En la foto de su pasaporte, Kira Miró aparece con la cara que se nos queda tras un buen llanto. «El señor que la estaba haciendo no sabía si sacar la foto o no: yo ahí, sollozando», rememora. A pesar de todo, asegura que el resultado no fue malo: «Cuando uno llora se queda a gusto». Se la hizo en Bangkok, donde tuvo que permanecer una semana entera a causa de un problema, precisamente, con su pasaporte.Es uno de aquellos viajes que «en el momento puede parecer terrible», pero pasado el tiempo se ve como una experiencia que «nutre a nivel emocional». El caso es que ella iba hacia Bali: «No tenía ningunas ganas de estar en Bangkok ni entraba en mis planes», pero en el aeropuerto se dieron cuenta de que tenía que renovar su pasaporte . No se podía mover. «Lloraba de desesperación, de qué hago aquí, me quiero ir a mi casa, porque yo estaba en un momento personal muy delicado y estar sola en una ciudad tan inmensa no era lo que más me apetecía en ese momento».Suerte de dos personas que conoció en la Embajada española, «que me ayudaron, fueron mis ángeles de la guarda, me ayudaron a buscar un sitio donde quedarme, a buscar alguna excursión...». Para más inri, «el país estaba en revueltas», hasta el punto de que cerraron el tráfico aéreo justo el día en que obtuvo el pasaporte y pudo marcharse: «Acabé cogiendo el último avión que salió del aeropuerto».Ya a salvo de revueltas y con el pasaporte en regla -a pesar de la foto con los ojos hinchados-, ahora Kira Miró tiene algo muy claro: «Soy capaz de estar sola en cualquier lugar». No será esta semana, seguramente, ya que está en plena vorágine de promoción de la película 'Quién es quién', que se estrena en cines este viernes. Se trata de una comedia dirigida por Martín Cuervo , en la que una familia entera amanece un buen día con los cuerpos intercambiados. ¿Cómo se prepara un actor para una situación tan irreal? «Pues jugando y no juzgándote: es un trabajo de observación. Como mi marido se mete en mi cuerpo, yo tenía que masculinizar mis gestos, desestructurarme la fisonomía... Y eso, como persona y como actriz es muy gratificante ». Ahora bien, lo difícil acaba siendo «encontrar la línea justa, no caer en la parodia, hacer que todo sea creíble» a pesar de lo increíble del hecho en sí. En el fondo, dice Miró, el formato de comedia sirve en este caso para reflexionar «sobre la empatía, porque todos estamos librando alguna batalla y cuando vives en la vida del otro por un momento te das cuenta de que no es tan fácil como parece». La actriz recomienda con entusiasmo ir a ver la película al cine. Ella la vio la primera vez sola, en su casa, para revisar el montaje . Después, «en el preestreno, con la sala llena, viendo cómo se ríe la gente, cómo se contagian, cómo se ríen los niños en unas escenas, los adultos en otras...». Es una experiencia totalmente distinta: «La comedia hay que ir a verla al cine, en grupo. Como un partido de fútbol o un concierto, que no se viven igual si estás en casa solo».
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