Ana Fernández-Villaverde (Bilbao, 52 años) le ha cantado al amor desde siempre y sus canciones se han convertido en parte del soundtrack sentimental de muchos en España y en México. La Bien Querida, el nombre de su proyecto musical que nació hace 15 años, ahora le canta al amor más grande que ha tenido: su hija Estrella, de 12 años. La canción Una estrella, liberada al público hace solo unos días, es el primer adelanto de un nuevo disco que espera estrenar durante los primeros meses de 2025. Recién instalada en la ciudad de Guadalajara, y con la FIL como telón de fondo, La bien querida recuerda, conmovida, la primera vez que tocó en México: “Es algo que no se me olvidará jamás en la vida. Acababa de salir mi primer disco, Romancero, llegamos a Ciudad de México, se llenó la sala y la gente se sabía todas las canciones que no se sabían ni en España. Yo estaba cantando con ganas de llorar”, dice.
La bien querida estudiaba arte cuando, un día, de pronto tomó una guitarra y aprendió ella sola a tocarla. Buscó las notas y tutoriales en internet y así, de intempestivo, comenzó su historia con la música. Ha trabajado arduamente para hacerse de un lugar en la industria independiente musical española y ha saltado —menos veces de las que ella quisiera— a escenarios como el mexicano. A al país lo conoce y lo visita mucho, más por motivos familiares (en el Estado de Coahuila, en el norte, vive parte de su familia materna) que por sus participaciones musicales. De eso se lamenta un poco porque, asegura, México es demasiado importante actualmente para los artistas: “Me impactó muchísimo [desde la primera vez que vine] la cultura musical que tenéis aquí. Que teníais y que seguís teniendo. Pero ahora me impacta no solo la cultura musical, sino todas las artes. México está en la vanguardia. Yo lo veo así”, cuenta.
La bien querida, ha elegido ese nombre —que también se vincula con México— por la película La mal querida, de 1949, dirigida por Emilio El Indio Fernández, y le ha dado la vuelta porque, insiste cada que tiene oportunidad, ella sí que quiere ser querida y de la forma más bonita posible. Tiene un carácter afable, y una risa explosiva. Mira y escucha con atención y posee una sensibilidad difícil de esconder: hablar de su hija Estrella, de su familia, de lo mucho que ama la música y de la esperanza, le hace que la mirada le brille de pronto y que sus ojos parezcan a punto de rendirse al llanto.
Quizá también, es por eso que ha rechazado contundentemente lo masivo, lo impersonal, las modas que han aniquilado la posibilidad del vínculo acompasado y directo; y es una creyente férrea de que lo imprescindible siempre es otra cosa, aunque le es inevitable ignorar que la velocidad y lo efímero de los productos culturales, también le afectan: “Esto requiere muchísimo trabajo, y sobre todo porque actualmente, cada día o cada viernes salen los mismos discos que salían hace 15 años en un año. Es que es una locura”, dice.
Hace 12 años que nació su hija Estrella, pero hasta hace muy poco tiempo, cuando que se dio cuenta de que algunas de sus amigas no se hablaban, por distintos motivos, con sus madres, pensó que la situación la hacía sentirse aterrada y por eso escribió Una estrella: “Pensé que la vida da mil vueltas, y parte de eso me animó a escribirla. Creer que pase lo que pase, ella recuerde este momento. Es la canción más sincera, de amor más sincero que he escrito”, dice.
La canción cuenta la perspectiva de una mujer que le canta a una pequeña que cambia y se transforma constantemente y dentro de esa vorágine de tiempo, ella le declara su amor: que no pase mucho tiempo sin decirnos un ‘te quiero’. La bien querida se siente satisfecha de que su música tenga esa esencia de lo sencillo, pero profundo y universal. “Me ha escrito un montón de gente para contarme que [la canción] les recuerda a sus madres o a sus hijos”, cuenta.
Es de las personas que se mantienen ocupadas y que buscan todos los días encontrar una motivación para que la jornada valga la pena. Cuando ha sufrido por amor no pone canciones tristes, no. Y enarbola el sentimiento de estar enamorada como una de las más grandes sensaciones de la vida, para entender las cosas buenas del mundo.
Cuando estaba en los veintes, La bien querida escuchaba canciones en la radio, las grababa en casetes y escribía las letras. Llenó muchos cuadernos con todo ese material. “Mi relación con la música empieza cuando comienzo a escuchar la música independiente: Sonic Youth, Pavement, Neutral Milk Hotel y de españoles, me gustaban Los Planetas”, recuerda.
Cuando se le pregunta sobre el estado de la música independiente en España, ella contesta, rotunda: “La industria indie ya no existe. Las salas donde solías ir a escuchar bandas independientes se han quedado pequeñas. Ahora va tanta gente a los conciertos, que [las bandas] tienen que ir a pabellones. La gente toca allá en estadios, y si no tocas en estadios, como que no eres nadie. Y lo indie ya no es indie en realidad”. Por eso está tranquila, como cuando comenzó su carrera, queriendo ser como esos artistas que tanto admiraba, y ha logrado, con mucho esfuerzo, estar en un lugar privilegiado: “Yo soy fiel a mí misma. Y tengo las riendas de mi carrera y de mi vida. Decido el single que voy a sacar el primero, la portada que voy a hacer y yo todo absolutamente. Y no lo sabría hacer de otra forma”, concluye.
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La bien querida estudiaba arte cuando, un día, de pronto tomó una guitarra y aprendió ella sola a tocarla. Buscó las notas y tutoriales en internet y así, de intempestivo, comenzó su historia con la música. Ha trabajado arduamente para hacerse de un lugar en la industria independiente musical española y ha saltado —menos veces de las que ella quisiera— a escenarios como el mexicano. A al país lo conoce y lo visita mucho, más por motivos familiares (en el Estado de Coahuila, en el norte, vive parte de su familia materna) que por sus participaciones musicales. De eso se lamenta un poco porque, asegura, México es demasiado importante actualmente para los artistas: “Me impactó muchísimo [desde la primera vez que vine] la cultura musical que tenéis aquí. Que teníais y que seguís teniendo. Pero ahora me impacta no solo la cultura musical, sino todas las artes. México está en la vanguardia. Yo lo veo así”, cuenta.
La bien querida, ha elegido ese nombre —que también se vincula con México— por la película La mal querida, de 1949, dirigida por Emilio El Indio Fernández, y le ha dado la vuelta porque, insiste cada que tiene oportunidad, ella sí que quiere ser querida y de la forma más bonita posible. Tiene un carácter afable, y una risa explosiva. Mira y escucha con atención y posee una sensibilidad difícil de esconder: hablar de su hija Estrella, de su familia, de lo mucho que ama la música y de la esperanza, le hace que la mirada le brille de pronto y que sus ojos parezcan a punto de rendirse al llanto.
Quizá también, es por eso que ha rechazado contundentemente lo masivo, lo impersonal, las modas que han aniquilado la posibilidad del vínculo acompasado y directo; y es una creyente férrea de que lo imprescindible siempre es otra cosa, aunque le es inevitable ignorar que la velocidad y lo efímero de los productos culturales, también le afectan: “Esto requiere muchísimo trabajo, y sobre todo porque actualmente, cada día o cada viernes salen los mismos discos que salían hace 15 años en un año. Es que es una locura”, dice.
Hace 12 años que nació su hija Estrella, pero hasta hace muy poco tiempo, cuando que se dio cuenta de que algunas de sus amigas no se hablaban, por distintos motivos, con sus madres, pensó que la situación la hacía sentirse aterrada y por eso escribió Una estrella: “Pensé que la vida da mil vueltas, y parte de eso me animó a escribirla. Creer que pase lo que pase, ella recuerde este momento. Es la canción más sincera, de amor más sincero que he escrito”, dice.
La canción cuenta la perspectiva de una mujer que le canta a una pequeña que cambia y se transforma constantemente y dentro de esa vorágine de tiempo, ella le declara su amor: que no pase mucho tiempo sin decirnos un ‘te quiero’. La bien querida se siente satisfecha de que su música tenga esa esencia de lo sencillo, pero profundo y universal. “Me ha escrito un montón de gente para contarme que [la canción] les recuerda a sus madres o a sus hijos”, cuenta.
Es de las personas que se mantienen ocupadas y que buscan todos los días encontrar una motivación para que la jornada valga la pena. Cuando ha sufrido por amor no pone canciones tristes, no. Y enarbola el sentimiento de estar enamorada como una de las más grandes sensaciones de la vida, para entender las cosas buenas del mundo.
“El ‘indie’ ya no existe”
Cuando estaba en los veintes, La bien querida escuchaba canciones en la radio, las grababa en casetes y escribía las letras. Llenó muchos cuadernos con todo ese material. “Mi relación con la música empieza cuando comienzo a escuchar la música independiente: Sonic Youth, Pavement, Neutral Milk Hotel y de españoles, me gustaban Los Planetas”, recuerda.
Cuando se le pregunta sobre el estado de la música independiente en España, ella contesta, rotunda: “La industria indie ya no existe. Las salas donde solías ir a escuchar bandas independientes se han quedado pequeñas. Ahora va tanta gente a los conciertos, que [las bandas] tienen que ir a pabellones. La gente toca allá en estadios, y si no tocas en estadios, como que no eres nadie. Y lo indie ya no es indie en realidad”. Por eso está tranquila, como cuando comenzó su carrera, queriendo ser como esos artistas que tanto admiraba, y ha logrado, con mucho esfuerzo, estar en un lugar privilegiado: “Yo soy fiel a mí misma. Y tengo las riendas de mi carrera y de mi vida. Decido el single que voy a sacar el primero, la portada que voy a hacer y yo todo absolutamente. Y no lo sabría hacer de otra forma”, concluye.
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