschi ; Robert Mangold se centra en el boceto del fresco de Santa Cecilia de Pontormo; Darío Villalba , en Rubens y su 'Caída de los condenados, que pintó para el duque Guillermo, converso al catolicismo; Jorge Pardo se apropia de Magritte y de Baldessari... Al fondo, en una especie de capilla, Antonio Saura , que regresa al Museo Rath, donde ya expuso en 1989, con una de sus célebres crucifixiones, en las que con toda la crudeza mira a la pintura barroca española y nos habla del sufrimiento humano. La imagen reaparecida Arriba, 'Colección de 216 modelos de yeso', de Allan McCollum. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Curved Plane/Figure XI', de Robert Mangold. A la derecha, una obra de Julian Schnabel de 1989 Colección Fundación La CaixaEn la nave opuesta se exhibe el trabajo de artistas que cuestionan la representación: las imágenes son sustituidas por unas vidrieras abstractas apoyadas sobre el suelo ( Matt Mullican ), el texto... Son obras que generan ausencia, silencio, reflexión. Así, cuelgan cuatro paneles monumentales de Julian Schnabel , en los que utiliza lonas de uso militar cosidas entre sí (su visión apocalíptica de la guerra resulta muy actual); Cristina Iglesias crea una construcción inconclusa con cemento, cristal, hierro y cobre, entre escultura y arquitectura, que evoca una ruina... En la capilla del fondo, las imágenes han sido borradas: Allan McCollum expone, como en los salones del XIX, modelos de yeso de 216 pinturas, y en la obra de Jan Vercryusse parece que las imágenes hubieran escapado. Solo quedan los marcos y los pedestales vacíos. La muestra concluye en la cripta de este templo con un espacio centrado en la estela de Duchamp . Controvertido y provocador, fue el gran iconoclasta, que se enfrentó a las imágenes. Es uno de los artistas más influyentes del siglo XX y uno de los más destacados miembros del surrealismo , que celebra su centenario. Artistas radicales han dado la vuelta de tuerca a los planteamientos del artista francés. A veces le rinden homenaje; otras lo cuestionan. Son Sherrie Levine, Concha Jerez, Julião Sarmento, Rachel Harrison, Pavel Büchler (se presenta por vez primera su instalación sonora basada en un poema fonético de Kurt Schwitters) y Dora García , que en su obra 'Bolsa dorada' utiliza el polvo de oro, que es tóxico. Remite a la purificación. La cripta está presidida por 'La caja en una maleta' , de Duchamp, de la colección del MAH. En 1934, se propuso revisitar su obra del pasado. Ideó una caja desplegable, como un museo en miniatura, una exposición portátil, un relicario de su trabajo.
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