herzog.eloisa
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Vestido con el mono blanco, embozado en la careta protectora y pertrechado de ahumadores de abejas, Francisco Javier Fernández, apicultor de Valero (Salamanca) y representante del sector de la apicultura de COAG en Castilla y León, ha viajado este lunes junto a sus compañeros hasta la puerta del Ministerio de Agricultura, en Madrid, para reclamar "un juego justo" para todos los productores, ante el temor de que el acuerdo de la UE y Mercosur, que retira aranceles a productos sudamericanos, amplíe los competidores en un sector de la miel que por el cambio climático y la competencia asiática está "herido de gravedad".
"Por el cambio climático producimos la mitad que nuestros padres hace 20 años y los precios encima han bajado. Pedimos un juego justo para todos. Lo único que queremos es poder seguir viviendo de lo que nuestras familias han vivido durante varias generaciones", ha explicado este apicultor con colmenas en el municipio salmantino de Valero.
Los apicultores han sido el grupo más visible de la concentración convocada este lunes en Madrid por COAG y ASAJA para protestar por el acuerdo de la UE con Mercosur, que dicen da la puntilla al sector agrícola y ganadero español. Los productores de miel se han hecho escuchar con petardos, a golpes de tambor y han diseminndo delante de Atocha humo del que emplean para ahuyentar a las abejas antes de recoger los paneles que les dan de comer. "Hemos venido hoy porque ya no es viable la apicultura. Y ahora con Mercosur van a eliminar más aranceles. Si no sobrevivíamos con lo que teníamos, cuanto menos cuando entre en vigor la nueva medida", se quejaba Valerio Muñoz, otro de los apicultores.
"No jugamos la misma liga. Y eso no es justo. Pero si los productores de la miel de Argentina, Brasil y Uruguay, sin que les quiten los aranceles, ya venden su miel casi al precio de la china, ¿a qué precio la sacarán al mercado después de Mercosur?", han planteado.
Muchos intentamos sobrevivir comercializando nuestra producción de manera directa, sin intermediarios, para darnos el valor que tenemos y que la industria no nos da. Pero esta no es una solución viable para todo el sector"
De familia de apicultores, Javier Fernández dice que no querría que muriese la tradición en su generación. Y dibuja una foto dramática del sector en su zona, Castilla y León. "La media de una explotación profesional apícola tiene unas 750 colmenas. Están los precios tan bajos que ya hemos dejado de crear empleo, porque tenemos muy difícil incluso seguir viviendo la propia familia".
"Aún así, nos resistimos como podemos a buscar otras alternativas laborales. Queremos seguir viviendo de lo nuestro. Muchos intentamos sobrevivir comercializando nuestra producción de manera directa, sin intermediarios, para darnos el valor que tenemos y que la industria no nos da. Pero esta no es una solución viable para todo el sector", lamenta Fernández, en medio de la humareda de la protesta con la que aspiran a frenar la entrada en el mercado de más competidores que, según denuncian, no solo producen más barato, sino que además no tienen la exigencia de calidad y de trazabilidad de la miel que a ellos les exige la Unión Europea.
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