lgrant
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Fue el siempre enfático y un tanto abusador Ernest Hemingway quien declaró que toda la literatura moderna Made in USA surgía del 'Big Bang' de 'Las aventuras de Huckleberry Finn' y que « no hubo nada antes. Nada tan bueno ha habido después». Al belicoso autor de 'Adiós a las armas' no le faltaba razón, pero sí amplitud de mirada y lectura; porque más que cabe añadir a la génesis de la especie a las también fundamentales 'Moby-Dick' y su multisimbolismo oceánico, ' La letra escarlata' y su represión puritana, y a 'Retrato de una dama ' y su búsqueda de lo extranjero como parte del ser o no ser nacional. NOVELA 'James' Autor Percival Everett Editorial De Conatus Año 2024 Páginas 344 Precio 23,90 euros 4Pero es verdad: la gran novela de Mark Twain de 1884/1885 (curiosamente primero publicada en Inglaterra y recién un año después en Estados Unidos) inaugura muchas cosas aún más que vigentes: el andar y desandar del camino como forma de aprendizaje al servicio de la picaresca 'road novel' y esa singular primera persona en un inglés vernáculo del protagonista adolescente (antecedente directo del también fugitivo Holden Caulfield de J. D. Salinger) cogiendo al protagonista de las solapas para así obligarlo sin esfuerzo a escucharlo hasta el final. Y también —por último pero no en último lugar, ocupándose no de toda la esclavitud sino de un esclavo— lo de Twain hizo foco en el tema de las tensiones raciales echando por los suelos a la acomodaticia 'La cabaña del Tío Tom' con novela que, hasta el día de hoy, sigue resultando incómoda tanto para racistas como para hipersensibles por su uso de la 'n word'. En resumen: una de las incontestables y omnipresentes Grandes Novelas Americanas más allá de que en sus primeras lecturas haya producido desconcierto y se la acusase de vulgar y de ofensiva y —por parte de Louisa May Alcott — incluso de innecesaria. Hoy, 'Las aventuras de Hucleberry Finn' sigue estando prohibido en más de una biblioteca y escuela pública norteamericana. Pero 'Las aventuras de Huckleberry Finn' sigue siendo un lugar del que nunca irse para siempre volver.Evertt no evita la denuncia de la injusticia; pero la practica con otros y muy suyos modales Y a ella regresa ahora —triunfal y con reciente National Book Award bajo el brazo— el muy pródigo Percival Everett (Georgia, 1956) para volver a contar sus aventuras pero cambiando voz narradora e inscribir a 'James' en esa cada vez más fecundo subgénero literario en el que un clásico es recreado a partir del cambio de punto de vista y habla. Así, quien aquí nos relatará lo que sucede ya no es el blanco y libre Huck sino el negro y esclavo en fuga James/Jim. Y está más que claro que Everett (un tanto alejado de sus colegas de raza Ralph Ellison o James Baldwin o Toni Morrison) no evita la denuncia de la injusticia; pero la practica con otros y muy suyos modales. Lo de Everett —quien alguna vez se definió como «patológicamente irónico» y capaz de fundir los mitos griegos con los del wéstern americano y los dichos de un bebé genial con los linchamientos en los árboles de Mississippi o un absurdo villano 'à la James Bond' — está en verdad más cerca de la sátira turbadora de Kurt Vonnegut, el 'freakismo' dialéctico de Charles Portis o el solipsismo expansivo e inclusivo de Stephen Dixon. Reírse con maliciaY, para muestra, ahí está la novela y la película 'Cancelado/American Fiction' donde se ríe con malicia poco común de la corrección política aplicada al marketing de la literatura afroamericana como coloridas fantasías del gueto para disfrute de lectores pálidos y protestantes. Decirlo así: todo lo que Everett toca se transforma. Y en 'James' —que en los primeros capítulos sigue el curso de la de Twain para luego buscar sus propios afluentes y escribir su propia historia— convierte a Jim en un hombre de gran cultura. Alguien que se rebaja a hablar como un esclavo —haciendo uso de algo que define como «filtro» y «gramática correctamente incorrecta»— cuando se enfrenta a sus señores; pero, a solas y entre los suyos, es un gran ilustrado quien sueña conversaciones con grandes filósofos como Voltaire y Locke y enseña a leer y a escribir a los suyos a escondidas de sus amos. Esas personas, según Jim, que nada aman más que el sentirse culpables. Lo que vuelve a poner en práctica la teoría de Everett en cuanto a que l a raíz de todo lo que escribe reside «en un problema de lógica: lo que a mí más me interesa es el hecho de que A es A no es lo mismo que A equivale a A... Y el solo pensarlo me da dolor de cabeza».'James' es entonces, de nuevo, una más que evidente y lograda exposición de este teorema que resulta en un final casi digno de Quentin Tarantino. Y dijo Everett: «Leí 'Huck Finn' quince veces seguidas para escribir 'James' y ahora apenas la recuerdo y no distingo muy bien donde empieza una y termina otra... Me gustó pensar que, mientras iba llenando las páginas de mi novela, no estaba haciendo otra cosa que mantener un diálogo con Mark Twain y enseñándole cómo sería el libro que él no pudo, porque no podía, escribir». Y añadió: «Claro que estoy en contra de la prohibición de libros. Pero no me molestaría que él fuese prohibido, porque nada me causa un mayor placer que irritar a todos aquellos que no saben pensar». Bien dicho, bien hecho, bien escrito. Y, quién sabe, mejor no saberlo, tal vez se cumpla el deseo de Everett a partir del próximo enero. Mientras tanto y hasta entonces, de nuevo —y como escribió Twain— «aprovechar las oportunidades y largarse al Territorio».
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