bradtke.roselyn
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A veces, suceden hechos poco comunes o, más bien, insólitos. Uno de ellos bien podría tener el nombre de Jesper Lindell, un músico nacido en Suecia, desconocido para el gran público y que, de un tiempo a esta parte, se ha postulado como un artista de calidad imbatible para remover las esencias del country-soul y pasar a convertirse en una de las voces actuales más fascinantes de la música de raíces norteamericana.
Si ya sorprende que este sueco de Ludvika suene tan punzante y emotivo desde su planteamiento tan de raíz norteamericana, casi más lo hace que haya conseguido dedicarse a la música después de todo lo que pasó. De joven, estaba destinado a ser una estrella del fútbol, pero una lesión a los 13 años truncó su carrera. Postrado en una silla de ruedas, una guitarra cayó en sus manos y le cambió la vida: decidió dejar el deporte y dedicarse a encontrar su estilo entre esos discos de música folk, soul y country que escuchaba. Por sus oídos pasaron los más grandes: Neil Young, Bob Dylan, John Prine, Van Morrison, Tony Joe White, Elvis Presley, Emmylou Harris, Joni Mitchell, Etta James, Betty Harris, The Staple Singers, Otis Redding, Al Green o The Band, el grupo que más le marcó.
Ciertamente, The Band planea en sus canciones como un espectro maravilloso. Lindell posee virtudes similares para reproducir y mezclar géneros con descaro y pundonor. Nunca sabes por dónde va a salir y siempre es capaz de poner su sello, gracias a un vozarrón grave y profundo como una noche de carretera y buena compañía. En 2020, año de la pandemia, su salud se complicó muchísimo por culpa de una enfermedad renal congénita. Mientras aprobaban a su padre como donante de riñón en un proceso ralentizado por el coronavirus, Lindell pasaba por diálisis tres veces por semana. El trasplante fue a vida o muerte.
Afortunadamente, Jesper Lindell salió adelante y se incorporó a la música como un purasangre con ganas de galopar. Sacó sencillos buenísimos y un disco sobresaliente: Twilights, un álbum repleto de Americana grande y que al oyente le hacía llevarse las manos a la cabeza al saber que su autor no había nacido en Arizona, Ohio, Nevada o cualquiera de los Estados estadounidenses. ¿Un sueco haciendo esta música y con esta calidad tan aplastante? Así era. Además, se rodeaba de lo mejor de ahora: Theo Lawrence, otro talento en lo mismo, y Amy Helm, hija de Levon Helm, baterista de The Band, y que formó parte de la banda de su padre en su carrera en solitario y también de otro proyecto precioso llamado Ollabelle. Este año, Lindell ha redoblado la apuesta y se ha llevado la partida con Before the Sun, otro disco deslumbrante, capaz de atravesar en su mezcolanza de estilos nacidos de las semillas de la música norteamericana.
Pocos trabajos, pero mucha calidad. Hay una línea evidente que une a Lindell con lo mejor del country-soul blanco, ese género no escrito que se traduce en gargantas blancas, ancladas por igual en la música de raíces tanto negra como blanca, tanto soul como country. Uno de los últimos exponentes más destacados ha sido Nathaniel Rateliff, un fuera de serie al que no tiene nada que envidiar Lindell. Pero hay más nombres que actualmente, en mayor o menor medida, transitan por esas aguas pantanosas y bellas: Jason Isbell, Langhorme Slim, John Paul Keith, Delaney Bramlett… Y otros más célebres como Dan Penn, Van Morrison o Carl Perkins.
El country-soul no es una etiqueta, sino que tiene que ver con el brote salvaje de las emociones desde la simbiosis de las raíces sureñas. Y, sobre todo, tiene que ver con la desaparición de las fronteras en la música norteamericana desde que, desde la parte negra a finales de los cincuenta, colosos como Ray Charles o Solomon Burke decidieron profundizar en la tradición rural blanca para exponer su latido soul a un nuevo espacio artístico. El country-soul nació con ellos y, luego, fue seguido por más gigantes afroamericanos, como Eddie Floyd, William Bell o Swamp Dogg.
El country-soul es, por lo tanto, una música vibrante y llena de alma, con la impronta del sonido clásico de Muscle Shoals o el sótano de Big Pink. Con el sello del mejor soul y de The Band. Sigue pareciendo imposible que lo haga tan bien un tipo salido de Suecia y tan joven. Pero sucede. Jesper Lindell, que gira por España desde hoy, lo consigue.
13 DE NOVIEMBRE. KAFE ANTZOKIA, BILBAO
14 DE NOVIEMBRE. EL SOL, MADRID
15 DE NOVIEMBRE. SINATTRA CLUB, VIGO
16 DE NOVIEMBRE. FACTORÍA, AVILÉS
17 DE NOVIEMBRE. LITTLE BOBBY, SANTANDER
20 DE NOVIEMBRE. CENTRE CULTURAL LA MERCÉ, GIRONA
21 DE NOVIEMBRE. RAZZMATAZZ 3, BARCELONA
22 DE NOVIEMBRE. LOCO CLUB, VALENCIA
23 DE NOVIEMBRE. ROCK & BLUES CAFÉ, ZARAGOZA
24 DE NOVIEMBRE. OCTAVO ARTE. SEGOVIA (WIC)
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Si ya sorprende que este sueco de Ludvika suene tan punzante y emotivo desde su planteamiento tan de raíz norteamericana, casi más lo hace que haya conseguido dedicarse a la música después de todo lo que pasó. De joven, estaba destinado a ser una estrella del fútbol, pero una lesión a los 13 años truncó su carrera. Postrado en una silla de ruedas, una guitarra cayó en sus manos y le cambió la vida: decidió dejar el deporte y dedicarse a encontrar su estilo entre esos discos de música folk, soul y country que escuchaba. Por sus oídos pasaron los más grandes: Neil Young, Bob Dylan, John Prine, Van Morrison, Tony Joe White, Elvis Presley, Emmylou Harris, Joni Mitchell, Etta James, Betty Harris, The Staple Singers, Otis Redding, Al Green o The Band, el grupo que más le marcó.
Ciertamente, The Band planea en sus canciones como un espectro maravilloso. Lindell posee virtudes similares para reproducir y mezclar géneros con descaro y pundonor. Nunca sabes por dónde va a salir y siempre es capaz de poner su sello, gracias a un vozarrón grave y profundo como una noche de carretera y buena compañía. En 2020, año de la pandemia, su salud se complicó muchísimo por culpa de una enfermedad renal congénita. Mientras aprobaban a su padre como donante de riñón en un proceso ralentizado por el coronavirus, Lindell pasaba por diálisis tres veces por semana. El trasplante fue a vida o muerte.
Afortunadamente, Jesper Lindell salió adelante y se incorporó a la música como un purasangre con ganas de galopar. Sacó sencillos buenísimos y un disco sobresaliente: Twilights, un álbum repleto de Americana grande y que al oyente le hacía llevarse las manos a la cabeza al saber que su autor no había nacido en Arizona, Ohio, Nevada o cualquiera de los Estados estadounidenses. ¿Un sueco haciendo esta música y con esta calidad tan aplastante? Así era. Además, se rodeaba de lo mejor de ahora: Theo Lawrence, otro talento en lo mismo, y Amy Helm, hija de Levon Helm, baterista de The Band, y que formó parte de la banda de su padre en su carrera en solitario y también de otro proyecto precioso llamado Ollabelle. Este año, Lindell ha redoblado la apuesta y se ha llevado la partida con Before the Sun, otro disco deslumbrante, capaz de atravesar en su mezcolanza de estilos nacidos de las semillas de la música norteamericana.
Pocos trabajos, pero mucha calidad. Hay una línea evidente que une a Lindell con lo mejor del country-soul blanco, ese género no escrito que se traduce en gargantas blancas, ancladas por igual en la música de raíces tanto negra como blanca, tanto soul como country. Uno de los últimos exponentes más destacados ha sido Nathaniel Rateliff, un fuera de serie al que no tiene nada que envidiar Lindell. Pero hay más nombres que actualmente, en mayor o menor medida, transitan por esas aguas pantanosas y bellas: Jason Isbell, Langhorme Slim, John Paul Keith, Delaney Bramlett… Y otros más célebres como Dan Penn, Van Morrison o Carl Perkins.
El country-soul no es una etiqueta, sino que tiene que ver con el brote salvaje de las emociones desde la simbiosis de las raíces sureñas. Y, sobre todo, tiene que ver con la desaparición de las fronteras en la música norteamericana desde que, desde la parte negra a finales de los cincuenta, colosos como Ray Charles o Solomon Burke decidieron profundizar en la tradición rural blanca para exponer su latido soul a un nuevo espacio artístico. El country-soul nació con ellos y, luego, fue seguido por más gigantes afroamericanos, como Eddie Floyd, William Bell o Swamp Dogg.
El country-soul es, por lo tanto, una música vibrante y llena de alma, con la impronta del sonido clásico de Muscle Shoals o el sótano de Big Pink. Con el sello del mejor soul y de The Band. Sigue pareciendo imposible que lo haga tan bien un tipo salido de Suecia y tan joven. Pero sucede. Jesper Lindell, que gira por España desde hoy, lo consigue.
Gira de Jesper Lindell por España
13 DE NOVIEMBRE. KAFE ANTZOKIA, BILBAO
14 DE NOVIEMBRE. EL SOL, MADRID
15 DE NOVIEMBRE. SINATTRA CLUB, VIGO
16 DE NOVIEMBRE. FACTORÍA, AVILÉS
17 DE NOVIEMBRE. LITTLE BOBBY, SANTANDER
20 DE NOVIEMBRE. CENTRE CULTURAL LA MERCÉ, GIRONA
21 DE NOVIEMBRE. RAZZMATAZZ 3, BARCELONA
22 DE NOVIEMBRE. LOCO CLUB, VALENCIA
23 DE NOVIEMBRE. ROCK & BLUES CAFÉ, ZARAGOZA
24 DE NOVIEMBRE. OCTAVO ARTE. SEGOVIA (WIC)
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