Ir al instituto: la etapa que genera pánico en las familias

randi.reynolds

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«Cómo me hubiese gustado que a mi hija le hubiera pillado eso». Así de clara y sincera se muestra Vanessa Crespo a ABC a la hora de valorar la idea de que los centros de Primaria impartan los dos primeros cursos de la ESO en el colegio , evitando el paso al instituto con 12 años . Su hija, el año que viene, comenzará la nueva etapa educativa en un nuevo entorno. «Ella está ilusionada -prosigue-. De hecho, ya tiene pensado el itinerario que va a hacer con sus amigos, quien recoge a quien… Quieren ir todos juntos sin ningún adulto. A mí, sin embargo, no me gusta», reconoce. «Creo que son muy pequeños para ir al instituto, los problemas de conciliación se acentúan, te ves obligada a tener que darles un móvil … Es como acelerar el proceso madurativo del menor. Para mí, el paso al instituto es traumático ».En la misma línea se posiciona Aitana Hernández, madre de un menor a punto de cumplir los 10 años. Aunque aún le quedan dos cursos en el colegio, cruza los dedos porque la medida anunciada por el gobierno que preside Isabel Díaz Ayuso se haga realidad ya. «Además, mi hijo es de los pequeños de clase. Pasaría con 11 años… -explica- Creo que están mejor en el colegio, más protegidos . El instituto es un cambio brusco porque pasan, de repente, a tener muchos profesores y a tener que buscarse la vida. ¡Y se van a juntar con chavales de 16 o 18 años! No lo veo, la verdad. Además, te ves obligada a darle el móvil».Noticias Relacionadas estandar No Los trucos de una profesora para que tu hijo aprenda a leer, escribir y no se le atraganten las matemáticas Ana I. Martínez estandar No Si mi hijo practica deporte, ¿se le darán mejor las matemáticas? Esta es la rotunda respuesta de un investigador Carlota FominayaTodos estos argumentos son bien conocidos por Rosa Rocha , directora del IES Guadarrama y presidenta la Asociación Directores de Instituto de Madrid (ADIMAD). «El paso al instituto genera preocupación y miedo en los padres, no en los alumnos, que afrontan con ilusión la nueva etapa», reconoce. «Para los progenitores, el instituto es algo que a los hijos les va grande y donde, además, se van a juntar con alumnos mucho más mayores. Pero la realidad es que, una vez pasado el primer trimestre, todo va bien. ¡Incluso los mayores ayudan a los pequeños! Nuestros alumnos, en líneas generales, son buena gente», subraya. Cómo hayan sido educados los menores influye mucho. «No hay que olvidar que siempre están rodeados de mayores: con los amigos del fin de semana, los del barrio…», recuerda Rocha. «Es lo que hay en la sociedad y los institutos son reflejo de ella -explica-. Sí me preocupa más el uso que hagan del móvil, de las redes sociales … porque tú le puedes dar un móvil a tu hijo, por la razón que sea, y otra es qué uso hace de él y no le controles. Es algo que vigilamos de cerca e informamos a los padres en cuanto detectamos algo».Aún así, reconoce que «el cambio se nota», pues la manera de funcionar del instituto es diferente a la del colegio. «Hay más asignaturas, profesores, más materias, laboratorios, exámenes… El salto es inevitable pero los chavales tienen que ir madurando». Rocha sí coincide con las progenitoras en los problemas de conciliación que la nueva etapa provoca en las familias pero «no está en nuestra mano solucionarlo», puntualiza.Etapa clave: la adolescenciaAmaya Prado , psicóloga educativa y vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid ( COP Madrid ), explica cómo los miedos de las familias son lógicos, y más teniendo en cuenta que el cambio de centro coincide con una nueva etapa del desarrollo: la adolescencia . « Los hijos buscan una mayor independencia , van a enfrentarse a nuevas situaciones, y, además, es un momento en el que el grupo de amigos suele cambiar, ya sea para ampliarse o disminuir», explica. Cabe recordar que los iguales son, en esta etapa evolutiva, lo más importante para el adolescente . « La influencia de los amigos preocupa a los padres pero, al mismo tiempo, necesitan explorar y buscar su propia identidad, de ahí que se comporten de manera diferente a cómo lo hacían en el colegio», dice Prado.De la misma opinión es Rocha: «A los de 12 años les vemos pequeños pero son adolescentes. Hay que acompañarles en su proceso de maduración . Y los docentes lo hacemos. Eso sí, acompañados siempre de la familia. Es fundamental que padres, madres y profesores trabajemos juntos. La experiencia me dice que si la familia acompaña, el menor sale adelante pero si hay un enfrentamiento entre el instituto y los progenitores, llega el caos. Por suerte, suele ser un porcentaje muy pequeño pero son casos en los que se produce el fracaso escolar. Por eso, insisto: es un trabajo conjunto. No se puede estar constantemente cuestionando lo que hace el centro o el profesor».Una promesa que puede no cumplirse Fue el pasado mes de septiembre cuando el gobierno de la Comunidad de Madrid (CAM) anunció la propuesta. Sin embargo, muchas son las dudas que rodean a la iniciativa para que se haga realidad. En primer lugar, porque el Real Decreto 132/2010 , de 12 de febrero, por el que se establecen los requisitos mínimos de los centros que impartan las enseñanzas del segundo ciclo de la educación infantil, la educación primaria y la educación secundaria, establece en su artículo 13.2 que «En los centros de educación secundaria que ofrezcan las enseñanzas de educación secundaria obligatoria se deberán impartir los cuatro cursos de que consta esta etapa educativa con sujeción a la ordenación académica en vigor. Dichos centros deberán tener, como mínimo, una unidad para cada curso y disponer de las instalaciones y condiciones materiales recogidas en el artículo siguiente». «Desde que se anunció la medida, tenemos muchas dudas», reconoce Rocha. «Según la ley, no podría hacerse», opina, «pero hay muchos más problemas -prosigue-. Para empezar, no se puede hacer en todos los colegios y eso va a generar ya unas diferencias . Después de 25 años trabajando con este sistema (el cambio vino con la LOGSE), ahora nos lo quieren cambiar. Demasiado tenemos ya con que nos cambien las leyes educativas cada cuatro años». Al mismo tiempo, la experta lamenta que no haya respuesta para toda la letra pequeña que acarrearía el cambio: «En la ESO, los alumnos tienen 11 asignaturas, es decir, 11 especialistas, profesorado que tiene que ser de Secundaria y estos profesionales no los tienen los colegios . Además, todo el ciclo está organizado de una manera concreta para que el tránsito de un curso a otro no sea aleatorio, para que los ciclos encajen… Hay una estructura por detrás, que no se ve, muy trabajada por especialistas y departamentos». La medida podría romper con todo este trabajo. «1º y 2º de ESO trabajan en una línea que continúa en 3º y 4º. Si al segundo ciclo se van a incorporar alumnos que vienen de colegios… ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Se va a haber hecho un trabajo en común previo? Cuando un niño se incorpora a un nuevo instituto en 3º por cambio de domicilio u otra causa, tiene que adaptarse a todo. Y no es fácil», concluye la experta.Toca, por tanto, trabajar, y mucho, en familia . «La interacción con compañeros mayores y la necesidad de tomar decisiones independientes puede ser desafiante pero, al mismo tiempo, una oportunidad muy buena para desarrollar habilidades de discernimiento, sociales, de resolución de conflictos que fortalezca su criterio personal », recuerda Prado. «Además -prosigue-, no todas las experiencias son negativas y la exposición a un entorno mucho más amplio, aunque implique riesgos, puede ayudarles a construir herramientas para la vida y poder gestionar las dificultades y desafíos. Por tanto, en vez de centrarse en los posibles riesgos, las familias pueden utilizar este tiempo para aumentar la confianza y el diálogo , animar a sus hijos a tomar decisiones informadas , que sean fieles a sí mismos, asertivos con los demás, a que digan 'no' a lo que no les guste…. ».Cómo afrontar el cambioTampoco, insiste la psicóloga, se ha de olvidar que «los institutos son lugares preparados para acoger a niños de 12 años: tienen en cuenta esta adaptación y están pendiente de sus posibles necesidades».«Durante el primer trimestre, tienen un acompañamiento especial», subraya la presidenta de ADIMAD. «Los alumnos que ya están en 1º de la ESO acogen a los nuevos, hay reunión con los padres, tutorías en común… Además, los institutos tenemos departamentos de orientación y coordinación con los colegios de referencia para estar al tanto, por ejemplo, de los que presenten alguna dificultad».Por todo ello, Rocha lanza un mensaje a las familias: «Que estén tranquilas. Los niños crecen y la adolescencia tiene sus particularidades. Es una etapa que hay que pasar. Los menores están seguros y protegidos en el instituto . De hecho, una vez han comenzado las clases, si preguntas a cualquiera, te dice que no quiere volver al colegio». MÁS INFORMACIÓN noticia No Así es el primer libro de actividades que comunica a los niños autistas su diagnóstico noticia No «Castigado sin recreo»: Así afecta al desarrollo de tu hijo esta penalización noticia No El método Farrer: la petición de un profesor a sus alumnos adolescentes que no dejó impasible a nadie noticia No Cómo adaptarse al nuevo entorno familiar y social cuando vas a estudiar al extranjeroEs conveniente también que las familias no caigan en el error de transmitir sus inseguridades a los hijos. «Es importante que transmitan que confían en las capacidades de los menores sin caer en una sobreprotección que lo único que va a hacer es ralentizar su capacidad de evolución», subraya Prado. Hablar del instituto, si están nerviosos o no o de sus curiosidades «es vital para que se sientan apoyados por sus familias. Sin olvidar que hay que fomentar su autonomía , animarles a resolver problemas por sí mismos y reforzar los pequeños logros o avances porque es una etapa, académica y profesional, que recordarán toda su vida», concluye la psicóloga.

 

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