vivianne.kertzmann
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José Luis Sastre (Alberic, Valencia, 41 años) es un adicto al trabajo confeso. El periodista, que es subdirector del programa de radio Hoy por hoy, columnista de EL PAÍS y copresentador del podcast Sastre y Maldonado, es tan adicto al trabajo que ha escogido sus vacaciones para lanzar su primera novela, Las frases robadas (Plaza & Janés). “Aunque no lo creas, estoy descansando porque no me levanto a las 3 de la mañana para ir a la radio. Pero tengo varias vidas en una y ahora he añadido una nueva, la de señor que ha escrito un libro”, explica al otro lado del teléfono, en medio de la gira para promocionar su ópera prima. Las frases robadas narra el último verano de un padre que desea vivir lo que le queda de vida con dignidad y que quiere recuperar el tiempo perdido con su hija. La novela, que llegó a las librerías hace solo tres semanas, ya va por la cuarta edición. El autor, con fama de autoexigente y perfeccionista, admite estar algo sobrepasado y preocupado. Sobrepasado por el éxito y los cumplidos, y preocupado por satisfacer las expectativas del público y por cumplir con la exigente agenda de promoción. “Soy un sufridor, como buen camusiano”, reconoce.
Pregunta. ¿De dónde saca el tiempo para hacer tantas cosas?
Respuesta. Madrugar mucho me ha enseñado a ser disciplinado. La protagonista de la novela tiene la necesidad de aprender a no hacer nada y a mí me pasa mucho eso. Tengo horror vacui con el tiempo. Si estoy mucho rato sin trabajar, me siento mal.
P. ¿Cuánto es “mucho rato” para usted?
R. Media hora [risas]. Pero estoy en el camino de aprender a no hacer nada y a no sentirme mal por ello.
P. ¿Cuántas horas duerme?
R. Cuatro o cinco horas. Me despierto todos los días a las 3:05 de la mañana.
P. ¿No necesita terapia para gestionar el exceso de trabajo?
R. Nunca me he atrevido a ir terapia. Pero estoy más cerca del momento de ir a alguien que me ayude a dejar de sentirme culpable.
P. En su novela, el protagonista le dice a su hija: “No es lo mismo una vida feliz que una vida plena”. ¿La suya es una vida feliz, plena o ambas?
R. No me esperaba esa pregunta. Tengo todos los elementos para tener una vida plena y feliz. ¿Significa eso que me siento pleno y feliz todo el rato? No. Pero creo que tengo la suerte de tener ya aquello que me hace feliz y que me permite sentirme pleno.
P. Tiene fama de “empollón” y perfeccionista. ¿Hay algo que haga mal?
R. En mi cabeza hago todo mal todo el rato. Después de cada programa pienso: “¿Por qué no hicimos esto de otra manera?”
P. En su novela vemos a un padre y a una hija que intentan recuperar el tiempo perdido. Usted es hijo, pero también es padre. ¿Ha perdido mucho tiempo?
R. No tengo consciencia de haber perdido tiempo con mis padres. Respecto a mis hijos, procuro mucho que el tiempo que pasamos sea de calidad.
P. Una frase interesante de la novela es: “Hay renuncias que son victoriosas”. ¿A qué ha tenido que renunciar usted?
R. A pasar tiempo con mi familia. Cuando estoy con ellos, no siento desasosiego. Cuando no estoy con ellos, siento un desasosiego que me empuja a hacer muchas cosas. Por eso me vuelco tanto en el trabajo.
P. ¿Siente culpa por no estar con ellos?
R. Sí.
P. La culpa es un sentimiento novedoso para muchos hombres.
R. Quiero pensar que ya no es así, o que ya no es tan así. Igual soy un ingenuo. Cada hora que paso sin mi mujer y sin mis hijos, siento culpa... Me da pudor contar todas estas cosas. No sé si a la gente le puede interesar.
P. Seguro que a la gente le interesa. Sabemos tan poco sobre la vida de las estrellas de la radio...
R. Pero es que yo no soy eso.
P. ¿Una estrella de la radio?
R. Eso.
P. Bueno, eso tendrá que hablarlo con el terapeuta. Volviendo a Las frases robadas, ¿qué frase robada lo define mejor?
R. Una frase que me golpeó la cabeza es esa con la que empieza El hombre rebelde, de Camus: “¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se rehúsa, no desiste: es también un hombre que dice que sí desde su primer movimiento”. Otra frase que me marcó mucho es aquella de Voltaire que dice: “Lo importante es cultivar la huerta”.
P. En una entrevista ha dicho que no quería que esta novela fuera triste, pero es bastante triste. ¿Se considera una persona melancólica?
R. No, me considero alegre. No creo que sea una persona melancólica.
P. La gente está cansada de las noticias tristes. ¿Los periodistas estamos haciendo mal nuestro trabajo?
R. No creo que estemos haciendo mal nuestro trabajo, pero eso no quita que tengamos que reflexionar. Nuestro reto está en mantener la atención de la gente sin convertir la actualidad en una catástrofe. ¿Cómo hacerlo? Estamos en el camino. Muchos catalogan Sastre y Maldonado como un podcast de humor, pero para mí es un podcast de actualidad. Hemos encontrado una manera de acercar la información a mucha gente que puede estar cansada de la información. En Hoy por Hoy, bajo la dirección de Àngels [Barceló], también hemos sabido encontrar un tono para contar la información e ir a las causas y razones de las noticias con un tono propio que sabe mantener el interés del público.
P. Está en el programa de radio líder de las mañanas. ¿Ser el número uno es una presión?
R. Yo, personalmente, no quiero dejar de estar ahí. ¿Es presión? Bueno, estar alerta te mantiene saludable.
P. ¿Ya está pensando en una segunda novela?
R. Hasta ahora decía que no. Ahora digo que empiezo a tener ganas de escribir otra. Lo que pasa es que luego lo paso mal escribiendo. El otro día Miguel [Maldonado] me decía: “Sastre, sufres tanto por todo que mejor que sufras a cambio de todas estas cosas”.
P. Entonces es un poco pesimista.
R. No, bueno, soy pesimista conmigo y optimista con los demás. Eso significa que soy más justo con los demás que conmigo. Pero quiero cambiar eso… No para ser pesimista con los demás, sino para ser un poco más optimista conmigo.
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Pregunta. ¿De dónde saca el tiempo para hacer tantas cosas?
Respuesta. Madrugar mucho me ha enseñado a ser disciplinado. La protagonista de la novela tiene la necesidad de aprender a no hacer nada y a mí me pasa mucho eso. Tengo horror vacui con el tiempo. Si estoy mucho rato sin trabajar, me siento mal.
P. ¿Cuánto es “mucho rato” para usted?
R. Media hora [risas]. Pero estoy en el camino de aprender a no hacer nada y a no sentirme mal por ello.
P. ¿Cuántas horas duerme?
R. Cuatro o cinco horas. Me despierto todos los días a las 3:05 de la mañana.
P. ¿No necesita terapia para gestionar el exceso de trabajo?
R. Nunca me he atrevido a ir terapia. Pero estoy más cerca del momento de ir a alguien que me ayude a dejar de sentirme culpable.
P. En su novela, el protagonista le dice a su hija: “No es lo mismo una vida feliz que una vida plena”. ¿La suya es una vida feliz, plena o ambas?
R. No me esperaba esa pregunta. Tengo todos los elementos para tener una vida plena y feliz. ¿Significa eso que me siento pleno y feliz todo el rato? No. Pero creo que tengo la suerte de tener ya aquello que me hace feliz y que me permite sentirme pleno.
P. Tiene fama de “empollón” y perfeccionista. ¿Hay algo que haga mal?
R. En mi cabeza hago todo mal todo el rato. Después de cada programa pienso: “¿Por qué no hicimos esto de otra manera?”
P. En su novela vemos a un padre y a una hija que intentan recuperar el tiempo perdido. Usted es hijo, pero también es padre. ¿Ha perdido mucho tiempo?
R. No tengo consciencia de haber perdido tiempo con mis padres. Respecto a mis hijos, procuro mucho que el tiempo que pasamos sea de calidad.
P. Una frase interesante de la novela es: “Hay renuncias que son victoriosas”. ¿A qué ha tenido que renunciar usted?
R. A pasar tiempo con mi familia. Cuando estoy con ellos, no siento desasosiego. Cuando no estoy con ellos, siento un desasosiego que me empuja a hacer muchas cosas. Por eso me vuelco tanto en el trabajo.
P. ¿Siente culpa por no estar con ellos?
R. Sí.
P. La culpa es un sentimiento novedoso para muchos hombres.
R. Quiero pensar que ya no es así, o que ya no es tan así. Igual soy un ingenuo. Cada hora que paso sin mi mujer y sin mis hijos, siento culpa... Me da pudor contar todas estas cosas. No sé si a la gente le puede interesar.
P. Seguro que a la gente le interesa. Sabemos tan poco sobre la vida de las estrellas de la radio...
R. Pero es que yo no soy eso.
P. ¿Una estrella de la radio?
R. Eso.
P. Bueno, eso tendrá que hablarlo con el terapeuta. Volviendo a Las frases robadas, ¿qué frase robada lo define mejor?
R. Una frase que me golpeó la cabeza es esa con la que empieza El hombre rebelde, de Camus: “¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se rehúsa, no desiste: es también un hombre que dice que sí desde su primer movimiento”. Otra frase que me marcó mucho es aquella de Voltaire que dice: “Lo importante es cultivar la huerta”.
P. En una entrevista ha dicho que no quería que esta novela fuera triste, pero es bastante triste. ¿Se considera una persona melancólica?
R. No, me considero alegre. No creo que sea una persona melancólica.
P. La gente está cansada de las noticias tristes. ¿Los periodistas estamos haciendo mal nuestro trabajo?
R. No creo que estemos haciendo mal nuestro trabajo, pero eso no quita que tengamos que reflexionar. Nuestro reto está en mantener la atención de la gente sin convertir la actualidad en una catástrofe. ¿Cómo hacerlo? Estamos en el camino. Muchos catalogan Sastre y Maldonado como un podcast de humor, pero para mí es un podcast de actualidad. Hemos encontrado una manera de acercar la información a mucha gente que puede estar cansada de la información. En Hoy por Hoy, bajo la dirección de Àngels [Barceló], también hemos sabido encontrar un tono para contar la información e ir a las causas y razones de las noticias con un tono propio que sabe mantener el interés del público.
P. Está en el programa de radio líder de las mañanas. ¿Ser el número uno es una presión?
R. Yo, personalmente, no quiero dejar de estar ahí. ¿Es presión? Bueno, estar alerta te mantiene saludable.
P. ¿Ya está pensando en una segunda novela?
R. Hasta ahora decía que no. Ahora digo que empiezo a tener ganas de escribir otra. Lo que pasa es que luego lo paso mal escribiendo. El otro día Miguel [Maldonado] me decía: “Sastre, sufres tanto por todo que mejor que sufras a cambio de todas estas cosas”.
P. Entonces es un poco pesimista.
R. No, bueno, soy pesimista conmigo y optimista con los demás. Eso significa que soy más justo con los demás que conmigo. Pero quiero cambiar eso… No para ser pesimista con los demás, sino para ser un poco más optimista conmigo.
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