ray44
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Ser actriz, productora, escritora y, además, activista política en pos de Kamala Harris en la recta final de la campaña de las elecciones de Estados Unidos no es sencillo. De hecho, resulta agotador. Y se nota que Kerry Washington (Nueva York, 47 años) está cansada. La intérprete se sienta en Los Ángeles para la charla por Zoom recién llegada de promocionar el que será su próximo papel protagonista, 6888, una película de Netflix acerca de un grupo de mujeres en la II Guerra Mundial con la que está feliz y orgullosa de “honrar su legado”. Eso solo es unas horas después de participar en un evento en Míchigan a favor de los derechos reproductivos donde se ha reencontrado con todo el casting de la serie Scandal (”Seguimos muy unidos, nos mandamos mensajes, somos como una familia”, relata, feliz). Pronto supera el agotamiento y se lanza a una conversación entusiasta. Sonríe, pide un cargador para el móvil, un té y se acomoda en un sillón, con una sencilla camiseta de algodón azul y el pelo en una coleta, para hablar en profundidad de las cuestiones que dominan su vida: su familia, su trabajo y su activismo. Tras un primer “cómo está”, se lanza: cansada, sí, ocupada, también, pero sobre todo muy agradecida.
¿Por qué agradecida?
Siempre hay algo por lo que estar agradecida. Por levantarme esta mañana, por la vida que tengo. Por ser, ahora mismo, parte de una comunidad y trabajar en campañas, viajar por el país y apoyar a voluntarios y a los candidatos a presidenta y vicepresidente. Hay mucho que agradecer. Estoy cansada, pero agradecida. De ser actriz en un trabajo que estoy orgullosa de compartir con el mundo. Eso es un privilegio.
En diciembre estrena 6888, una historia desconocida sobre un batallón de mujeres negras en la II Guerra Mundial. Además, es productora ejecutiva. ¿Es el tipo de historias que quiere contar?
Es un batallón de mujeres de color. Había algunas latinas y afrolatinas entre las mujeres negras, de Puerto Rico, de República Dominicana. No es tanto que quiera contar historias de mujeres históricas, sino que he tenido mucha suerte de formar parte de proyectos entretenidos pero también significativos. Cuando pienso en producir no es tanto una idea de control como de servicio. Es estar al servicio de las fuerzas creativas a tu alrededor y ayudarles a construir un lugar donde otros tengan espacio para lograr lo mejor. Para mí, el mayor éxito como productora es crear ese espacio para que los demás persigan la excelencia.
Está dirigida por Tyler Perry.
Es enormemente talentoso. Una de las cosas que más admiro de él es su capacidad de soñar a lo grande, y que tiene una visión enorme. Es capaz de convertir su éxito en oportunidades para los demás, lo usa no solo para cambiar su vida sino de manera auténtica las vidas de millones de personas. Si pensamos en la gente que ve su contenido y participan en él, es una persona que logra el cambio. Es genial verle trabajar y ver de cerca cómo ejecuta esa visión de soñar grande.
¿Qué viene después de esto?
Estoy realmente emocionada por traer 6888 al mundo. Es una historia que cala en la gente, en cualquiera que se haya sentido infravalorado o puesto en duda, o a quien hayan puesto en una categoría y le hayan dicho que no puede hacer algo. Porque esas mujeres sobrepasaron toda expectativa y lograron lo que todos pensaban que era imposible. Lo hicieron como hermanas, como un auténtico equipo, y por amor a su país, por todos los que las miraban como si no fueran suficiente. Así que estoy emocionada porque la gente vea esta historia y por honrar a mujeres reales, heroínas, que no han tenido suficiente reconocimiento ni celebración. Con cada escena rodada honrábamos su legado, era un canto de gratitud.
No hay que ser una mujer negra en los años cuarenta para sentirse identificado.
Eso es, y es parte de la magia del cine y la televisión. Según ves la película, te ves, tu humanidad, tus miedos, tus deseos de pertenencia a una comunidad, de desarrollar tu potencial, de no defraudar a la gente. Te ves a ti mismo en una persona que pensabas que no tenía nada que ver contigo. En esos momentos sentimos una conexión más profunda con la experiencia humana porque logramos ver que lo especial de cada uno de nosotros es que somos diferentes, y que nuestras diferencias nos hacen únicos, bellos y extraordinarios, pero también nos hacen iguales, es la magia del ser humano. Nadie más tiene tu ADN, eres único, no hay nadie como tú, cada uno somos un milagro. Pero muy en el fondo, todos lidiamos con lo mismo. Con nuestra mortalidad.
¿Cómo disfruta más? ¿Como actriz, directora, productora?
Me gustan todas... son distintas. Cuando trabajo como actriz, aprendo cosas que me hacen ser mejor directora. Cuando dirijo, aprendo lo que me hace ser mejor productora. Cuando produzco, aprendo qué me hace ser mejor actriz. Es un ciclo, se retroalimentan.
Todo se entremezcla, con los años, aún más. ¿Cuida cada vez más los proyectos en los que participa?
Sí, y creo que en parte porque me gusta mucho trabajar con gente. Disfruto siendo parte de un equipo y creo que los equipos funcionan bien cuando entiendes el puesto del otro, porque vienes a trabajar con más compasión, apoyas a la gente cuando entiendes qué hacen.
¿Cree que la representación de las mujeres, sobre todo de color, ha cambiado en estas tres décadas en las que lleva trabajando? ¿Los personajes son hoy más complejos?
Eso creo. Sí, los personajes son más complejos, y hay más que antes, y más oportunidades que antes para ver cuánta diversidad hay en cada cultura. Cuando podemos contar distintas historias, es más difícil quedarse con el estereotipo porque vemos distintas versiones de la humanidad.
¿Cómo lleva que se la identifique a menudo con sus personajes, con Olivia Pope, de Scandal?
He aprendido mucho de los personajes que interpreto, son como maestros para mí. Llegan a mi vida y me pidan que aprenda algo de mí misma y del mundo para poder traerlos a la vida. Y me cambian. Saco beneficio de su trayectoria vital, ¿sabes? Es casi como una reencarnación, pero en esta vida [risas]. Aprendo grandes lecciones vitales sin tener que morir. Así que estoy muy, muy agradecida por los personajes, y no me importa que la gente los vea. Y siempre me cambian para bien. Ningún personaje que haya interpretado me ha hecho peor persona. Incluso si toma decisiones terribles y no quiero ser él. Los personajes me hacen mejor.
Scandal fue una serie enorme, más de seis años de su vida, con una protagonista muy popular. ¿Se cansa de que la llamen Olivia por la calle?
No pasa nada, me encanta. Ella me cambió la vida. Personalmente, profesionalmente, en todos los niveles. Le estoy muy agradecida.
Cuando tenía 13 años fue a ver a Nelson Mandela, cuando él salió de prisión, al estadio de los Yankees. ¿Le impactó, plantó una semilla?
Sí. Tuve la suerte de crecer en una casa donde se hablaba de derechos civiles y derechos humanos. Recuerdo que quería unas deportivas y mi madre me dijo: “No, no compramos esa marca porque está conectada con el apartheid”. Y yo: “¿Qué? ¿Qué significa eso?”. Recuerdo ver la película Ghandi de muy niña. Así que sí, se hablaba de derechos en mi casa. Mi madre fue profesora, siempre buscaba enseñarme, sobre todo historia y humanidades.
Una gran lección puede ser con unos zapatos.
Sí. Hay que entender que como consumidores —más allá de votar, que es importantísimo— votamos con nuestros dólares: dónde metemos nuestro dinero es donde expresamos nuestros valores. Dónde gastamos ese dinero, qué compramos, qué vemos, lo que vestimos. Todas son oportunidades para expresar quiénes somos y en qué creemos.
¿Porque “When we fight, we win”? [”Cuando luchamos, ganamos”, lema de la campaña de Harris].
Dios te oiga...
¿Está emocionada con este momento? ¿Esperanzada?
Estoy esperanzada. Pero también muy consciente de que tenemos mucho trabajo por hacer, y que no va a ser fácil. Solo quiero que más y más gente entienda no solo cómo de importantes son Kamala Harris y el gobernador [Tim] Walz. Quiero que entiendan su propia importancia en este proceso. Creo que mucha gente elige no participar en el proceso político porque no comprenden lo importante que es su voz en esta democracia, que necesitamos a todo el mundo. Que todo el mundo se levante y exprese sus valores.
¿Especialmente este año?
Si ha habido algún momento, es este. El mundo entero mira a Estados Unidos, esperando que hagamos lo correcto.
¿Qué cambiaría con Harris como presidenta?
Creo que este país está más que listo para pasar página en la cultura del odio, del miedo, del racismo y la intimidación. Es hora de tener una presidenta preparada y que quiera lo mejor para todos, no solo para sus amigos, sus colegas millonarios y las grandes empresas, sino que quiera lo mejor para la clase trabajadora y las familias de clase media, para gente de todas las edades, razas y géneros. Alguien que cuando diga “el pueblo”, sea el pueblo, no solo parte de él.
Acaba de estar en un autobús en Míchigan en pos de los derechos reproductivos. ¿Cómo es estar en campaña, ponerse la camiseta, salir a la calle y conectar de verdad con la gente?
Para mí es un acto egoísta. Cuando empiezo a tener miedo o ansiedad por el futuro, lo que más me ayuda es servir, ser voluntaria, salir a la calle y apoyar a la gente que está haciendo el duro trabajo de convertir el mundo en un lugar mejor. Cuando aparezco en la comunidad y digo: “Dime qué tengo que hacer. Utilízame. Dime cómo puedo ayudarte”, me siento un poco mejor. Me hace sentir menos sola y que soy parte de la solución. Así que eso es parte de por qué lo hago, porque he descubierto que la acción y el activismo son buenísimos antidepresivos [risas]. A veces la gente necesita combinarlos con medicación, no digo que lo hagas en vez de tomar medicación si la necesitas. Pero a mí me levanta el ánimo el mero hecho de estar en contacto con la comunidad, sirviendo y solucionando.
Y cuando pregunta en qué puede ayudar, ¿cual es la respuesta?
Depende. Las distintas comunidades necesitan cosas distintas. Invierto mucho tiempo apoyando y animando a los organizadores de base en el terreno, gente que toca en decenas de miles de puertas, alentándoles, donando dinero, haciendo llamadas de teléfono, haciendo llamadas difíciles que los organizadores no podrían hacer en nombre de la comunidad... Un dicho dice que puedes dar “tu tiempo, tu talento o tu tesoro”. Si tienes un talento especial, si haces galletas, llévalas a las oficinas de voluntarios, porque les animarán y harán 300 llamadas más. O dinero: si no tienes tiempo de ser voluntario, o crees que no tienes un talento especial, firma un cheque, contribuye con dinero o cosas vitales.
Presentó la Convención Nacional Demócrata de Chicago en agosto. ¿Fue divertido, un reto?
Creo que todo a la vez. Estar en la convención siempre es increíble porque es un espacio enorme, estás allí de pie y piensas: “Dios mío, esto es lo que hacen las estrellas de rock cada noche”. Hay mucha energía, es emocionante y me sentí feliz de estar, de nuevo, al servicio de la campaña y quizá llevar algo de esperanza, inspiración y sonrisas a la gente en estos tiempos retadores, a veces aterradores.
¿Por qué cree que a la gente, también a muchas estrellas, les cuesta implicarse en política?
Creo que muchos se preguntan si pueden marcar realmente una diferencia. No sé. Me preocupa que la gente no entienda que tiene poder, y quizá que se decepcionen por el proceso, porque nuestro proceso político, no es perfecto. A veces se siente decepcionados, olvidados o a un lado. Por eso parte de lo más importante para mí es recordarles cuánto poder tenemos y su importancia.
En las redes sociales, con siete millones de seguidores en Instagram, un altavoz así es muy importante. No es: “Ah, otro famoso más”.
Estoy de acuerdo. No creo que todo el mundo tenga que hacer lo que yo digo porque, uh, soy actriz. No alzo la voz porque crea que los actores tengamos todas las respuestas a los grandes problemas sociales, no es el caso. Pero como estadounidense, creo que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de participar en el proceso, porque eso es la democracia. Se supone que es por y para la gente, y eso significa que la gente debe participar.
¿Le emociona que una mujer pueda llegar a la Casa Blanca?
Sí. Me parece una locura que EE UU sea de los pocos grandes países industrializados que no ha tenido una mujer como jefa de Estado. De locos. Estoy muy emocionada por una mujer en el poder, pero no es solo una mujer. A veces hay gente en el poder de cierta raza, y las políticas y valores que apoyan pueden no ser las mejores para esa raza o género. Así que creo que es importante mirar al pasado y ver quién es en términos de su raza, su género, su nacionalidad, pero también ver en qué cree, qué ha logrado y qué pretende hacer.
¿Qué hará el 5 de noviembre?
Es importante que nos demos cuenta de que quizá no tengamos la respuesta el 5 de noviembre; como en muchas elecciones recientes, puede llevar tiempo. Tenemos que ser pacientes con el proceso para que pueda ser correcto y justo. El 5 supongo que seguiré respirando, seguiré respirando [risas], y estaré al servicio de mi país y mi comunidad.
¿Cuál es su mayor miedo en esta elección?
Quiero que la gente se deje ver, que voten en cifras récords para proteger a los que aman, proteger los derechos de todos, nuestros derechos al voto, reproductivos, laborales, a la vida. Lo espero de verdad. No solo que acudan a votar, sino que esos votos se respeten de forma honesta y ética, que nuestro proceso se sostenga para honrar la santidad de cada voto.
Se preocupa especialmente por los derechos sociales: reproductivos, LGTB, de salud. ¿Por qué?
Supongo que tiene que ver por ser actriz y ponerme en la piel de los demás. Literal, creativa, emocional y psicológicamente. A menudo pienso en las experiencias que vive la gente, mi trabajo exige no pensar solo en mí sino en cómo vive la gente en todo el mundo, y supongo que eso me ha llevado a ser susceptible a la compasión, a preocuparme por otros seres humanos. Me rompo un poco, el corazón se me abre un poco más con cada personaje nuevo.
Esa compasión se ve en otro de sus proyectos, Hijas, un documental sobre una prisión a la que acuden niñas a bailar con sus padres encarcelados.
Creo que todo el mundo necesita esta película. Es una cinta importante sobre el verdadero impacto del sistema de justicia criminal en las familias. Pero sobre todo es una historia de familias y la importancia de la relación entre padres e hijas, tan cercana a mí.
Publicó sus memorias, Thicker than water, en septiembre de 2023. ¿Por qué se decidió?
Nunca imaginé que escribiría unas memorias de mí misma, pero nunca digas nunca. Fue una alegría compartir mi biografía porque trabajé muy duro para ser honesta y transparente, vulnerable. Cada vez que alguien la lee, es como tener un instante de intimidad con esa persona. Ha sido un privilegio. Mi agente me había pedido escribir desde hacía tiempo, porque leo mucho y por cómo escribo mis discursos, los hago yo misma. Me lo sugerían y siempre pensaba: “No, no, no”. Se me hacía raro escribir de mí misma porque no estaba del todo segura de quién era, no me parecía correcto escribir como si lo supiera todo. Cuando acabó Scandal decidí que podía escribir un libro divertido sobre todo lo aprendido de Olivia Pope, de lo que que me enseñó, esa era la idea. Pero luego mis padres me dieron cierta información sobre mí misma: que mi padre no era mi padre biológico. Fue una revelación impactante en mi familia, en mi vida. No tenía ni idea y ellos no habían planeado contármelo. Así que cuando me sentaba a escribir sobre mí misma, me sentía un fraude si no escribía de este profundo viaje de autodescubrimiento. Intenté devolver a la editorial el dinero del adelanto porque cómo iba a escribir un libro tan personal siendo tan privada con la prensa. Pero al final sentí que tenía que escribirlo para no sentir como si escondiera algo. Quería ir a lo grande con mi verdad, con mi vida.
De hecho, usted ha dicho en alguna ocasión: “Somos tan oscuros como nuestros secretos”. ¿Fue sanador contarlo?
Sí, fue muy liberador. Es muy liberador no sentir que hay algo que ocultar o pretender que soy otra persona. Y ahora estamos más unidos, no hay secretos. Podemos ser nosotros mismos, los unos con los otros.
Es llamativo porque mantiene su vida personal muy en privado.
Sí, y para mí fue importante asegurarme de escribir desde mi experiencia. No puedo hablar por mis padres, por mis hijos. Todos tenemos nuestra perspectiva, nuestras vivencias. Pero creo que encontré un lugar en mi vida en el que estaba dispuesta a ser la protagonista de mi historia. Y nunca lo había hecho. Sí en una serie o una película, pero no en mi vida, todavía era una secundaria, y me encanta ser un personaje secundario en las historias de las vidas de mis hijos, de mi marido, pero tengo que tener mi propia historia. Esa es mi historia, con ellos como secundarios. Todos merecemos eso.
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¿Por qué agradecida?
Siempre hay algo por lo que estar agradecida. Por levantarme esta mañana, por la vida que tengo. Por ser, ahora mismo, parte de una comunidad y trabajar en campañas, viajar por el país y apoyar a voluntarios y a los candidatos a presidenta y vicepresidente. Hay mucho que agradecer. Estoy cansada, pero agradecida. De ser actriz en un trabajo que estoy orgullosa de compartir con el mundo. Eso es un privilegio.
En diciembre estrena 6888, una historia desconocida sobre un batallón de mujeres negras en la II Guerra Mundial. Además, es productora ejecutiva. ¿Es el tipo de historias que quiere contar?
Es un batallón de mujeres de color. Había algunas latinas y afrolatinas entre las mujeres negras, de Puerto Rico, de República Dominicana. No es tanto que quiera contar historias de mujeres históricas, sino que he tenido mucha suerte de formar parte de proyectos entretenidos pero también significativos. Cuando pienso en producir no es tanto una idea de control como de servicio. Es estar al servicio de las fuerzas creativas a tu alrededor y ayudarles a construir un lugar donde otros tengan espacio para lograr lo mejor. Para mí, el mayor éxito como productora es crear ese espacio para que los demás persigan la excelencia.
Está dirigida por Tyler Perry.
Es enormemente talentoso. Una de las cosas que más admiro de él es su capacidad de soñar a lo grande, y que tiene una visión enorme. Es capaz de convertir su éxito en oportunidades para los demás, lo usa no solo para cambiar su vida sino de manera auténtica las vidas de millones de personas. Si pensamos en la gente que ve su contenido y participan en él, es una persona que logra el cambio. Es genial verle trabajar y ver de cerca cómo ejecuta esa visión de soñar grande.
¿Qué viene después de esto?
Estoy realmente emocionada por traer 6888 al mundo. Es una historia que cala en la gente, en cualquiera que se haya sentido infravalorado o puesto en duda, o a quien hayan puesto en una categoría y le hayan dicho que no puede hacer algo. Porque esas mujeres sobrepasaron toda expectativa y lograron lo que todos pensaban que era imposible. Lo hicieron como hermanas, como un auténtico equipo, y por amor a su país, por todos los que las miraban como si no fueran suficiente. Así que estoy emocionada porque la gente vea esta historia y por honrar a mujeres reales, heroínas, que no han tenido suficiente reconocimiento ni celebración. Con cada escena rodada honrábamos su legado, era un canto de gratitud.
No hay que ser una mujer negra en los años cuarenta para sentirse identificado.
Eso es, y es parte de la magia del cine y la televisión. Según ves la película, te ves, tu humanidad, tus miedos, tus deseos de pertenencia a una comunidad, de desarrollar tu potencial, de no defraudar a la gente. Te ves a ti mismo en una persona que pensabas que no tenía nada que ver contigo. En esos momentos sentimos una conexión más profunda con la experiencia humana porque logramos ver que lo especial de cada uno de nosotros es que somos diferentes, y que nuestras diferencias nos hacen únicos, bellos y extraordinarios, pero también nos hacen iguales, es la magia del ser humano. Nadie más tiene tu ADN, eres único, no hay nadie como tú, cada uno somos un milagro. Pero muy en el fondo, todos lidiamos con lo mismo. Con nuestra mortalidad.
¿Cómo disfruta más? ¿Como actriz, directora, productora?
Me gustan todas... son distintas. Cuando trabajo como actriz, aprendo cosas que me hacen ser mejor directora. Cuando dirijo, aprendo lo que me hace ser mejor productora. Cuando produzco, aprendo qué me hace ser mejor actriz. Es un ciclo, se retroalimentan.
Todo se entremezcla, con los años, aún más. ¿Cuida cada vez más los proyectos en los que participa?
Sí, y creo que en parte porque me gusta mucho trabajar con gente. Disfruto siendo parte de un equipo y creo que los equipos funcionan bien cuando entiendes el puesto del otro, porque vienes a trabajar con más compasión, apoyas a la gente cuando entiendes qué hacen.
¿Cree que la representación de las mujeres, sobre todo de color, ha cambiado en estas tres décadas en las que lleva trabajando? ¿Los personajes son hoy más complejos?
Eso creo. Sí, los personajes son más complejos, y hay más que antes, y más oportunidades que antes para ver cuánta diversidad hay en cada cultura. Cuando podemos contar distintas historias, es más difícil quedarse con el estereotipo porque vemos distintas versiones de la humanidad.
¿Cómo lleva que se la identifique a menudo con sus personajes, con Olivia Pope, de Scandal?
He aprendido mucho de los personajes que interpreto, son como maestros para mí. Llegan a mi vida y me pidan que aprenda algo de mí misma y del mundo para poder traerlos a la vida. Y me cambian. Saco beneficio de su trayectoria vital, ¿sabes? Es casi como una reencarnación, pero en esta vida [risas]. Aprendo grandes lecciones vitales sin tener que morir. Así que estoy muy, muy agradecida por los personajes, y no me importa que la gente los vea. Y siempre me cambian para bien. Ningún personaje que haya interpretado me ha hecho peor persona. Incluso si toma decisiones terribles y no quiero ser él. Los personajes me hacen mejor.
Scandal fue una serie enorme, más de seis años de su vida, con una protagonista muy popular. ¿Se cansa de que la llamen Olivia por la calle?
No pasa nada, me encanta. Ella me cambió la vida. Personalmente, profesionalmente, en todos los niveles. Le estoy muy agradecida.
Cuando tenía 13 años fue a ver a Nelson Mandela, cuando él salió de prisión, al estadio de los Yankees. ¿Le impactó, plantó una semilla?
Sí. Tuve la suerte de crecer en una casa donde se hablaba de derechos civiles y derechos humanos. Recuerdo que quería unas deportivas y mi madre me dijo: “No, no compramos esa marca porque está conectada con el apartheid”. Y yo: “¿Qué? ¿Qué significa eso?”. Recuerdo ver la película Ghandi de muy niña. Así que sí, se hablaba de derechos en mi casa. Mi madre fue profesora, siempre buscaba enseñarme, sobre todo historia y humanidades.
Una gran lección puede ser con unos zapatos.
Sí. Hay que entender que como consumidores —más allá de votar, que es importantísimo— votamos con nuestros dólares: dónde metemos nuestro dinero es donde expresamos nuestros valores. Dónde gastamos ese dinero, qué compramos, qué vemos, lo que vestimos. Todas son oportunidades para expresar quiénes somos y en qué creemos.
¿Porque “When we fight, we win”? [”Cuando luchamos, ganamos”, lema de la campaña de Harris].
Dios te oiga...
¿Está emocionada con este momento? ¿Esperanzada?
Estoy esperanzada. Pero también muy consciente de que tenemos mucho trabajo por hacer, y que no va a ser fácil. Solo quiero que más y más gente entienda no solo cómo de importantes son Kamala Harris y el gobernador [Tim] Walz. Quiero que entiendan su propia importancia en este proceso. Creo que mucha gente elige no participar en el proceso político porque no comprenden lo importante que es su voz en esta democracia, que necesitamos a todo el mundo. Que todo el mundo se levante y exprese sus valores.
¿Especialmente este año?
Si ha habido algún momento, es este. El mundo entero mira a Estados Unidos, esperando que hagamos lo correcto.
¿Qué cambiaría con Harris como presidenta?
Creo que este país está más que listo para pasar página en la cultura del odio, del miedo, del racismo y la intimidación. Es hora de tener una presidenta preparada y que quiera lo mejor para todos, no solo para sus amigos, sus colegas millonarios y las grandes empresas, sino que quiera lo mejor para la clase trabajadora y las familias de clase media, para gente de todas las edades, razas y géneros. Alguien que cuando diga “el pueblo”, sea el pueblo, no solo parte de él.
Acaba de estar en un autobús en Míchigan en pos de los derechos reproductivos. ¿Cómo es estar en campaña, ponerse la camiseta, salir a la calle y conectar de verdad con la gente?
Para mí es un acto egoísta. Cuando empiezo a tener miedo o ansiedad por el futuro, lo que más me ayuda es servir, ser voluntaria, salir a la calle y apoyar a la gente que está haciendo el duro trabajo de convertir el mundo en un lugar mejor. Cuando aparezco en la comunidad y digo: “Dime qué tengo que hacer. Utilízame. Dime cómo puedo ayudarte”, me siento un poco mejor. Me hace sentir menos sola y que soy parte de la solución. Así que eso es parte de por qué lo hago, porque he descubierto que la acción y el activismo son buenísimos antidepresivos [risas]. A veces la gente necesita combinarlos con medicación, no digo que lo hagas en vez de tomar medicación si la necesitas. Pero a mí me levanta el ánimo el mero hecho de estar en contacto con la comunidad, sirviendo y solucionando.
Y cuando pregunta en qué puede ayudar, ¿cual es la respuesta?
Depende. Las distintas comunidades necesitan cosas distintas. Invierto mucho tiempo apoyando y animando a los organizadores de base en el terreno, gente que toca en decenas de miles de puertas, alentándoles, donando dinero, haciendo llamadas de teléfono, haciendo llamadas difíciles que los organizadores no podrían hacer en nombre de la comunidad... Un dicho dice que puedes dar “tu tiempo, tu talento o tu tesoro”. Si tienes un talento especial, si haces galletas, llévalas a las oficinas de voluntarios, porque les animarán y harán 300 llamadas más. O dinero: si no tienes tiempo de ser voluntario, o crees que no tienes un talento especial, firma un cheque, contribuye con dinero o cosas vitales.
Presentó la Convención Nacional Demócrata de Chicago en agosto. ¿Fue divertido, un reto?
Creo que todo a la vez. Estar en la convención siempre es increíble porque es un espacio enorme, estás allí de pie y piensas: “Dios mío, esto es lo que hacen las estrellas de rock cada noche”. Hay mucha energía, es emocionante y me sentí feliz de estar, de nuevo, al servicio de la campaña y quizá llevar algo de esperanza, inspiración y sonrisas a la gente en estos tiempos retadores, a veces aterradores.
¿Por qué cree que a la gente, también a muchas estrellas, les cuesta implicarse en política?
Creo que muchos se preguntan si pueden marcar realmente una diferencia. No sé. Me preocupa que la gente no entienda que tiene poder, y quizá que se decepcionen por el proceso, porque nuestro proceso político, no es perfecto. A veces se siente decepcionados, olvidados o a un lado. Por eso parte de lo más importante para mí es recordarles cuánto poder tenemos y su importancia.
En las redes sociales, con siete millones de seguidores en Instagram, un altavoz así es muy importante. No es: “Ah, otro famoso más”.
Estoy de acuerdo. No creo que todo el mundo tenga que hacer lo que yo digo porque, uh, soy actriz. No alzo la voz porque crea que los actores tengamos todas las respuestas a los grandes problemas sociales, no es el caso. Pero como estadounidense, creo que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de participar en el proceso, porque eso es la democracia. Se supone que es por y para la gente, y eso significa que la gente debe participar.
¿Le emociona que una mujer pueda llegar a la Casa Blanca?
Sí. Me parece una locura que EE UU sea de los pocos grandes países industrializados que no ha tenido una mujer como jefa de Estado. De locos. Estoy muy emocionada por una mujer en el poder, pero no es solo una mujer. A veces hay gente en el poder de cierta raza, y las políticas y valores que apoyan pueden no ser las mejores para esa raza o género. Así que creo que es importante mirar al pasado y ver quién es en términos de su raza, su género, su nacionalidad, pero también ver en qué cree, qué ha logrado y qué pretende hacer.
¿Qué hará el 5 de noviembre?
Es importante que nos demos cuenta de que quizá no tengamos la respuesta el 5 de noviembre; como en muchas elecciones recientes, puede llevar tiempo. Tenemos que ser pacientes con el proceso para que pueda ser correcto y justo. El 5 supongo que seguiré respirando, seguiré respirando [risas], y estaré al servicio de mi país y mi comunidad.
¿Cuál es su mayor miedo en esta elección?
Quiero que la gente se deje ver, que voten en cifras récords para proteger a los que aman, proteger los derechos de todos, nuestros derechos al voto, reproductivos, laborales, a la vida. Lo espero de verdad. No solo que acudan a votar, sino que esos votos se respeten de forma honesta y ética, que nuestro proceso se sostenga para honrar la santidad de cada voto.
Se preocupa especialmente por los derechos sociales: reproductivos, LGTB, de salud. ¿Por qué?
Supongo que tiene que ver por ser actriz y ponerme en la piel de los demás. Literal, creativa, emocional y psicológicamente. A menudo pienso en las experiencias que vive la gente, mi trabajo exige no pensar solo en mí sino en cómo vive la gente en todo el mundo, y supongo que eso me ha llevado a ser susceptible a la compasión, a preocuparme por otros seres humanos. Me rompo un poco, el corazón se me abre un poco más con cada personaje nuevo.
Esa compasión se ve en otro de sus proyectos, Hijas, un documental sobre una prisión a la que acuden niñas a bailar con sus padres encarcelados.
Creo que todo el mundo necesita esta película. Es una cinta importante sobre el verdadero impacto del sistema de justicia criminal en las familias. Pero sobre todo es una historia de familias y la importancia de la relación entre padres e hijas, tan cercana a mí.
Publicó sus memorias, Thicker than water, en septiembre de 2023. ¿Por qué se decidió?
Nunca imaginé que escribiría unas memorias de mí misma, pero nunca digas nunca. Fue una alegría compartir mi biografía porque trabajé muy duro para ser honesta y transparente, vulnerable. Cada vez que alguien la lee, es como tener un instante de intimidad con esa persona. Ha sido un privilegio. Mi agente me había pedido escribir desde hacía tiempo, porque leo mucho y por cómo escribo mis discursos, los hago yo misma. Me lo sugerían y siempre pensaba: “No, no, no”. Se me hacía raro escribir de mí misma porque no estaba del todo segura de quién era, no me parecía correcto escribir como si lo supiera todo. Cuando acabó Scandal decidí que podía escribir un libro divertido sobre todo lo aprendido de Olivia Pope, de lo que que me enseñó, esa era la idea. Pero luego mis padres me dieron cierta información sobre mí misma: que mi padre no era mi padre biológico. Fue una revelación impactante en mi familia, en mi vida. No tenía ni idea y ellos no habían planeado contármelo. Así que cuando me sentaba a escribir sobre mí misma, me sentía un fraude si no escribía de este profundo viaje de autodescubrimiento. Intenté devolver a la editorial el dinero del adelanto porque cómo iba a escribir un libro tan personal siendo tan privada con la prensa. Pero al final sentí que tenía que escribirlo para no sentir como si escondiera algo. Quería ir a lo grande con mi verdad, con mi vida.
De hecho, usted ha dicho en alguna ocasión: “Somos tan oscuros como nuestros secretos”. ¿Fue sanador contarlo?
Sí, fue muy liberador. Es muy liberador no sentir que hay algo que ocultar o pretender que soy otra persona. Y ahora estamos más unidos, no hay secretos. Podemos ser nosotros mismos, los unos con los otros.
Es llamativo porque mantiene su vida personal muy en privado.
Sí, y para mí fue importante asegurarme de escribir desde mi experiencia. No puedo hablar por mis padres, por mis hijos. Todos tenemos nuestra perspectiva, nuestras vivencias. Pero creo que encontré un lugar en mi vida en el que estaba dispuesta a ser la protagonista de mi historia. Y nunca lo había hecho. Sí en una serie o una película, pero no en mi vida, todavía era una secundaria, y me encanta ser un personaje secundario en las historias de las vidas de mis hijos, de mi marido, pero tengo que tener mi propia historia. Esa es mi historia, con ellos como secundarios. Todos merecemos eso.
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