Jorge Ramos y la incansable lucha por la credibilidad

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27 Sep 2024
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Cuenta el periodista Jorge Ramos que en Estados Unidos, donde vive, tiene a dos meteorólogos de confianza a quienes acude cada temporada de huracanes para preguntar si debe o no evacuar su casa en la Florida. Y confía plenamente en ellos. La historia viene a cuento porque el reportero mexicano presentó este viernes su más reciente libro, Así veo las cosas (Planeta), en la Feria de Guadalajara (FIL) con una idea precisa: en tiempos de noticias falsas, engaños de los políticos y desprecio a la verdad, los periodistas deben mantener su credibilidad, ser esa especie de meteorólogos a los que el público acuda para obtener información valiosa que le permita navegar en un mundo de información desmesurada y manipulación.

Ramos (Ciudad de México, 66 años) se despedirá el próximo viernes de sus millones de televidentes del noticiero Univisión, una cita diaria que ha durado 38 años y que le ha permitido contar los acontecimientos más importantes de Estados Unidos, América Latina y algunas guerras que han desangrado el planeta. El reportero es testigo de la historia y desde su mirada y sobre todos sus preguntas ha forjado una carrera que lo ubica entre las voces más prestigiosas del periodismo que se hace en español.

Él se ha definido como “un dinosaurio” en la plática que ha mantenido este viernes en la FIL junto a Javier Lafuente, subdirector de EL PAÍS en América, y frente a un auditorio a reventar. Dinosaurio porque viene de otra era del periodismo, una en la que tal vez los reporteros eran más respetados, influían en la discusión pública, cuando la presentación de datos, la verificación de la información, el cultivo de fuentes creíbles y la búsqueda de la verdad eran las bases en las que se cimentaba la credibilidad.

Ramos ha dicho que sus grandes referentes periodísticas son la reportera italiana Oriana Fallaci, la testaruda preguntona incómoda que arrancó rabietas a más de un poderoso, y la escritora mexicana Elena Poniatowska, que con su grabadora y sus notas “pudo recuperar la verdad, y no otros datos”, de lo ocurrido aquella trágica noche de octubre de 1968, una herida que sigue supurando en México. Qué coincidencia que Fallaci y Poniatowska hayan coincidido para informar sobre aquella matanza en la Plaza de Tlatelolco de Ciudad de México.

Ahora, sin embargo, el mundo se enfrenta a una realidad más compleja: las redes sociales, controladas en muchos casos por multimillonarios egocéntricos como Elon Musk, propietario de X (antes Twitter), que puede gastarse 260 millones de dólares apoyando la carrera presidencial de personajes de dudosa vena democrática como Donald Trump, o dirigidas por influenciadores que repiten hasta el infinito informaciones sin comprobar; que son espacios donde se esparcen bulos, gobierna la intolerancia, el odio y las mentiras que terminan forjando la opinión de gente que luego acude a las urnas a elegir, muchas veces con los prejuicios enardecidos.

Ha sido en ese punto en el que Lafuente ha puesto el dedo para señalar que Musk y las noticias falsas representan ahora un gran peligro no solo para la supervivencia del periodismo, sino para las democracias. “Siempre ha sido complicado ser periodista”, ha respondido Jorge Ramos y ha agregado que los reporteros y los medios no ganan nada saliendo de plataformas como X, donde, a pesar de tanta mentira, aún se mantiene una discusión que puede ser valiosa. “No podemos olvidarnos que ese mundo existe, lo que nos corresponde es hacer un buen trabajo periodístico y que la gente vaya a buscar a esos dos meteorólogos en los que puede confiar”, ha dicho.

Un jovencísimo estudiante de periodismo le ha preguntado a Ramos cómo puede él encontrar su propia voz. Vaya pregunta en momentos cuando los periodistas se cuestionan cómo sobrevivir. El veterano reportero ha respondido que la base de todo buen periodismo es saber preguntar en el momento adecuado. Hacer preguntas incómodas. Contó, por ejemplo, aquella ocasión cuando de forma sorpresiva el Gobierno de Nicolás Maduro accedió a que entrevistara al mandatario venezolano. Le entregaron visas a él y a su equipo y viajaron a Caracas. En Miraflores, un Maduro aparentemente carismático le preguntó, mientras los cámaras montaban sus equipos, como estaba la esposa de Ramos, que es venezolana. En la cabeza del reportero, sin embargo, rondaba la primera pregunta que debía hacer, porque sabía que ese primer cuestionamiento marcaría la pauta de la charla. Y la pregunta no gustó nada al venezolano. ¿Cómo se nombraría él, porque mucha gente lo llama dictador? Fueron 17 minutos de entrevista tensa que terminaron con la confiscación del equipo de la televisora (valorado en unos 200.000 dólares), Ramos y su equipo detenidos durante dos horas en el Palacio de Miraflores y otras más en su hotel, mientras que la entrevista fue destruida. Una grabación, sin embargo, fue rescatada de los archivos de la Presidencia venezolana, que había grabado por su parte la conversación, y llegó a Ramos desde alguien del Gobierno. La importancia de la credibilidad.

El también escritor asegura que a pesar de que dejará el Noticiero Univisión no se despide de su público fiel. El periodismo es su vocación y lo seguirá ejerciendo de la manera valiente y confrontativa que lo caracteriza, erizando el pelo de los poderosos, como pasó con un Donald Trump descompuesto que lo echó de una conferencia de prensa o con un Andrés Manuel López Obrador, el expresidente de México, crispado ante los datos sobre violencia que Ramos le presentó en una de sus conferencias llamadas La mañanera. El reportero seguirá ejerciendo tras 40 años de carrera, porque vienen tiempos tumultuosos, con el mundo desangrándose en dos guerras terribles en Ucrania y Medio Oriente, con América Latina sufriendo gobiernos opresivos y con Trump de nuevo en el poder. “Trump es un acosador muy mentiroso. Desarrollará un Gobierno unipersonal y hará lo que le dé la gana. Eso es muy peligroso para México y el mundo”, ha afirmado.

Ramos ha hablado precisamente de México y la violencia. Teme que esta sangría continúe y ha pedido a la actual presidente Claudia Sheinbaum que intervenga para que su sexenio no termine con las decenas de miles de muertos que dejó el anterior. Van ochenta personas asesinadas al día, ha dicho Ramos, un mal pronóstico. El periodista ha parecido darle algo de beneficio de duda a la presidenta, a la que ha llamado una gran comunicadora, pero teme la acumulación del poder en un solo partido y bajo una sola persona. No quiere en México otro PRI, ha afirmado. Le queda aún pendiente una entrevista con la mandataria, que no ha querido hablar con él, porque el reportero no se cansa de preguntar. Sabe que es un privilegiado, porque vive en un país seguro, donde no masacran a periodistas como en México, y porque su voz es respetada y le abre las puertas de los pasillos del poder. Esa ha sido su batalla personal: la lucha incansable de Jorge Ramos por la credibilidad.

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