einar.beahan
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Iván Zamorano arribó a un Madrid donde se enseñoreaba la Quinta del Buitre , una ristra de jóvenes que maduraron muy temprano y eran historia en gerundio del equipo y una reivindicación de la cantera. El hijo de esa larga y estrecha geografía que es Chile , el bueno de Iván, se empezó a desquitar de las angosturas de la patria suya buscando los huecos posibles e imposibles del Pizjuán, del Bernabéu. Aterrizó en Barajas en el 92, ya fogueado para Europa de la mano del 'Viejo Cantatore' en el Sevilla. En un principio, en 'Bam Bam Zamorano' hubo luces y sombras, porque todo héroe necesita una catarsis y más en una plaza como la de Chamartín. La catarsis fue un capricho de Valdano que ya se contará; antes hay que decir que de su cosecha de Maipú trajo el cabezazo en suspensión; esto es, un gran salto y un golpeó al balón con una testa que adquiere casi vida propia.Noticia Relacionada LOS CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE LIGA opinion Si Sergi, puñal izquierdo Jesús Nieto Jurado Hubo jugadores así, de músculo y rayo, a los que no les llegó la tecnología para contar kilómetrosSucedió que Jorge Valdano se hizo con el equipo en el 94, con su exquisitez y su 'crema en sí mismo de la intelectualidad' pelotera. Pretemporada en Nyon. Sonreían Laudrup y Redondo, y el argentino le instó al delantero chileno a que se buscara, ya siendo el 'quinto extranjero', las habichuelas fuera del Madrid. Zamorano dice 'nastis' y se empleó tanto que en una pachanga le hizo una entrada a Valdano que al técnico le movió las blanduras externas y las internas, Aparte de la tarascada, algo vio Valdano en el esfuerzo loco de Zamorano en ese y otros entrenamientos. Se le apareció la Virgen a un cartesiano y, es extraño, los cimientos del fútbol se le recolocaron. A partir de ahí, Zamorano se convirtió en un fijo, en el 9 blanco. Ese mismo año le dio la Liga al Real Madrid, y se alzó con el pichichi con 28 goles y asociándose, cosas del fútbol, con otro al que Valdano no tenía en cuenta en principio, José Emilio Amavisca. El triunfo de la constancia premió a ambos. El balompié, como la poesía, puede ser cuestión de una casualidad, de una patada al 'míster', y de un técnico que se retracta con verbo florido.
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