Jugarse el tipo

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27 Sep 2024
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Los tres toreros, con escasos contratos en sus respectivas agendas, vinieron a Madrid a jugarse el tipo y no defraudaron. La verdad es que la corrida era para dar un paso adelante o salir corriendo calle Alcalá arriba, pero los tres demostraron que quieren vivir de la profesión con dignidad si es que se lo permiten.

Los toros de Dolores Aguirre y Sobral, correctamente presentados los primeros, y de deslumbrantes y astifinos pitones los otros, decepcionaron por completo tanto en el caballo como en los demás tercios. Alguno acudió con presteza al peto, pero ninguno empujó de verdad y humillado, y todos huyeron del picador en cuanto pudieron. Después, parados en banderillas y sin atisbo de clase, mansos, sosos, descastados y deslucidos en la muleta.

Miguel de Pablo y Luis Gerpe dieron sendas vueltas al ruedo. El primero, tras aguantar lo inaguantable ante su primero, una verdadera prenda, que no quería caballo ni banderillas, que huyó cobardemente de los engaños y llegó al tercio final con violencia y sin recorrido. De Pablo no se amilanó. Le costó al principio, pero hizo acopio de orgullo y consiguió robarle algunos muletazos por ambas manos de mucho interés. Tras una estocada fulminante, no le concedieron la oreja que el público pidió, pero dio una merecida vuelta al ruedo. El quinto no tenía un pase, y el empeño de De Pablo acabó en una voltereta aparatosa y sin aparentes consecuencias.

Otra vuelta al ruedo dio Luis Gerpe en el sexto de la tarde tras una gran estocada; ese era otro toro para el matadero que soltaba arreones y tornillazos en cada embestida. Se lució en banderillas Juan Pedro Asoreño y saludó al respetable, al igual que su compañero Mehdi Savalli en el tercero, otro manso, rajado que llegó a echarse en la arena antes de que el torero montara la espada.

Pepe Moral se viste poco de luces, pero mantiene el tono de buen toreo que hizo albergar esperanzas en los aficionados hace ya unas temporadas. La mala suerte o las circunstancias de la vida lo han enviado al cuarto oscuro del anonimato, pero maneja el capote y la muleta con hondura, sentimiento y oficio suficientes para estar en los carteles que ahora tiene vetados.

No cortó orejas porque los toros no se lo permitieron, pero dejó buena constancia de su decidida actitud, y destellos de calidad. Así lo demostró en las vistosas verónicas con las que recibió a su primero, toreando con la cintura, ganando terreno en cada lance, y dos de ellos y la media resultaron primorosos; después, muleta en mano, buen comienzo por bajo, lucidas maneras, perfecta colocación, siempre citando al pitón contrario, pero escaso lucimiento ante un toro soso, de corto viaje y sin celo.

Recibió al cuarto de rodillas en los medios con una larga cambiada; el toro, muy descarado de pitones, no hizo caso al capote y Moral quedó a merced de su oponente, que, por fortuna, obedeció al quite de Fernando del Toro y se olvidó de las carnes del jefe de filas. El animal, muy deslucido, no tuvo un pase; a pesar de ello, Pepe Moral no le volvió cara, insistió una y otra vez, muy cerca de los pitones, y dejó claro que merece mejor suerte de la que ahora le acompaña. El cuarto, como los demás, imposible, lo que no impidió que Moral se colocara muy cerca de los pitones sin más beneficio que el reconocimiento del respetable, que no es poco.

En fin, un desafío decepcionante, con toros de bonita fachada, en especial los de Sobral, pero sin clase alguna en las entrañas. Ojalá a los tres toreros le sirva para algo bueno su encomiable actitud.

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