La caída de Lobato

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Qué lejos queda ya la asechanza del Tito Berni con sus lumias, sus 'bizum' y sus visitas guiadas por el tiro de Tejero. Cuánta nostalgia de aquel plagio de la tesis que tanto une a Pedro en primeras nupcias con el vodevil universitario de su Begoña. 'Tempus fugit'. La corrupción se come a la corrupción. Es un uróboro que engulle su propia cola. Aquellos tiempos del «jamás pactaré con Bildu, jamás, jamás» y de «la amnistía es inconstitucional» son algodón dulce si se comparan con la naranja amarga de Koldo, Ábalos, Aldama, la cátedra, los correos de la secretaria a los patrocinadores, las cartas de recomendación, la cena prevista con Delcy, las mascarillas de Armengol, el registro del despacho del fiscal general y la notaría de Lobato, que ha terminado siendo el pagafantas de este aquellare . De momento, sólo se ha tenido que ir a su casa el que intentó ser honesto, el que se negó a usar un documento ilegal para abatir a su adversario político, el que intentó defender la nobleza del parlamentarismo. La caída de Lobato es sólo el germen del derrumbe del imperio, que va a ser fagocitado por sus propio relato, por su propia cabeza.El sanchismo conquistó las instituciones en una moción de censura contra la corrupción. El mismísimo José Luis Ábalos tomó la palabra para derrocar a Rajoy. Ahora sabemos que lo hizo con halitosis, pero la tele no huele. Y Sánchez dio la homilía inaugural de su era con esta gran primera mentira: «Esta moción de censura, señorías, nace de la incapacidad del señor Rajoy para asumir en primera persona las responsabilidades políticas que toda España y la mayoría de esta Cámara le exigen tras el conocimiento de la sentencia de la Gürtel, responsabilidades políticas que serían automáticas en cualquier democracia homologable a la nuestra». Ahí queda eso. La moción de censura fue un bulo. El bulo sobre el que se ha levantado el sanchismo.Aldama le preguntaba ayer a Herrera en la Cope , a micrófono pelado, cómo es posible que le llame delincuente alguien que tiene a su mujer y a su hermano imputados. Esa ha sido precisamente la mayor destreza del presidente hasta la fecha: convencer a mucha gente de que lo blanco es negro. Pero la caída de Lobato es la primera brecha que le llega al hueso. Vendrán más. El hasta hace un rato secretario del PSOE madrileño ha visto rodar su cabeza por culpa de la verdad desvelada por ABC —ay el periodismo señalado por la máquina oficial del fango— mientras la mentira se mantiene enhiesta. Pero entre los prosélitos del emperador —un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo— ha comenzado el bullicio del ocaso. Mañana en Sevilla, donde el PSOE se hizo la foto de la tortilla para celebrar su salida del marxismo, Sánchez comenzará a escuchar el ruido de la decadencia. Porque en la notaría de Lobato está firmada también, junto con la cronología de los mensajes de La Moncloa para intentar hundir a Ayuso, el acta de la caída del césar que conquistó el poder con el monumental infundio de la honradez y el progreso.

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